Querida niña:
No te voy a engañar. Aunque vayas a nacer en 2017, no vienes a un mundo en el que exista igualdad entre mujeres y hombres. De una forma u otra, la igualdad, aunque se ha avanzado bastante en los últimos años, no es una realidad. Te voy a hablar de mujeres, las de ayer, las de hoy y las de mañana.
Esta semana, que celebramos el Día de la Mujer Trabajadora, me acuerdo de muchas historias de mujeres que he conocido. Mujeres que sufrieron maltrato de sus maridos y aún así, gracias a su trabajo en el campo, sacaron adelante a sus diez hijos. No les estaba permitido separarse, tampoco pararse. Mujeres que parieron a 20 hijos y cuyo caldero nunca dejaba de producir platos y platos de comida. Mujeres que construyeron sus casas con el sudor de su frente, convirtiendo cuartuchos en viviendas dignas. Dejaron sus cuevas y se instalaron en la costa, en barrios que luego serían periféricos, en los que creaban un imaginario social parecido al cumbrero, matando así el desarraigo de dejar lo que habían conocido. En las azoteas no faltaban las gallinas, la cabrita, las palomas, el perro de la tierra…
Mujeres que cambiaron Juncalillo por Berriel, Artenara por El Calero, Lugarejos por Marpequeña, Acusa por Las Rehoyas. Si no sabes donde están esos lugares, te cuento que están lejos entre sí. Remangaron sus trajes y sacaron adelante a sus familias, haciendo auténticos malabares. Colgaron su bolso en el hombro y pidieron explicaciones a los explotadores, algún bolsazo recibió Saturnino el del Sindicato Vertical. Eso en su juventud. En su madurez hicieron lo propio por los nietos. Si a alguno de ellos le faltaba un diploma por un dibujo, ellas fueron a defender a los suyos. No se podía permitir que un nieto tuviera recompensa y otro no.
Ellas construyeron nuestro pueblo, ellas son el germen de todo lo que vas a encontrar y no las podemos olvidar. Piensa en su fuerza cuando te falten fuerzas, cree en su ejemplo. En tus venas corre su sangre. Sin embargo, piensa que el mundo que te vas a encontrar es distinto. No aceptes ni por asomo una sola ofensa, física o verbal. Quien te quiere no te hará daño. Tú no tienes un rol preestablecido por el sexo con el que naciste. Si te quieres sentir orgullosa de ser mujer, hazlo. Pero ni siquiera eso te condiciona nada, al revés. Como límite el cielo, como paredes el mundo entero.
Tu cuerpo es tuyo, nadie manda sobre él. No eres un objeto, eres un ser humano. Si te quieres vestir de una forma, hazlo, si lo quieres hacer de otra, pues de esa manera. No tienes que ser femenina, ni recatada, ni escotada… Tienes que ser como tú quieras ser. Respeta, pero también hazte respetar. Decide, el verbo decidir es esencial en una vida libre y sana. Quien no te deje decidir, quien te quiera controlar, quien quiera que estés atada, aléjalo, es tóxico.
Te cuento que hay muchas personas que son machistas, hombres, pero también mujeres. No les hagas caso, viven en el tiempo de esas mujeres, incluso se escandalizarían con algunas actitudes de ellas. Para estas personas, un hombre tiene carácter, una mujer es una histérica; un hombre es un triunfador, una mujer una trepa; un hombre es un «don Juan», una mujer una buscona; un hombre tiene tiempo libre, una mujer es una ociosa. Todavía hoy es así. Algunos lo ven normal, pero no lo es.
No te tomas mi texto como un mandato, es simplemente una serie de prevenciones para el mundo que te vas a encontrar. Formas parte del selecto grupo de las mujeres del futuro, ese que está llamado a dar el cambio definitivo. El próximo 8 de marzo ya estarás aquí, y conocer lo que te vas a encontrar, te puede ayudar. Recuerda lo que te decía antes, que es el mejor resumen de lo que te quiero contar; como techo el cielo, como paredes el mundo entero. Nos vemos pronto.