En el escrito anterior, esbozaba un modelo de escuela de medianías en la isla de La Palma comprometido con el medio cercano, con las maltratadas medianías canarias y con vocación regional. Asimismo, en dicho texto hacía un recorrido histórico por una asociación de los docentes de estos centros que fue primordial para configurar la situación actual en la que se encuentran estas escuelas de ladera.
Intentaré, en este y posteriores escritos, ahondar un poco más en ambas cuestiones, así como en las consecuencias que tuvieron y tienen para la educación en este tipo de escuelas y las ramificaciones sociales, culturales y medioambientales que de ellas pudieran derivarse. Con ello tan solo pretendo hacer un ejercicio de nitidez y transparencia y demostrar la validez de esta oferta ante el gran desconocimiento interesado y real que existe en la sociedad, incluso entre los propios padres y madres. Asimismo, intentaré también explicar los problemas actuales con los que nos encontramos y sus posibles soluciones.
Es procedente tratar cada una de estas cuestiones con más profundidad y esa es mi intención, sin quedarme únicamente con lo dicho hoy. La experiencia vivida en este modelo, el convencimiento de la bondad del mismo, así como su importancia y valor para la sociedad, me empujan a mencionar sus bondades, sus problemas y reivindicar su importancia. En fin, humildemente, con este pequeño análisis intento actuar de acuerdo con la realidad.
Partamos de una definición-caracterización presente en el Acuerdo entre la Consejería de Educación y los Colectivos de Escuelas Rurales/Unitarias sobre los Servicios Educativos Públicos en las Escuelas Unitarias de Canarias, firmado en mayo de 2014 por el Consejero D. José Miguel Pérez (1).
Estas escuelas son:
“Espacios ideales para un adecuado tratamiento de la diversidad, pudiendo adaptarse con gran facilidad a las distintas situaciones de partida del alumnado.
Campos de experimentación y renovación pedagógica que pueden ser muy útiles al sistema educativo canario, a través de investigaciones, estudios,… realizados desde las universidades canarias.
Espacios de conservación de tradiciones y trabajo pedagógico de arraigo al medio rural, social y natural. Siendo por tanto instituciones defensoras de nuestra cultura.
Lugares de encuentro social que no se podrían dar si no existiera la escuela en el barrio, por otra parte muy valorada por los ayuntamientos.
Escuelas de aprendizaje comunitario en el que el alumnado vive en primera línea el afrontamiento de proyectos en el Centro de forma cooperativa-colaborativa entre todos los miembros de la comunidad educativa”.
Para llegar a esta caracterización, los maestros-as y padres-madres del modelo tuvimos que hacer muchos sacrificios; en este sentido, fue crucial la movilización planteada a principios de siglo en La Palma (años 1999-2000). Por ese entonces llegó a la Consejería de Educación un consejero cuya misión primordial era poner solución al “agujero” de muchos millones de pesetas que se decía existía entonces (¿el dinero invertido en educación es dinero malgastado? Pero ese es otro debate). El sector de las Escuelas Unitarias parecía un lugar fácil para hacerlo. Comenzó entonces un desprestigio permanente, el considerarlas escuelas en donde el alumnado no se sociabilizaba, escuelas de segunda, ancladas en el pasado y que no podían ofrecer la calidad de los centros completos, con grupos homogéneos.
Esta idea se planteaba interesadamente, sin tener en cuenta que este tipo de centros fue el que sacó adelante la educación de los canarios y canarias en la época preautonómica y posautonómica inicial y continúa desempeñando un papel importante, no sólo educativo, que todavía es objeto de reivindicación.
En este sentido fue muy importante la tradición asociativa de los maestros de Unitarias, que se reunían y reúnen periódicamente y que fuimos capaces de ir rebatiendo este tipo de argumentos. Esto desembocó en una movilización de toda la comunidad educativa, de la que formaban parte no solo los padres, sino también los ayuntamientos, muchos de los cuales entendían y entienden el papel fundamental que puede realizar este tipo de escuelas como sostén de sus políticas en los barrios. Fue su oposición a los cierres programados el otro factor que ayudó a que ahora nos encontremos en una situación mucho mejor que entonces y que desde otras islas se tome como modelo de resistencia el trabajo realizado en La Palma.
