Llevo algunas semanas rumiando este artículo y si no me decidí a publicarlo antes fue simplemente porque estaba esperando por los respectivos desenlaces de dos episodios, por otra parte bastante previsibles: la crisis del Cabildo de Gran Canaria por la expulsión de Juan Manuel Brito de Podemos y el resultado de la Asamblea Vistalegre II. Ahora que se dispone del cuadro completo, creo más conveniente compartir con ustedes algunas reflexiones y deseos más o menos íntimos.
La tremenda novedad, ilusionante para mucha gente, que supuso la aparición de Podemos en Canarias se puede dar por definitivamente clausurada. A estas alturas, creo que es poco realista pensar en Podemos como espacio de encuentro, aglutinamiento, renovación de la política, representación de mayorías sociales, etc. La agónica situación de Sí Se Puede dentro de Podemos, cautivos y desarmados, deja poco lugar a dudas. La pujanza y mejor posición orgánica de los sectores más representativos de lo que podríamos denominar como “nueva ortodoxia” empuja a Podemos en Canarias a convertirse en una suerte de PCE 3.0, prematuramente envejecido y menos capaz de atraer a sectores amplios de la sociedad que sintonicen con un mensaje que en boca de sus dirigentes y aparatchik varios suena poco creíble. El que Meri Pita sea elegida para llevar el asunto de la plurinacionalidad en Podemos no deja de ser un chiste, como cuando durante el turnismo los gobiernos españoles incluían a un ministro canario para los asuntos de las colonias de Ultramar. En la discusión entre el modelo “franquicia” de Errejón y el modelo “sucursal” de Iglesias, ganó el segundo por aplastante mayoría. Dicho en lenguaje podemita, pérdida de transversalidad y centralidad del tablero, patria “española” y país “español” para todos.
Así las cosas, me gustaría reflejar aquí lo que por ahora no son sino mis apetencias y deseos personales, pero, oigan, muy respetables. Difíciles de cumplir, pero en absoluto imposibles. Pienso que en SSP deberían hacer una profunda reflexión autocrítica sobre su aventura dentro de Podemos, evaluando aspectos positivos que haya podido haber y los aspectos negativos que seguramente ha habido. Llegando hasta el final de dicha autocrítica, reflexionando sobre los sectores y personas que han perdido por el camino, por ejemplo. Como dice el viejo chiste comunista, “les voy a hacer la autocrítica” y ya que están, reexaminen, por favor, su más que errónea política de ninguneo desde el prejuicio y desconocimiento de lo que es Somos Lanzarote, por ejemplo. Y puestos a desear, me gustaría que concluyeran de la mejor forma posible su paso por Podemos antes de que Podemos acabe por destruirlos. En los próximos meses veremos quiénes están por un modelo tipo PCE 3.0 o por la nueva política desde Canarias.
Cuando uno se pone a desear, es un no parar, así que, ¿por qué no imaginar que NC y SSP llegan a algún tipo de acuerdo donde impere la sensatez y el sentido común? Al revés de como decía Suárez, pienso en “normalizar en la calle lo que ya es normal en las instituciones”. Si en el Parlamento de Canarias ambas fuerzas votan sistemáticamente juntas -sí, ya sé que el grupo es de Podemos- ¿qué sentido tiene tratar de hacernos creer que son opciones muy distintas? Se supone que uno está en política por ética y no por estética. En pocas palabras, no pienso que SSP esté más a la izquierda, en líneas generales, que NC y, desde luego, por el lado de la cuestión nacional, todavía tienen algunos tramos que recorrer.
Creo que un acuerdo así, contando con todas las dificultades que tendría para nacer, daría como saldo más beneficios que pérdidas. Pienso en un modelo en que NC acepte la posición prevalente de SSP en Tenerife y, de la misma manera, SSP haga lo propio con NC en Gran Canaria, abortando así cualquier posibilidad de competencia electoral. De paso, imagino procesos similares en La Gomera -única posibilidad real de acabar con el Casimirato-, en La Palma, Fuerteventura y El Hierro. Estoy pensando en acuerdos en Lanzarote donde Somos Lanzarote, que obtuvo mayor representación política que NC en esa isla, aporte no sólo su propia experiencia sino sus redes en otras islas. Des-subjetivizar tantos debates, perdonar, pedir perdón, volverse a hablar, abrir una botella de vino, o dos… ¿Qué más da? Si aquí estamos de paso… Estoy pensando, en fin, en un proceso donde todas estas personas que se dedican a la politica se pongan a la tarea de ganar la centralidad del tablero del país canario desde la transversalidad, si se quiere, porque se puede. Pero, sobre todo, desde “el análisis concreto de la realidad concreta” canaria, algo que no va a venir de ningún Vistalegre, pasado ni futuro, ni mucho menos desde la Secretaría General de Plurinacionalidad y Dos Piedras.
Llámenme iluso pero creo que un proceso así, como el que imagino, podría tener efectos muy positivos a todos los niveles. En el plano de la participación política, podría frenar el actual desencanto motivado por la deriva de Podemos para animar a la implicación activa de otros sectores, personas a título individual, etc. ¿Por qué no? No es voluntarismo, ya ocurrió antes. Vuelve ahora emocionado mi recuerdo de aquel pibe de dieciséis años que veía ilusionado como Pedro Lezcano tomaba la palabra en la Plaza de Santa Ana… “¡No quiero más maletas en la historia de la insular miseria!”. Pero, sobre todo, creo que esta verdadera marea canaria, que no viene del norte sino de nuestro sur, podría entrar con mucha fuerza en las instituciones, barriendo la seba apestosa que lleva tanto tiempo instalada en ellas, trabajando a favor de la construcción de una sociedad mejor, donde la gente de nuestras islas tenga una vida digna, servicios sociales públicos y de calidad, una educación canaria y universal en la que reconocernos, ciudades y pueblos saludables donde quepamos todos, mujeres y hombres en igualdad, orgullosas y orgullosos de sus raíces, un medio ambiente protegido para los de hoy y los de mañana… Nuestro país, por fin. Y esto no es un deseo. Es un deber.