
¿Qué pasaría si los animales dominaran el mundo? George Orwell da algunas pinceladas en su novela «Rebelión en la granja». El resultado, un poder totalitario, como el que ejercen los seres humanos con los animales y el medio ambiente. Los cochinos acaban dominando la granja, quien sabe si rememorando algún que otro poder totalitario del reino de los humanos. Otra pincelada al respecto la ofrece la serie americana «Los Simpson». En uno de los capítulos, los delfines abandonan el mar y relegan a los humanos al gran azul. Alegan que en su momento fueron expulsados de su espacio y arrastrados al océano por los humanos.
Algo así estará pensando el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. La semana pasada la ciudad se declaró libre de los circos con animales, por aquello del maltrato animal al que están sometido las especies. Una medida que, por cierto, suscribo plenamente. Sin embargo, siguen adelante con el proyecto de Kiessling en el istmo de la ciudad, que planea exponer tiburones, angelotes, morenas o meros en un acuario de cristal. ¿Será que quieren devolver a los grandes mamíferos y otras especies a tierra? ¿Será que los animales de circo se merecen estar en su hábitat natural pero las especies marinas no?
Resulta cuanto menos contradictorio ese animalismo tan laxo, pero cuando el negocio llama a la puerta, las razones salen por la ventana. El «Poema del Mar» está basado en una obra de Néstor Martín Fernández de la Torre. Empero, Néstor retrata a las especies en su espacio originario. El grupo de gobierno, que debió documentarse para prohibir los circos con animales, no llegó hasta el sufrimiento de los mamíferos marinos en cautividad. Algunos estudios científicos concluyen que los cetáceos y los simios son los animales que más sufren en cautividad. «Los delfines necesitan nadar grandes distancias, relacionarse con el entorno, socializarse con su grupo original… Y aquí sólo tienen agua y cemento», señala Míriam Martínez, veterinaria y miembro de la Fundación FAADA, refiriéndose al delfinario del Zoo de Barcelona. A Kiessling, con antecedentes de cautiverio de orcas y delfines, no le vamos a pedir sensibilidad animal, pero el Ayuntamiento debería reflexionar.
El grupo de gobierno de Las Palmas de Gran Canaria ha sido partícipe directo del acuario. Cedió los terrenos del istmo, sin concurso previo de por medio y por 50 años. Esto fue en la época del PP, en la que también se le perdonó el 95% de los impuestos. Afirma la abogada Isabel Saavedra en un artículo: “el Ayuntamiento rebajó el 95% del Impuesto de Construcción, mediante la aprobación ad hoc de una Ordenanza fiscal, muy contestada en su día por los mismos que, ahora en el gobierno, han decidido apoyar el proyecto. Con esta medida, la ciudad dejó de ingresar 600.000 euros“. Y los que han llegado al gobierno, el tripartito PSOE, LPGC Puede y Nueva Canarias, han seguido empeñados en llevarlo adelante sin quitar ni una coma.
Aparte de la amnistía fiscal, la empresa Loro Parque se acogerá a los fondos de la RIC, con los que se reduce la base imponible hasta un 90% para que los invierta en Canarias. El Siam Park de Gran Canaria está a las puertas y lo pagamos nosotros mismos con nuestro sistema fiscal. Además el Ayuntamiento sufraga el coste de las pasarelas, 2,6 millones de euros o la Plaza Poema del Mar, 590.000 euros. El coste del acuario para la ciudad es muy alto, no tanto así para Kiessling y los suyos, que se llevarán la parte gorda. ¿50 años darán para rentabilizar tal inversión?
Ya hay fecha para la inauguración: verano de 2017. En esa época ya no habrá circos con animales en Las Palmas, pero sí un acuario con tiburones y otras especies marinas en cautividad. Todo ello, con la connivencia del Área de Urbanismo de la ciudad, en manos de Javier Doreste, militante de Podemos y representante de LPGC Puede. ¿Qué pensarán sus compañeros de Podemos Animalista al respecto? Aquí, en Canarias, nadie de su formación le discute, al menos en público.
Loro Parque tiene algo que ofrecer a la ciudad: empleo. Sí, la friolera de 16 puestos de trabajo, según datos no oficiales. Sin embargo, intuimos de dónde sacará Kiessling sus empleados, y desde luego no serán canarios. Al menos eso se deduce de sus afirmaciones de hace algo más de un año: «tenemos dificultades para encontrar gente preparada con idiomas» en Canarias y que por esa razón muchas veces tienen que tirar de extranjeros que sí dan el perfil. Exenciones fiscales, ayudas, pago de pasarelas, plaza, parking, concesión de los terrenos… y todo eso para que la empresa alemana se traiga el personal, presumiblemente, de fuera. Chiquito negocio.
Mientras otras ciudades, como Barcelona, prohíben los espectáculos con delfines, como medida aparejada al rechazo de los circos con animales, aquí vamos contracorriente. Ada Colau se encontró, cuando llegó a la alcaldía, una reforma pendiente del delfinario de Barcelona. En vez de seguir perpetuando la brutalidad, planea cerrarlo, siguiendo además la medida anterior. Existe otra forma de ver la fauna marina y el mismo consistorio la conoce. Hace escasos días la Concejalía de Ciudad del Mar organizó una prueba de fotografía submarina, el Fotosub, donde se captó la vida nocturna de las especies marinas de Las Canteras. «Abre la temporada de otoño en la principal playa capitalina y muestra Las Canteras con todo su atractivo, como el gran acuario natural de la ciudad», apuntó el concejal de Ciudad de Mar, José Eduardo Ramírez. Dicho queda, el gran acuario natural de la ciudad, sin acudir a encerrar a mamíferos marinos. Y de paso, se racionaliza de mejor forma el dinero público. Al final la guerra va a ser tiburones contra animales, pero no de circo, sino de pleno.