
A principios de junio recibí una inesperada llamada de Ruyman Afonso, primogénito de nuestro paisano y figura señera del independentismo canario contemporáneo el garachiquense Hermógenes Afonso de la Cruz, conocido también por el combativo sobrenombre de Hupalupa. Dado lo inusual del contacto telefónico, no era difícil imaginar que algo excepcional le animaba a comunicarse conmigo. Caí inmediatamente en la cuenta, porque días antes había leído la noticia en la prensa, de que con toda seguridad la llamada estaba relacionada con la publicación del libro de su hermana Yaiza sobre la figura y la obra de su padre. Así que sin darle tiempo a que me dijera nada, y dando por hecha la razón de su llamada e intuyendo que la hacía para participarme del acto e invitarme al mismo, le espeté a Ruyman un contundente “Ya sé que tu hermana Yaiza va a presentar un libro el día 24”. A lo que mi interlocutor, sorprendido, respondió con una carcajada que venía a confirmar mis sospechas, pero para decirme también que querían presentar el libro en Garachico y que contaban conmigo para tal cometido. El sorprendido entonces fui yo, porque me temía que la idea salía del propio Ruyman que ciertamente sabía, valgan verdades, como muchos de los amigos presentes hoy aquí, que mi posicionamiento político con respecto a Canarias distaba y dista mucho del planteamiento defendido en su día por su padre. Con todo y a pesar de todo, tanto Ruyman como la propia Yaiza, a la que con cierta preocupación imaginé en este lance mal asesorada por su propio hermano, insistieron en hacerme partícipe directo del feliz acontecimiento que siempre supone la presentación de un libro, máxime cuando, como en el caso que nos ocupa, para la autora y su entorno familiar, este suceso, veinte años después de la muerte del biografiado, tiene mucho de emoción contenida durante décadas, de sincera gratitud al faro que guió sus vidas y de reivindicación sentida del patriota luchador que creyó firmemente en lo que defendía. Al mismo tiempo este libro supone una valiosa contribución al mejor conocimiento de la auténtica personalidad de nuestro protagonista, en tanto en cuanto el testimonio que nos ofrece Yaiza, devociones filiales al margen, es una muestra de primera mano que, ciertamente, permite aquilatar -en gran medida- el perfil humano de Hermógenes Afonso de la Cruz. Así que el que sus hijos hayan pensado que quien ahora les habla era la persona adecuada para honrar, aquí en el Garachico natal, la memoria del padre ausente y añorado, presentando la obra primera de Yaiza Afonso Higuera, expresiva escritora que intenta con ella, bajo el sugerente título de “Hupalupa. Memoria desde tus vivos”, restañar las heridas de la incomprensión y el olvido, sinceramente me honra por lo que tiene –por parte de ellos- de generoso depósito de confianza, resultado más bien del afecto y la amistad que de la afinidad política, aunque ciertamente son muchos – todo hay que decirlo- los valores universales compartidos.
No tuve la oportunidad de conocer personalmente a Hermógenes Afonso de la Cruz. Solo me cruce con él, creo recordar, una vez, aquí en Garachico, con motivo de las elecciones locales de 1987, en las que me presenté en las lista del PSOE al Ayuntamiento y me encontraba como apoderado del partido en la mesa electoral ubicada en el antiguo Colegio San Isidoro. Allí llegó él como representante de la formación política en la que militaba entonces, no sé si era el FREPIC-AWAÑAC constituido un año antes, y se identificó como tal ante los presentes. Lo recuerdo, porque me llamó mucho la atención y son de esas imágenes que se te quedan en la retina, como lo describe Yaiza en su libro: tocado con “sombrero negro de mago”, elemento que para él -como bien señala su hija en el texto- más que una simple prenda de vestir era una seña reverencial y de respeto radical hacia quienes, como su abuelo y su padre, creía herederos y depositarios de la verdaderas esencias del país y del paisanaje, esos magos que él definía como hijos del sol y a los que terminó por considerar como los auténticos forjadores de la identidad isleña. Hasta ese momento solo dos cuadernillos de sus denominados Apuntes de Historia de Canarias, “Introducción a la lengua guanche” y “La esclavitud del pueblo guanche”, adquiridos al comienzo de mis estudios universitarios en La Laguna, en los albores de la década de los ochenta del siglo pasado y que todavía conservo, era la referencia más cercana que tenía de Hermógenes Afonso. Cuando los compré, en pleno auge de los nacionalismos al calor de la incipiente democracia, ni siquiera sabía quién se escondía detrás del seudónimo Hupalupa y mucho menos que el autor de dichos cuadernillos era paisano mío. Mucho tiempo después, fallecido ya su padre, trabé amistad, a través de una amiga común, con su hijo Ruyman, con quien andando el tiempo he conversado bastante, largo y tendido, acerca de la identidad canaria, y finalmente, metido de lleno en mis investigaciones sobre la Guerra Civil y el franquismo en Garachico, cerré el ciclo del conocimiento del clan familiar, al descubrir la figura del jornalero de La Cruces Hermógenes Afonso Álvarez, padre de Hupalupa, que fue uno de los treinta detenidos en Garachico por orden gubernativa, tras el golpe de Estado de julio de 1936.
