Este artículo es en contrarréplica al artículo “Cohesión territorial o cantonalismo” de Enrique Bethencourt.
Las Islas Canarias son tan plurales como asevera su geografía y creo que es ahí, precisamente, donde reside su tremendo futuro como pueblo: en su pluralidad de voces, en su unidad en la diferencia. Convertir cualquier debate sobre el equilibrio de Canarias en una dicotomía de máximos, entre cantonalismo o cohesión, es un truco tan viejo como repetido, por ejemplo, cuando al calor del debate catalán algún periodista de 13 TV al que le pesa mucho en el bolsillo el carnet de afiliado plantea qué pasará cuando Tarragona no quiera ser parte de la Cataluña independiente. Para que quede claro: extremar las posiciones para borrar el debate.
Agricultura e industria en Lanzarote
La situación del tejido agrícola e industrial en Lanzarote no es nada halagüeña, por la globalización, por la inoperancia del Gobierno de Canarias y especialmente por la inacción del Cabildo de Lanzarote, y los Ayuntamientos de esta isla, que en las últimas décadas han entregado su alma al sector servicios. Aún así, el esfuerzo de muchos empresarios y campesinos hace que en Lanzarote se mantenga un incipiente mercado agrícola e industrial, que lejos de aplastar hay que incentivar.
En el marco agrícola, al margen de las productos denominación de origen, como el vino, y en menor medida queso, y batatas de jable, cuya salida es indiscutible por su exclusividad, hablamos de productos agrícolas de consumo diario, la mayoría de ellos en manos de humildes tenedores de minifundios, que tratan de colocarlos en las fruterías y los supermercados locales. Es a estos precisamente, al escaso campesinado lanzaroteño, al que le ataca de forma más dura la medida de la subvención al transporte interinsular del 100%, haciendo prácticamente inviable su competencia con productos llegados a coste cero de economías de escala mucho mayor: tomates, cebollas, lechugas, papas… un fomento absolutamente descarado del abandono del campo en Lanzarote, que nos obliga a centrar exclusivamente nuestra producción en aquello que Gran Canaria no produce o no puede producir. En lo laboral, en lo económico y en lo paisajístico supone un duro golpe en la posibilidad de retomar el agro lanzaroteño o mantener lo que se tiene, y en lo medioambiental, también obstaculiza un principio básico, que a estas alturas debería regir cualquier decisión de los partidos progresistas, que es incentivar el consumo local, producto de kilómetro cero, promover que lo que se produzca en un territorio sea consumido en el mismo, en vez del producto transportado en barcos movidos por combustibles fósiles. De cajón.
En la rama industrial me voy a permitir señalar el ejemplo paradigmático de Harinera Lanzaroteña S.A a cuyo Consejero Delegado le agradezco que me haya permitido nombrarles en este artículo. Sirva como analogía de la situación en que se encuentran muchos negocios en Lanzarote. Una empresa lanzaroteña, productora de harina, que en los últimos años ha visto roto el equilibrio existente hasta entonces: el precio final del producto en Lanzarote siempre se encontraba por debajo del mismo, aún a costa de reducir los márgenes de beneficio, del mismo producto venido desde Gran Canaria. El final de ese equilibrio causado por el uso fraudulento de la política de subvenciones Estado- Canarias, sumado al aumento paulatino de la subvención al transporte interinsular, ha supuesto que una empresa de Lanzarote sea sometida a una pugna desigual por el mercado lanzaroteño, un capitalismo ficcionado, de amiguetes, donde el marco legal, elaborado en los centros de poder soplan a favor de una empresa en detrimento de otra. El perjudicado nuevamente es el pueblo de Lanzarote, que pierde puestos de trabajo y riqueza.
Objetivos espurios
Es asombroso comprobar hasta qué punto este tipo de subvenciones persiguen precisamente hacer de las Islas No Capitalinas mercados sujetos a las decisiones productivas de las correspondientes Islas Capitalinas. La subvención al transporte interinsular reflejada en el RD 170/2009 propone, ahora tras la aprobación presupuestaria, que como máximo se alcance el 100% del coste del transporte sometido a la disponibilidad presupuestaria y de acuerdo con la valoración que hace la Delegación del Gobierno en Canarias. De esta forma, los porcentajes de la subvención son lo suficientemente flexibles y meramente orientativos para que varíen en función de intereses políticos y económicos, siendo imposible asegurar que no exista un uso de la subvención pactado en función de las islas que lo soliciten y al lugar a donde vaya la mercancía.
