¡Qué país este, Canarias, tan chico pero tan grande para tantas cosas! Hoy me vengo a acordar de la gastronomía, por ejemplo, de ingredientes de sabor y frescura que otros sólo sueñan y de variedad casi interminable. Ahí tienen si no uno de los platos básicos de la cultura gastronómica isleña, el potaje. Pocos platos más sanos y reconstituyentes, por no hablar ya de la evocación emocional que nos genera la sola mención de la palabra. Pero es que el potaje se lo puede usted mandar de verduras, de colinos, de hinojo, de jaramagos… de los cuales casi cada hogar tiene su propia versión. Y no se olviden del emblemático potaje de berros, con su ñame, su carne de cochino, su piña de millo, su gofio y su conduto de queso. Hay un antes y un después tras mandarse un potaje así, caballeros y caballeras.
Pero para potaje, el de Melisa Rodríguez, de Ciudadanos. Ese sí que es un guiso que no hay por dónde cogerlo. A estas alturas todavía estoy decidiendo si lo de Melisa Rodríguez es en serio y ella se cree lo que dice, o si es un sentido homenaje a Mario Moreno, Cantinflas. Lo que sí tengo claro es que guisar un potaje de este calibre en cinco o seis párrafos no está al alcance de cualquiera.
Viene a decir la diputada de Ciudadanos que el anuncio oficial para conmemorar el Día de Canarias 2017 tiene «tintes independentistas» y que «fomenta la ruptura y la separación«. Vamos, que la Coalición Canaria de Clavijo, el que se inclina ante el rey de España cuando lo saluda, o de Oramas la del sentido de Estado, procesión y desfile militar con mantilla, tiene en realidad una agenda independentista oculta. Es más: pretenden hacer del Día de Canarias una «declaración de independencia«.
¿De verdad cree Melisa Rodríguez que un partido con la trayectoria de CC alberga veleidades independentistas, que saca ahora a relucir? Imposible, nadie es tan corto. Está claro que la hipótesis cantinflesca es la buena y Melisa Rodríguez en realidad está dotada de un humor agudísimo y sus declaraciones son un sutil dardo envenenado para una Coalición Canaria que cada vez que se dice nacionalista provoca carcajadas por donde va. ¡Qué fina ironía la de Melisa Rodríguez!
Lo único es que tendría que actualizar un poco el repertorio de chistes, porque aquello de gritar ¡independentista! cada vez que alguien relaja el cuello y deja de mirar para España está muy visto ya desde los años 70. Es aquella paranoia obsesiva de cuando Él habitaba entre nosotros (que diría José A. Alemán) de confundir identidad con independentismo, como explicó otro Alemán, este de nombre Manuel. Melisa Rodríguez califica el discurso del Gobierno y del Presidente Clavijo de «caduco«, pero creo que el tufo a rancio y apolillado le llega en verdad de sus propias declaraciones. Con ubicarse en parámetros del siglo XXI y abandonar por fin los años 70 tiene la diputada el problema arreglado.
La madre de la baifa está en que el anuncio habla de Canarias como país, y eso parece que en Ciudadanos no gusta, vaya por Dios. Y dice Melisa Rodríguez no sé qué (la redacción no es muy clara) de ser español o europeo. Me alegra que me haga esa pregunta, como dice el otro, porque casualmente en Europa existe un lugar que llaman el País Vasco que no es independiente, pero sí se llama país, con toda normalidad. Algo parecido ocurre con el País de Gales, que sin ser independiente también es país. Espero no haber levantado la liebre y que la diputada tinerfeña dirija ahora sus invectivas contra unos y otros, pido disculpas preventivas ante vascos y galeses.
Pero es que también en Europa tenemos casos como el de las Islas Feroe, de autonomía rayana en la independencia (siendo danesas están fuera de la UE, y la UE tiene que negociar con ellas cuestiones como la pesca), o las Islas Åland, de amplísima autonomía, desmilitarizadas, con prácticas comerciales libres de impuestos, restricciones a la residencia y la adquisición de bienes inmuebles, un régimen económico y fiscal propio, un tope fiscal máximo, capacidad decisoria en la postura del Estado ante la UE… Son ejemplos de autogobierno que pondrán los pelos de punta en Ciudadanos, pero que son una realidad plenamente asentada en la UE. A nadie le extraña que se llamen países, sin ser independientes. Es posible que Melisa Rodríguez ignorara estos y otros ejemplos cuando dijo aquello de ser español y europeo que no se entendía muy bien, pero aquí tiene de donde halar del hilo, en lo que va actualizando el repertorio.
El potaje de Melisa tiene cantidad de ingredientes insospechados. Primero le afea la conducta a Clavijo porque pide fondos en España y en Europa, como si eso fuera ilícito, como si eso no fuera una práctica normal y habitual, máxime con las cantidades ingentes de dinero que proporciona Canarias a España y Europa. Después, le exige que «abandone el doble discurso«, y ahí sí atina de pleno, porque no se puede ir de nacionalista por llamar Canarias país una vez al año (el resto del tiempo somos región) mientras promueves la ley del suelo o la ley de las islas verdes (fíjate tú, tampoco va mal de ironía Clavijo, la verdad).
Voy acabándome ya el sabroso potajito cuando me encuentro con que «sólo desde la unión se conseguirá el verdadero desarrollo del archipiélago«. Y casi se me saltan las lágrimas. Melisa Rodríguez culmina su creación apelando a la unidad de las ocho islas. Cuánta razón. Sólo unidas de la mano unas y otras lograrán estas Islas un pleno desarrollo como país, sin dejarse asustar por agoreros emperrados en asustarnos con cuentos de viejas para que no despleguemos nuestro potencial. Sólo unidas y hermanadas las ocho tendremos la entidad suficiente como para no amedrentarnos ante el tono amenazante de algunos y algunas que quieren perpetuar épocas pretéritas que nadie más quiere ya.
Por su claridad analítica le auguro a Melisa Rodríguez una carrera brillantísima. Y a nosotros, risas aseguradas.