El escritor José Saramago señala sobre la memoria histórica: “Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”. Y precisamente contra la indiferencia trabaja la memoria inserta en «Ancestro», la obra de teatro que pudimos disfrutar el pasado sábado en el Centro Cultural CICCA de la Fundación La Caja de Canarias. La pieza, dirigida por Armando Ravelo e interpretada en esta escenificación por Alejandro Rod, Tony Báez, Selenia Arnau y Laura Perdomo, une tres fechas muy distantes, 1483, 1937 y 2016, y las acerca en el tiempo y sobre todo, en las sensaciones de que hay algo más cercano en ellas de lo que cuentan los años.
En un yacimiento, excavado en 2016, aparecen dos cadáveres uno al lado del otro. Uno es de 1483, época terminal de la Conquista de la isla de Gran Canaria, y otro es de 1937, durante el desarrollo de la Guerra Civil. Un arqueólogo, apasionado de su trabajo, cuenta a una indiferente periodista la historia del guerrero. «Despierten ustedes, la tierra fue conquistada», dice el guerrero costero a dos personas ajenas a la debacle en la cumbre de la isla, cerca de Artenara. La periodista va enlazando emociones muy propias, muy reales, muy suyas, y se queda prendada de la historia, donde también aparece una joven maguada. Decide suspender la cobertura de una rueda de prensa en el Cabildo de Gran Canaria para quedarse y contarla bien.
Raquel, la otra arqueóloga, le habla del otro cuerpo, justo al lado del antiguo. Se trata de un poeta asesinado a golpes durante la Guerra Civil, en 1937. Es llevado hasta el Paso del Canario por su cuñado, un falangista asustadizo y pragmático. «¿Por ideas mueres, carajo», le espeta. «Por ideas vivo», enfatiza el valiente poeta en las postrimerías de su vida. El poeta tiene un afán de libertad comparable con el guerrero, pero en otra época histórica. Pareciera como si la utopía de esos dos seres humanos tan distantes se reencarnaran en el intrépido arqueólogo Francisco Bolaños. Raquel siente muy suya la historia y su unión con ese cuerpo, que todavía guarda un poema en su bolsillo, supera límites temporales.
Desde ahí la historia se desarrolla en un bucle. El temeroso indígena, que acoge al guerrero venido de la costa en su cueva cumbrera, tiene enormes paralelismos con el falangista que no quiere hablar de nada relacionado con el paradero del marido de su hermana. El espectador descubre que los personajes son los mismos, que las historias se repiten y que las actitudes son reconocibles y consecuentes. «¿No te parece que ya hemos estado aquí en otro momento?», se preguntan. La reencarnación aparece sin sellos religiosos, sin explicaciones más que las que aborda la maguada que es tentada por la creencia de los invasores y de la que reniega al observar sus tácticas sanguinarias. La realidad se mezcla con los sueños, con las percepciones, con lo inmaterial, en una suerte de rueda interminable que es la historia.
Sin embargo, las explicaciones son más profundas y menos simples porque toca momentos históricos cruciales en la Historia de Canarias. La Conquista de Canarias y la Guerra Civil fueron periodos traumáticos. Obviar una de las dos memorias históricas en las islas es reducir el dolor y banalizarlo con intenciones políticas. En «Ancestro» un mismo hombre pelea por la libertad; por un lado, porque su cultura no sea reducida a cenizas, sus tierras arrebatadas y su identidad perdida; por otro, por la libertad de expresión, de asociación, por construir utopías, por apartar el fantasma negro del fascismo y por desterrar el odio. Armando Ravelo lo logra en el summun de su lenguaje creativo, cuando ya, tras cinco años del fecundo Proyecto Bentejuí, toma las riendas y crea ficción histórica, con mucho respeto, sin estridencias.
Un paso más adelante en la historia sería empalagoso. Un paso hacia atrás sería un olvido, pero estaría muy cerca de la indiferencia, y el cine, como el periodismo, como la literatura o como cualquier actividad en la vida, ha de ser intencional, atacar las injusticias es el deber de todo creador. Como en «Mah», la historia se viene al presente para «retroceder al futuro», que concluiría Yeray Rodríguez.
El seguimiento se presume asegurado, el sábado el CICCA estuvo lleno de público, como los pases de «Ansite» y «Mah» en la mayoría de los cines. Por cierto, este viernes en el Monopol, nueva oportunidad para verlos. «Ancestro» continuará su camino en 2018. Ya ha sido representada en Gáldar, Telde, Las Palmas de Gran Canaria, Puerto del Rosario, Tías y La Laguna. Mientras, en breve verá la luz el primer largometraje del Proyecto Bentejuí, «La Tribu de las 7 islas». El Proyecto Bentejuí no está quieto y casi lo mejor de todo: su impulsor, Armando Ravelo, hoy soplará solo 35 velas.