Tanto es así, que el Gobierno de Canarias sobre la misma subvención otorgada por la Comunidad Autónoma, es mucho más explícito, y en la Orden de la Consejería de Obras Públicas y Transportes, de 2 junio de 2016, por el que se regulan las bases reguladoras de la compensación del transporte interinsular de Mercancías, recoge claramente en la Base Segunda 2. que el porcentaje máximo del tráfico entre las islas capitalinas será del 50%, mientras en que entre las Islas No Capitalinas y las Islas Capitalinas será del 100%. Es decir, que los mercados que podrían ser competitivos mantienen los costes del transporte, y los mercados absolutamente desiguales se elevan al 100%.
Evaluar las políticas públicas
Existe una máxima en las políticas públicas que indica que a cada decisión le corresponde una evaluación. Con el aumento de la subvención al transporte interinsular en 2012 hasta el 70%, la cesta de la compra en Lanzarote seguía siendo en 2016 la tercera más alta de Canarias, y de las más altas de todo el Estado español, con una variación incluso a peor, por lo tanto más cara,(*) en relación a los datos previos a la toma de la medida, por lo que el objetivo principal, habría fracasado rotundamente, mientras que el margen de beneficio de algunas empresas aumentaban decididamente. Ni turistas, ni habitantes de las Islas No Capitalinas se han beneficiado sustancialmente de la ayuda al transporte interinsular. La evaluación no tendría otra intención que disuadir de cometer los mismos errores, tal como finalmente hicieron Partido Popular, Ciudadanos, Coalición Canaria y Nueva Canarias en los Presupuestos Generales del Estado 2017.
(*) Datos del ISTAC: índice de Paridades del Poder Adquisitivo (PPA) son índices que muestran las diferencias de precios entre las islas de Canarias. Periodo desde que se aumentó la subvención al transporte interinsular al 70% hasta 2016.
Entender Canarias
Es osado arrogarse la representación más allá de uno mismo cuando escribe con su nombre y apellidos, ya sea de un partido o de un conjunto de islas, por eso, animo a dejar a las Islas No Capitalinas a reclamar lo que consideren sin que se obligue a materializar de una única forma los evidentes costes de la doble insularidad.
Y es que, Canarias, deseos aparte, es un territorio archipielágico extremadamente desigual, que demanda medidas acordes a su realidad geográfica y social. Esa autopista figurada que supone la gratuidad del transporte intersinsular, se hace cuesta abajo y rápida para las Islas Capitalinas y cuesta arriba y tremendamente lenta para las Islas No Capitalinas. Es erróneo confundir igualdad formal con igualdad real: una medida que iguale sobre el papel puede profundizar en la desigualdad real, y son muchas y de muy diverso tipo las experiencias que lo demuestran.
Lejos de apuntalar el modelo de las dos velocidades, de las dos Canarias con un igualitarismo falaz, para cohesionar Canarias hace falta comenzar a conjugar palabras como equidad y equilibrio territorial, y para eso es necesario demandar que también en la rama fiscal y económica se atienda a los condicionantes geográficos, sociales, históricos, de los ocho territorios habitados.
Habrán algunos que, no sin razón y fruto del desequilibrio evidente, dirán que más vale que se invierta ese aumento de la subvención en una Unidad de Radioterapia que evite que los lanzaroteños y gracioseros tengan que viajar hasta Gran Canaria para darse tratamiento, o quizás pedirán que se invierta en el Campus Universitario de Lanzarote o en iniciar un proceso de descentralización de la Administración Autonómica. Hipótesis al margen, se hace una labor fundamental debatir, como en estos renglones hago, sobre los incentivos económicos y la fiscalidad interna con el objetivo último de equilibrar el Archipiélago, al margen de soluciones homogéneas incrustadas con calzador que divide Canarias en, por un lado, productores agrícolas e industriales, y, por otro lado, consumidores con escasas excepciones de producción en algunos productos agrícolas.
Y se hace especialmente fundamental cuando, al calor de mi artículo, se concatenan tantos calificativos y algún que otro titular grandilocuente, que indican que el conflicto gravita ya en torno a la idea de entender Canarias. En relación a eso diré que esta tierra demanda romper los esquemas heredados de tiempos pretéritos que se acabaron consagrando en el Estatuto de Autonomía y que dibuja un proyecto de Archipiélago centrípeto que genera canarios de primera y de segunda en función del lugar en el que nace.
Estoy convencido además que mi estimado Enrique Bethencourt comparte este diagnóstico, a pesar de que con su réplica, supongo que de manera involuntaria, lo perpetúe.