Tindaya, sacralizada,
cuna de nuestra cultura,
seña de Fuerteventura
por los mahos venerada.
Hoy la miras extasiada,
sabiendo que es el momento
de impedir cualquier intento
de destruir nuestra historia,
pues nos dice la memoria
que ya existe el monumento.
La montaña está en oferta
para que gentes extrañas
perforen en sus entrañas
y su entorno se pervierta.
Es una trama encubierta
que indignación nos provoca,
y por ello nos coloca
siempre en el lado de enfrente,
diciendo con voz potente
que Tindaya no se toca.
Margarita González Cabrera, para Creando Canarias