La mañana transcurre morosa en la Plaza de La Feria. El pelotón de chiquillos desfila ante mí. Tal vez vayan a alguna actividad al aire libre, algún museo, quizás. Los maestros se afanan en que las filas no se rompan y que, llegados al paso de peatones, la operación se desarrolle con rapidez y total seguridad. El piberío no es ajeno a su condición y grita, juega, se desparrama… No es eso lo que me llama la atención. Algo me resulta vagamente familiar. El recuerdo consigue llegar antes de que el desfile termine por completo. Estaba en París, sentado en una terraza. Pasaron entonces, como ahora, decenas de chiquillos uniformados, que también gritaban, jugaban y se desparramaban… Sus rostros me hablaban claramente de sus múltiples procedencias. Tal vez no habían nacido muy lejos de allí pero era innegable que sus padres o sus abuelos llegaron a Francia de cualquier otro lugar. Era la nueva Francia la que aparecía ante mis ojos: argelina, senegalesa, marroquí, polaca,… El nuevo contingente humano que la escuela laica y republicana debía incorporar a la ciudadanía francesa. Vuelvo al presente.¿Y estos nuevos canarios, llegados de Venezuela, Cuba, Colombia, Sáhara, Mauritania,…?¿A qué conjunto de valores democráticamente compartidos habremos de incorporarlos?¿En qué tipo de sociedad habrán de insertarse para seguir construyendo el país canario del siglo XXI? ¿Seremos los canarios lo suficientemente acogedores como para garantizar las condiciones por las cuales estos nuevos canarios disfruten de la necesaria igualdad de oportunidades o ya están condenados a ocupar los estratos más bajos de nuestra sociedad, frente a los canarios de rancio abolengo y vieja estirpe? Sabemos que muchos de estos niños y niñas, ya, en su corta vida, han vivido experiencias demasiado duras como para mirar a otro lado. Corresponde a una sociedad adulta, madura y responsable, como es la canaria, ayudarlos a cruzar, con total seguridad, este paso de cebra, con sus claroscuros, hacia una vida adulta, feliz y comprometida. Como esos maestros que se afanan.