Un factor importante fruto de la movilización activa (una movilización planteada con actuaciones de muchos tipos y mantenidas en el tiempo) fue también la conciencia que adquirieron nuestros políticos acerca de la importancia del modelo y la defensa que hacían y hacen empujados por este movimiento, nacido desde abajo.
Características como la defensa de las tradiciones que realizan estos centros; el compromiso en general para con su comunidad educativa; la flexibilidad para tratar los problemas de aprendizaje, con un mayor poder de individualizar y personalizar la enseñanza; el carácter socializador y solidario de la convivencia entre edades diferentes, siendo esta una característica más real que la de grupos homogéneos; los buenos resultados obtenidos; la apertura al entorno, cuidando nuestras raíces culturales; la modernización, fruto del esfuerzo colectivo de maestros y maestras, que conseguimos salir del estereotipo de escuelas de segunda en el que nos querían meter y siguen queriéndonos meter, etc., dieron los frutos necesarios: se pudo iniciar una negociación con la Consejería de Educación que terminó en el año 2007 con la primera firma del Acuerdo antes mencionado. Este acuerdo a su vez se reeditó en 2014, tras unas negociaciones llevadas a cabo con el fin de darle la forma jurídica adecuada y así poder publicarlo en el BOC.
Tenemos, pues, hoy en día, una normativa específica y, en teoría, un marco que respeta nuestras singularidades y, como dice el propio texto, “Podemos concluir que este Acuerdo consolida y preserva todas estas bondades y patrimonio, dando finalmente la estabilidad necesaria al mapa escolar de nuestras Escuelas Unitarias de Canarias, reconociendo unas características diferenciales que hacen necesario un trato diferente y todo ello sustentado en el valor social, educativo y cultural de estas escuelas, que justifica la necesidad de este marco de actuación con este tipo de centros, a la vez que cumple con las demandas de nuestras instituciones y garantiza el derecho de nuestros ciudadanos a elegir centro y modelo educativo, tan largamente demandados.”(1)
Ya no se discute la validez del modelo o por lo menos no se hace tan explícitamente como antaño. Nos hemos ganado el respeto de la sociedad, pero, aun teniendo la solución a los problemas que nos aquejan por medio de la normativa referida, falta terminar el trabajo. Debe seguir existiendo un proceso de negociación que permita un desarrollo normativo basado en la Ley Canaria de Educación (2) (que deja bien claro el tratamiento específico que debe conceder la Consejería de Educación a este modelo) y en el Acuerdo Marco, partiendo de la reunión de la Comisión de Seguimiento de dicho acuerdo y continuando con las medidas tendentes al trato diferenciado que debe, por mandato legal, otorgarse al modelo en todos los procesos de planificación de la Consejería.
Evitaríamos con ello muchos de los problemas que nos aquejan: docentes que no tienen el perfil necesario y recalan en las Unitarias con absoluto desconocimiento de lo que significa dar clase en una escuela de este tipo o simplemente llegan con otras expectativas y no se comprometen con el centro; falta de formación específica necesaria, aspecto presente en el Acuerdo firmado; ausencia de financiación; tener en cuenta que la autorización de unidades debe ser realizada tras el cierre del periodo de matrícula, dada la fragilidad en la toma de decisiones de los padres y madres en estos centros; regulación de los cierres mediante una toma de decisiones más consensuada y transparente; acceso a servicios complementarios como el comedor y el transporte en pie de igualdad con otros centros, algo que no ocurre en la actualidad, etc. Todos estos problemas dependen del desarrollo de la normativa. Un desarrollo que traerá la estabilidad, terminará de revalorizar este modelo educativo natural y con muchas potencialidades y será muy beneficioso para la sociedad.
Álvaro Martín Corujo, docente en Escuela Unitaria (para Creando Canarias).
S/C de La Palma, 19 de julio de 2017.
(1) Acuerdo Marco: https://drive.google.com/file/d/0B3BT8Uo_zyb6X2tweElFcXB1aGc/view
(2) Ley Canaria de Educación (ver artículo 56): https://www.gobcan.es/boc/2014/152/002.html
Resolución aprobada: https://www.gobiernodecanarias.org/opencmsweb/export/sites/educacion/web/_galerias/descargas/normativa-internas/Resolucion_Unitarias_2015.pdf
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