El abuelo Hermógenes, por entonces un joven y combativo obrero de apenas 25 años, fue una de la apenas docena de personas que en la misma noche del 18 de julio, después de haber sido decretado el Estado de Guerra en todo Tenerife, se tiraron a la calle, encabezadas por el entonces alcalde socialista Antonio González Velázquez, para protestar ante los domicilios de los caciques y dirigentes derechistas locales más destacados y con la intención de cerrar la Central Telefónica para evitar toda comunicación con los golpistas. La acción, claro está, les costaría cara. En el informe acusador que emitió, en su día el entonces alcalde franquista Aniceto Mansito Dorta, miren ustedes por donde bisabuelo del cantautor güimarero Pedro Guerra, se tachaba al abuelo paterno de Yaiza de individuo de carácter díscolo y perturbador, siendo un elemento de decidida acción de las federaciones marxistas que funcionaban en la Villa. Lógicamente con este y otros señalamientos fue enviado a prisión acusado de excitación a la rebelión, siendo condenado en consejo de guerra en enero de 1937 a 8 años de presidio mayor. Transferido luego a Gran Canaria en enero de 1939, ingresó allí en el campo de concentración del Lazareto de Gando. En septiembre de 1940 se le concedió la libertad condicional, rebajándosele posteriormente la pena en dos años y obteniendo la libertad definitiva en agosto de 1942. Un informe de la Alcaldía de Garachico del año siguiente lo clasificaba ideológicamente como socialista pero ya no se le consideraba elemento peligroso (Ver VELÁZQUEZ RAMOS, Cirilo: “Franquismo y vida cotidiana local: el caso del municipio de Garachico en el noroeste de Tenerife (1936-1959), El Franquismo en Canarias, Aarón Álvarez (coord.), Le Canarien Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 2014, pp. 147-180.). Todo esto lo cuento porque Yaiza también se refiere en su libro a este capítulo de la vida familiar y en buena medida estos rasgos biográficos del abuelo ayudan a entender el espíritu combativo de Hupalupa. Al fin y al cabo el ejemplo de lucha política paterna era evidente y ambos pagaron con la cárcel la defensa de sus ideales, uno como representante de la clase obrera militante de la democracia republicana instaurada en abril de 1931, doblegada por la acción represora fascista iniciada en julio de 1936, y otro, en 1978, cuando el mismo régimen que había represaliado a su padre mantenía todavía su sombra sobre la incipiente andadura en libertad, en un país todavía convulso por las incertidumbres surgidas tras la muerte del dictador, en permanente transición política y bajo las amenazas de los extremismos de distinto signo.
Algunos de los retazos históricos a los que Yaiza se refiere al narrar lo vivido por su padre, forman igualmente parte de mi propia experiencia vital. El recuerdo de cómo experimenté personalmente esos sucesos lo ha reavivado la lectura de esta semblanza sobre Hupalupa, dándome cuenta, una vez más, que el tiempo pasa haciéndonos partícipes de la Historia sin que de ello seamos plenamente conscientes, porque -como bien señala el historiador Juan Pablo Fusi- “pertenecemos a una sociedad en la que solo se vive la excitación del momento”. (Entrevista al historiador Juan Pablo Fusi, .El País, 21 de julio de 2016)
* Artículo del historiador Cirilo Velázquez Ramos en la presentación de «Hupalupa. Memoria desde tus vivos» de Garachico, el pasado 29 de julio. El artículo fue remitido a Tamaimos.com para su publicación.