Publicado el 24 de diciembre de 2015.
En Canarias la celebración de la Navidad se remonta a los tiempos de la conquista europea y la cristianización de las islas. Los europeos introducen esta festividad cristiana que hunde sus raíces en las festividades paganas de la antigüedad. Con los siglos se generan tradiciones y características propias en el archipiélago, es lo que se ha venido a denominar por algunos autores como Navidad Canaria.
Cada año por estas fechas la majadería de los medios, los centros comerciales con sus gigantescos árboles envueltos de bolas y estrellas de una felicidad de cartón piedra, nos recuerdan que ha llegado el momento de consumir sin límites. Por si osara usted mantenerse al margen, el guineo de casposos villancicos, multitud de bombillos multicolores, iconos anglosajones y machangos colorados, invaden las calles que transitamos a diario.
Como es de suponer, las pascuas de nuestros antepasados poco tienen que ver con la navidad de nieve y renos que impregna las islas cada año. Actualmente es una gran desconocida para la mayoría de los canarios ya que la importación de un modelo globalizado y orientado al consumismo con el apoyo de los grandes medios y el mercado, no han hallado una significativa resistencia.
La navidad o natividad parece tener sus precedentes en las festividades paganas de los antiguos romanos y germanos relacionadas con el Solsticio de Invierno. Según esta teoría, ante la dificultad de ser erradicadas estas celebraciones por el cristianismo dominante, fueron ‘cristianizadas’, sustituyendo el nacimiento del sol por el del niño Jesús. Se estableció así un proceso de sincretización que favorecería la cristianización de la sociedad latina y centroeuropea. Del mismo modo, en otros pueblos animistas de la antigüedad, entre los que podemos suponer a los indígenas canarios, estos días eran observados y celebrados.
En el caso de los antiguos isleños no contamos con pruebas documentales, pero los últimos estudios arqueoastronómicos parecen arrojar más luz al respecto. Donde sí tenemos documentada la celebración del Solsticio de Invierno es en el mundo bereber preislámico, universo cultural del que proceden los indígenas isleños. Los estudios etnográficos en estas regiones señalan la celebración de esta efeméride solar. Se celebraba, y se celebra aún hoy de manera folclorizada, con una cena familiar y privada de gran abundancia. El objetivo era, mediante un acto de magia simpática, atraer e infundir fertilidad y abundancia a las cosechas que estaban en curso. Quizás una celebración de estas características, íntimas y familiares, pudieron pasar desapercibidas para los cronistas en Canarias.
Pero volvamos a la Natividad isleña tradicional. Habían tres días fundamentales: Nochebuena, Nochevieja y Reyes. En la tarde y noche anterior a Los Reyes Magos se celebraban los ‘Autos de Reyes’, una representación teatral que aún pervive en algunas localidades del país como Candelaria, Agüimes, Betancuria, Gáldar, Haría, Tegueste, Garafía, Telde o Tejina. Por el contrario, las cabalgatas de Reyes fueron importadas de España el siglo pasado. Otras particularidades tradicionales fundamentales de la Navidad canaria son las “Misas de luz”, y los ‘Nacimientos’ (Belenes), emulando el mundo campesino isleño –hoy se han sustituido por figuras y escenarios importados de Europa-. En el ámbito gastronómico destacan el mazapán de almendra, bienmesabes, truchas de batata, etc. En el campo musical y festivo encontramos una gran riqueza folclórica hoy tan desconocida y sustituida por la perreta de los villancicos castellanos. Entre estos géneros propios encontramos Los Ranchos de Pascua, Los Divinos, Tajaraste del Niño, etc.
Canarias posee un patrimonio cultural que parece no contar con el suficiente aprecio de sus herederos al juzgar los hechos. Seamos o no creyentes, las pascuas canarias nos pueden hacer reflexionar sobre cuestiones que abarcan desde su sentido más genuino, pasando por nuestro modelo de sociedad, hasta las alternativas para despejar nuestra conciencia neblinada.