
La historia empieza en el Teleférico del Teide que gestiona una empresa llamada Volcano Teide Experience. Esta empresa desarrolla diversas actividades en el Parque Nacional como excursiones, senderismo, observación de estrellas, etc. y entre ellas figura la explotación del teleférico, ¡y nunca mejor dicho aquello de explotación!
En la página web de la empresa especifica que “Volcano Teide Experience es una marca registrada de Teleférico del Pico del Teide, S.A. que nace para promover y potenciar un acercamiento respetuoso, divulgativo, seguro y ameno al Teide, uno de los espacios naturales más importantes del mundo”.
El horario de funcionamiento está estipulado de 9:00 a 16:00 horas en invierno y de 9:00 a 17:00 horas en verano y la capacidad de la cabina es de 44 personas. Bueno hasta aquí todo bien, en principio. Mi sorpresa llega cuando veo que cada 10 minutos sube teleférico lleno de gente hasta la Rambleta; y cuando digo lleno, es lleno hasta los topes. Un montón de gente apretada como sardinas en lata en un espacio minúsculo. La última vez que tuve esa sensación fue en la guagua del instituto con mochila y todo incluida, pero sin asientos y rodeada de extraños. Aquello de extraños es porque todo el mundo era extranjero, turistas que habrían comprado la experiencia de subir al pico más alto en alguno de los stands de los hoteles masificados o a través de los “bienintencionados” tour operadores. Por un momento me sentí como una especie en peligro de extinción, dos canarios en nuestra tierra, en nuestro Teide en medio de un montón de gente pululando. Esto es lo que la empresa entiende por un acercamiento respetuoso…
La Ley 30/2014, de 3 de diciembre, de parques nacionales define “los parques nacionales como espacios naturales de alto valor ecológico y cultural, poco transformados por la explotación o actividad humana (…) poseen unos valores ecológicos, estéticos, culturales, educativos y científicos destacados, cuya conservación merece una atención preferente…”. Por lo tanto, el monumento de El Teide y en concreto el cono, no debería soportar tanta cantidad de gente a diario porque entra en directa contradicción con los principios de conservación de un lugar de alta fragilidad. Afortunadamente el acceso al pico está restringido a los que hayan solicitado el correspondiente permiso.
Pero claro, donde hay negocio no hay escrúpulos, y éste es un negocio redondo. Tan redondo que de seguir así y con un poco de humor asistiremos en breve a las reivindicaciones para poner la segunda estación de teleférico.
El auge del turismo alternativo y los deportes de naturaleza que cada vez tienen más adeptos hace que el Parque Nacional Las Cañadas del Teide empiece a convertirse en un recurso interesante para quienes venden algo alternativo pero con la forma tradicional. Llevar el turismo de masas a espacios protegidos con guaguas y gente a granel es vergonzoso, pero más vergonzoso aún es que lo estemos permitiendo.
Nuestro “querido” gobierno con Coalición Canaria al frente (como no) y su impulso de las políticas de privatización en todos los sectores es el principal responsable de esta situación de sobreexplotación del que es un símbolo de nuestra identidad.
Davinia Rodríguez/ Creando Canarias