
Se acerca el Día de Canarias y comercios, supermercados y centros comerciales aprovechan para hacer su agosto en pleno mayo. No lo critico, pero no deja de ser la misma táctica que hace unas semanas con el Día de la Madre, y antes con el Día de los Enamorados o el importado Halloween. El objetivo, al fin y al cabo, es vender aprovechando el calendario. Por unos días se ponen de moda las papas arrugadas, el chorizo de Teror, el traje de maúro o mago, suena música canaria, principalmente isas, malagueñas y folías, y todo está engalanado con el blanco, azul y amarillo de la enseña canaria. Luego está el Centro Comercial Atlántico en Vecindario que adorna un espacio conmemorativo con banderas españolas. ¿Qué sentido tienen esas banderas tras más de un cuarto de siglo de autonomía, tiempo en que los canarios se han familiarizado con la bandera canaria? Habría que preguntarle al grupo gallego dueño del recinto comercial, aunque el error tiene pinta de tener una explicación más local y mundana.
Asociado a este irrelevante hecho, cargado de simbología, me vienen varias reflexiones a la cabeza. ¿Se imaginan que en los Días de Cataluña, País Vasco o Galicia la decoración esté basada en banderas españolas? ¿Acaso un Día de la Comunidad de Madrid, de Murcia? He estado en Madrid varios 2 de mayo y la mayoría son banderas de la Comunidad, a pesar de que se puede entender que ese día también cabe la española. ¿Por qué los Días de la Hispanidad no están protagonizados por la bandera de la Unión Europea? Para quien esté pensando en darme un golpe en la cabeza con mi DNI, un momento de atención. Si observan la foto, no están las banderas españolas acompañando a las canarias, sino sustituyéndolas. Cualquiera que haya estado en Canarias más de dos 30 de mayo sabrá lo rebuscado de la insólita, descontextualizada y dantesca situación.
Fuera del ámbito de lo simbólico, un diputado canario está en el punto de mira de todo el Estado. Pedro Quevedo, el diputado 176, cifra su voto en unos 500 millones de euros para Canarias. 49 enmiendas a los Presupuestos Generales del Estado que incluyen para Canarias 100 millones para atención a dependencia, 51 para carreteras o 42 para políticas de empleo. Subyace detrás la reforma del Estatuto de Autonomía de Canarias y por ende la reforma del Sistema Electoral Canario. El pulso ha abierto la caja de los reproches en la prensa de Madrid o afín a ciertos intereses centralistas, que pueden tolerar que pidan los vascos pero que los canarios nos conformemos con lo que limosnea Coalición Canaria. Eso a pesar de que Cristóbal Montoro, titular de Hacienda, ha reconocido que Canarias ha estado durante cinco años infrafinanciada. Pero dentro de las lógicas del sistema autonómico español no hay espacio para las reclamaciones canarias.
Si me piden una valoración, a uno se le queda el cuerpo frío con el hecho de que alguien que se califica nacionalista de izquierda canario pueda apoyar unos presupuestos neoliberales, máxime cuando son elaborados por un partido asediado por la corrupción que tendrá que dirimir la Comisión Parlamentaria, por cierto, liderada por Quevedo. Tampoco me apasiona el papel de conseguidor que ya encarnó Mauricio. Sin embargo, bajando al fango de la política, un arte lleno de contradicciones, se me ocurren varias reflexiones. La primera es la necesidad de tener, de una vez por todas, un nuevo Estatuto de Autonomía con mayores cotas de autogobierno. Es imperativo superar el marco encorsetado del Estatuto actual. Con ello también dejaríamos, de una vez por todas, el injusto Sistema Electoral Canario. En segundo lugar, una pregunta; ¿cuándo han sido justos los Presupuestos Generales del Estado? Recuerden los de la segunda legislatura de Zapatero. Muy sociales no eran… En tercer lugar, otra pregunta; ¿qué debe hacer el nacionalismo canario para arrancar partidas económicas para el desarrollo de las islas que han sido sistemáticamente negadas por el Partido Popular? Si la jugada de Quevedo sale bien, Canarias contaría con más fondos para cuestiones urgentes y una reforma del Estatuto en la gaveta que podría propiciar mayores y mejores proyectos desde aquí.
A Quevedo se le pueden criticar muchas cosas. Una de ellas es el hecho de que compagine su cargo de Concejal de Turismo en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria con el de diputado del Grupo Mixto en el Congreso de los Diputados. Probablemente Nueva Canarias cuente en sus filas con personas preparadas para que se dediquen en cuerpo y alma a uno de estos cargos. La combinación de varias funciones en política es una práctica aberrante que Nueva Canarias está permitiendo. Dejando este hecho de lado, en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado se pueden dar algunos pasos, tímidos, pero algunos pasos en una justa financiación de las islas. Según Quevedo la deuda real del Estado con Canarias es de unos 8.000 millones de euros. Por lo tanto, la petición no es disparatada y es imperativo obligar al PP a regular su dejación de las islas. El problema es que no estamos acostumbrados a poner en apuros un tema estatal tan importante como los Presupuestos por nuestras reivindicaciones. Ellos así lo perciben y por ello se quejan, pero no siempre tiene que estar todo decorado con su bandera y nuestro rostro borrado.