No sé, aunque parece que provenía de la cuenta de Twiter de la citada área, si los responsables del Cabildo fueron los artífices de esas “recomendaciones para sobrevivir a un atasco”, pero después de más de veinte años en una cola diaria, invirtiendo el doble o el triple del tiempo que necesitaría para desplazarme desde mi casa hasta mi lugar de trabajo por culpa de las retenciones en la autopista del Norte, aquello me sonaba a una monumental tomadura de pelo. Unas “recomendaciones” que enlazan, hace unos días, con un viajecito en guagua que hizo el presidente del Cabildo y algunos alcaldes norteños desde Icod hasta Santa Cruz de Tenerife, a primera hora de la mañana. Los mismos que no han querido, sabido ni podido resolver el problema de la movilidad en Tenerife –todo lo contrario, lo han agravado hasta el nivel insostenible que hoy padecemos- tratan de comprobar lo que se siente, cada día, en un atasco que no volverán a sufrir nunca más.
Llevan décadas fomentando el uso del transporte privado como la mejor opción para moverte en la Isla. Desde incentivos a la compra y renovación de vehículos y publicidad agresiva para elevar al coche hasta la categoría de objeto a idolatrar, hasta la construcción de megainfraestructuras viales que pudieran absorber la desorbitada cantidad de vehículos que se mueven en nuestra Isla y que, por supuesto, significasen un buen volumen de negocio para los constructores “amigos” de aquellos responsables públicos que ponen el coche por delante de cualquier otra necesidad vital. Dos negocios, la venta de automóviles y la construcción de carreteras, que van indisolublemente unidos y que han beneficiado a unos pocos grandes empresarios y que nadie con responsabilidad política en nuestra Isla quiere entorpecer. Más bien todo lo contrario: las soluciones que se apuntan siguen insistiendo en más y más carreteras (tercer carril en las autopistas, vía exterior, anillo insular…) como solución a los atascos y a los problemas de movilidad. Es decir, la medicina que nos ha enfermado es la que se nos receta para curarnos.
Tenerife, aparte de otros muchos récords lamentables, ostenta el de ser uno de los lugares del Planeta más motorizados, con más de 800 vehículos por cada mil habitantes. De seguir así, en muy poco tiempo llegaremos a tener un vehículo por cada persona que vive en la Isla. Algo absolutamente disparatado y escandalosamente insostenible. Mientras tanto, llevamos años escuchando soluciones –fundamentalmente de más carreteras- y enfrentamientos ficticios entre el Cabildo y la Consejería de Obras Públicas del Gobierno de Canarias, en los que se acusan mutuamente de ser los responsables de los problemas de movilidad en la Isla y, de paso, evitan asumir responsabilidades ante el problema, acompañado del lastimeo constante ante el Estado español para que se nos de más dinero para seguir construyendo carreteras y, de paso, engordando las cuentas de algunos empresarios siempre dispuestos a sacrificarse por el bien de la Isla. Un panorama desolador que nos va empujando, cada día un poquito más, a la desesperación y el colapso en un territorio sobresaturado de vehículos, de carreteras, de egoísmos, de beneficios privados y de sinrazón.
Y es que el problema de la movilidad hay que afrontarlo desde parámetros diametralmente opuestos a los planteados por los responsables públicos. El modelo de vehículo privado no puede seguir siendo la alternativa, que hay que buscarla en el fomento y en el incremento del transporte colectivo, como viene planteando una parte importante de la ciudadanía y numerosos expertos en movilidad que, desde instituciones científicas como las universidades canarias, han planteado soluciones sostenibles y racionales a este inmenso problema que sufrimos la ciudadanía de a pie de Canarias [1]. Soluciones a la movilidad que pasan por una reorientación profunda de las relaciones de producción, por la descentralización de los servicios públicos, por el transporte colectivo, por la “penalización” al uso del vehículo privado y por la desaparición de la presión del lobby que pretende que los recursos económicos públicos acaben en sus cuentas privadas. En definitiva, el problema de la movilidad está unido al sistema económico capitalista y si no se produce un cambio en este modelo económico impuesto en las Islas, difícilmente podremos salir de la situación en que nos encontramos. Un ejemplo claro es cómo la implantación de grandes superficies comerciales han multiplicado las situaciones de atasco en la Isla, instalándose junto a las grandes vías de comunicación, potenciando el uso del transporte privado y generando numerosos problemas de movilidad que, como siempre, sus soluciones son afrontadas con el dinero de todas, vía presupuestos de ayuntamientos, Cabildo y Gobierno de Canarias. El consumismo desaforado, impulsado por las instituciones públicas; la concentración de servicios administrativos, sanitarios y docentes en el área metropolitana; la desatención y despreocupación por un transporte público, asequible, suficiente y de calidad; la ordenación urbanística orientada a la especulación y a la creación de una “ciudad-isla”; la promoción del transporte privado y de baja ocupación (las tasas de ocupación por vehículo en Tenerife son de las más bajas del Estado, alcanzando poco más de una persona por coche) y otras circunstancias, han convertido a la movilidad terrestre insular en un problema de dimensiones realmente preocupantes. Y una reversión de esta situación solo es posible desde el decrecimiento, la educación, la apuesta por un modelo de vida y de consumo sostenible, la potenciación del transporte colectivo, la renuncia a supuestas libertades individuales que nos ofrece el capitalismo (libertad de consumir cada vez más, libertad para usar vehículos de alto consumo energético, libertad para utilizar y desechar el plástico que queramos, libertad para ocupar y destruir el territorio…) y la consecución de mayor soberanía que nos permite la planificación de nuestro modelo económico y de nuestro territorio, sin condicionamientos impuestos desde concepciones continentales y ajenas a nuestra realidad insular.
Pero ya sabe: mientras esperamos, en el atasco diario, que esto suceda, no se olvide de encender la radio y de no enfadarse. No vale la pena porque la solución, como ya se nos dice desde arriba, no depende de nosotros. Resignación y a salir antes de casa.
José Manuel Hernández /Creando Canarias
[1] Como ejemplo, ver HERNÁNDEZ LUIS, José A.: “Tendencias de la movilidad terrestre en Canarias”. Universidad de LPGC. Consejería de Infraestructuras, Transportes y Vivienda del Gobierno de Canarias. Junio de 2006. Disponible en internet.