
Siempre las perversiones vienen del Puerto. Si aparece un Drag vestido de Virgen y Cristo crucificado, será cerca del Puerto, en Santa Catalina. Por cierto, la denuncia que presentaron los supuestos abogados cristianos no prosperó y fue desestimada por la Fiscalía al no ver ánimo de ofensa. En otros tiempos, el lugar donde la moral nacional-católica estaba atacada era la Calle Andamana. Por si fuera poco, cerquita de Andamana está la sede del sindicato portuario Asociación Sindical de Estibadores Portuarios (ASEP). Gracias a las luchas obreras de ayer y hoy, mantienen condiciones laborales que algunos califican de privilegiadas, sin darse cuenta que son los demás los que están por debajo de lo que deberían cobrar.
En plena época de recortes sociales y laborales, los portuarios salieron casi indemnes. Eso pese a que existe desde 2011 el decreto europeo para liberalizar la estiba. El gobierno de Mariano Rajoy quiso primero arrebatar hasta el alma de los derechos del resto de colectivos menos organizados y dejó que la estiba siguiera con el sistema «privilegiado» que ahora se ataca. ¿Por qué ahora? Seguramente por una cuestión de oportunidad. Con el PP en minoría había que escenificar que aquello es ingobernable y con esto tener una excusa para proponer unas nuevas elecciones más pronto que tarde. Unos nuevos comicios que dibujan un panorama muy favorable para los intereses del Partido Popular, toda cuenta de los desórdenes de PSOE y Podemos. Ciudadanos bien, gracias, es un buen apoyo.
Como los gurús del gobierno habían planeado, la votación sobre la regulación de la estiba se perdió el pasado viernes. Ahora, el caos. Hablan de una multa diaria de 134.000 euros. Con todo lo grave que eso pudiera parecer (nadie se plantea discutir la medida a Europa), otras multas europeas preocuparon menos a los populares, como la de la normativa de los desahucios o los vertidos al Mediterráneo. La vara de medir del Partido Popular.
El Ejecutivo de Rajoy forma parte de ese grupo de gobiernos conservadores que han acosado el Estado del Bienestar. Concretamente al tercer grupo. Hubo dos anteriores en el siglo XX y principios del XXI. Antonhy Giddens describe en su libro «Sociología» las dos corrientes anteriores. Margaret Thatcher y John Major en Gran Bretaña entre 1979 y 1997, y Ronald Reagan y George Bush en Estados Unidos entre 1980 y 1992, ocupan la primera época. George Bush hijo entre 2000 y 2008, la segunda. La tercera vendría tras el arribo de la crisis económica, en la que estas políticas conservadoras se imponen claramente como respuesta, pero con políticas todavía más austeras. Estos gobiernos se caracterizan por la liberalización del mercado y la reducción de los servicios públicos. El resultado pocas veces es el crecimiento económico, sino el aumento de la brecha entre ricos y pobres, según Giddens. Dentro de este paradigma, los portuarios sobreviven como última resistencia del trabajo digno, los salarios participan de las ganancias empresariales, no solo de las pérdidas, y mantienen una estructura de trabajo en la que los obreros tienen un peso importante.
La parábola del estibador, perdónenme las Sagradas Escrituras, consiste en aprender que en la movilización se pueden parar los recortes laborales. El gobierno de Rajoy no fue contra ellos porque los presumía movilizados, atentos a la enseñanza. El resto de colectivos sí fueron atacados por los recortes laborales y la Reforma Laboral. Imaginen si las movilizaciones que llevan a cabo los portuarios se trasladaran a todos los ámbitos y esa fuera la respuesta contra la Reforma Laboral. Probablemente, no nos pasarían las cosas que pasan en Canarias, donde tenemos el empleo más barato por hora trabajada. Sí, con récord turístico.
Nosotros ya hemos probado los resultados de la movilización en la imposición del petróleo. Sí, al final lo llevaron a cabo, pero hasta el mismo Brufau reconoció que habíamos sido un dolor de muelas. Los portuarios, privilegiados o no, tienen empleo digno y son partícipes de lo que producen. En 2015 se movieron en todos los Puertos del Estado más de 500 millones de toneladas. De ellas, 23.611.648 en el Puerto de Las Palmas y 12.627.957 en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife, con un crecimiento de este último de un 7,19%, uno de los puertos que más crece. ¿Pueden decir lo mismo los trabajadores del sector turístico? He ahí la cuestión y donde radica el principal problema. Ésta es la parábola del estibador. Sin pecado concebido.