
La educadora italiana María Montessori afirmó que «el instinto más grande de los niños es precisamente liberarse del adulto». Harían bien, en según qué casos, en liberarse un poco más y mejor. Liberarse, por ejemplo, de la mercantilización de la educación, de su educación. «Para sobrellevar de la mejor manera posible los gastos de la vuelta al cole puedes plantearte soluciones como los préstamos online», concluye una noticia en un medio de comunicación sobre los gastos asociados al regreso de las clases. Fácil y rápido, a golpe de click, desde cualquier dispositivo, la temida vuelta al cole se hará más llevadera. Eso sí, no te recuerdan que lo tendrás que pagar con intereses. La cuesta de septiembre, la acabarán llamando los gurús del consumo. Dijo José Luis Sampedro que «el mundo actual capitalista tiene como referente el dinero, de todo hace mercancía» y la educación de los menores no iba a ser menos.
Un estudio de la página kelisto.es coloca a los canarios como los segundos del Estado que más esfuerzos han de hacer para afrontar los gastos derivados. En Canarias la vuelta al cole vale 717 euros de media, un 3,6% del gasto anual por el 3,05% de la media estatal. El coste del retorno a las aulas aumentó en la última década en un 4,6%, con incremento de gasto en los centros públicos y disminución en los privados. Todo ello con una recorte en el presupuesto familiar del 11,9% de media. A su vez, la Organización de Consumidores, OCU, cifra en 1.212 euros el gasto medio durante todo el curso, ya que a todo esto hay que añadirle otros gastos como el comedor.
El presidente de COFAPA, Confederación de Padres de Alumnos, Antonio Martín, señala que «es un gasto insostenible». Martín reclama libros gratuitos en formato digital, ya que, comenta, «sale más barato comprar una tablet que comprar libros todos los años». Otras soluciones pasan por la solidaridad, en este caso amiga de la caridad. La Fundación Mapfre está recogiendo donativos para comprar material escolar destinado a familias en riesgo de exclusión social. Este tipo de iniciativas solucionan un curso, pero no discuten el sistema. Sí lo pone en tela de juicio Ros Mari Baena, docente desde hace 18 años y recién incorporada al CEIP La Calzada (Gran Canaria).
Baena no es una docente plegada al sistema. No usa libros de texto en sus clases, en cambio usa material de elaboración propia y creado por parte del alumnado, además de cuadernillos. Para sus clases requiere de materiales didácticos y manipulativos, cuyo gasto, sumado a los cuadernos, dan un total de en torno a los 120 euros, que las familias pagan en los plazos que pueden. La profesora de Primaria recuerda que los libros de editoriales no son obligatorios por ley. “¿Créditos para hacer negocio para quién?”, se pregunta. Unos créditos, como los ofrecidos en el artículo referido al principio, que se unen de curso en curso porque no se terminan de pagar y se acumulan. Cuenta que los libros-guía rompen la relación profesor-alumno porque automatiza la forma de dar clases. Incluye frases de ánimo, motivación y, en definitiva, no recoge las especificidades ni los ritmos de cada alumno.
No todos los docentes han hecho una reflexión sobre el gasto tan desmesurado que están sufriendo las familias cada comienzo de curso. Según explica, ciertos compañeros no suelen ser conscientes de los problemas que esto ocasiona y alguna vez se escuchan comentarios del tipo “seguramente para irse de vacaciones sí tienen y para los libros no”, sin percatarse que las vacaciones pueden aportar más aprendizaje que un libro de texto, ya que están vinculadas a la emoción positiva. En cualquier caso, señala que una familia que ingrese 800 euros al mes no está en disposición de recibir la ayuda escolar en los cursos superiores a 3º de primaria, pero, aunque les llegara la ayuda de libro de texto, no costearía el total ni del material, ni de los libros. Añadamos que cuanto mayor es el curso del alumno, mayor es el coste de cada libro. Algunos libros de Instituto, indica, difícilmente bajan de los 50 euros. Por lo tanto, incluso si una familia recibiera la ayuda para el material, que suele ser de menos de 200 euros, no sufragaría todos libros. Ahí entran en juego los dadivosos créditos con un click.
Ros Mari Baena prefiere que los niños aprendan desde la práctica de lo que denomina “la escuela para ser feliz”, que parte de la unión del aprendizaje y la emoción positiva. En su método, el yoga, el taichi, actividades de atención plena, etc., son usadas para paliar el alto ritmo de vida al que sometemos a los menores, además de los beneficios más que demostrados que tiene para el desarrollo neurológico. Se tienen en cuenta los ritmos naturales de los niños y las niñas, sobretodo de aquellos que comienzan su escolarización, adecuando sus necesidades a los ritmos del centro. Las clases se preparan con la flexibilidad necesaria para que circunstancias cotidianas sean incluidas en la práctica docente. Por ello, si una mariposa entra en el aula se utiliza esta circunstancia para relacionarlo con el currículo. Una actividad imprescindible es abrir las paredes del aula y por ello se procura que todas las semanas se pueda salir al entorno cercano, manteniendo una relación vivencial y práctica del conocimiento adquirido. Relata que una vez en su anterior centro, en Caideros, estaban por una de las laderas paseando y observaron cómo parían unas ovejas de un rebaño cercano. El especial momento fue aprovechado para que vieran por ellos mismos lo que implica ser un animal mamífero. Ese es el tipo de enseñanza que Baena denomina ligada a una emoción positiva, de las que no se olvidan. Prefiere usar los libros de lectura para compartir reflexiones y por ello cada mañana leen los cuentos para sentir y los dictados para pensar, que muchos de ellos son textos extraídos de libros de Eduardo Galeano, que hacen reflexionar a los niños. Por su forma ejercer la docencia, por persecución política o por las dos cosas, Baena ha tenido que cesar de su puesto como directora del CEIP Soo (Teguise, Lanzarote).
“Hay muchas cosas que cambiar de la educación pública”, asegura. Entre ellas la rebaja de profesores, 1.279 docentes menos en Canarias que en 2009. Este hecho provoca aumentos de la ratio, como clases de 27 o 28 alumnos, que no favorecen la disminución del fracaso escolar ni de la atención a la diversidad de cada alumno. La maestra considera que para trabajar bien es recomendable no exceder de 17 alumnos, como se hace en otros países tan conocidos por sus buenas prácticas docentes. Créditos para comprar libros y rebajas a la hora de poner profesores. Como escribiera Eduardo Galeano en “Patas arriba” hablamos de la escuela del mundo al revés: “El mundo al revés premia al revés: desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo. Sus maestros calumnian la naturaleza: la injusticia, dicen, es la ley natural”. Seguro que este texto ha sido objeto de un dictado y reflexiones en las clases de Ros Mari Baena.