La Participación Ciudadana, a pesar de todo lo que se ha escrito, hablado y versado sobre ella, sigue siendo un problema para políticos locales, insulares y autonómicos (que es lo que nos atañe en nuestra tierra canaria). La clave está en que la clase política, sobre todo local, se asusta cuando la ciudadanía se organiza y pretende trasladar la política municipal más allá de los plenos; aquí empieza el temor de alcaldes y concejales. Es el temor a perder el control y pasar a tener una ciudadanía esclava de un sistema de ayudas y favores que están recogidos en la Constitución. Hay pueblos en los que un “Certificado de Residencia” se vende con un favor al ciudadano.
Partiendo de esa pesquisa, nos encontramos con autoridades que matan a conciencia como si de asesinos en serie se tratará el espíritu crítico. Esta fórmula viene heredada del franquismo, no es otra que mantener las colas en la administración en ONG y otras instituciones de “caridad cristiana”. ¿Un ciudadano al que se le ha acostumbrado a depender de la Administración en un pueblo chico, cómo puede ser crítico con lo que pasa a su alrededor? Pues claramente no puede ejercer labor ninguna, ni expresarse en la barra de un bar y colocarse detrás de una pancarta.
Entonces, la estrategia de alcaldes y concejales radica en coger la medida a los estómagos de un grupo considerable de ciudadanos. Seguidamente, se les facilita material escolar, comida del banco de alimentos, ayudas de emergencia, se abona sus alquileres, agua y luz, así, consiguiendo aplacar un pensamiento crítico, teniendo otro factor importante, no despertar sentimiento de colectividad, trabajando el político el personalismo y el egocentrismo como fórmula de participar en la comunidad. Además, este colectivo al que se dirigen los políticos locales más espontáneos y de verbo alegre, pasan a enmudecer y convertirse en sujetos pasivos.
Otro sector de la población con estatus social arraigado, recurre de vez en cuando a los “favores” en menor medida, les vale salir en la foto en las redes sociales con las autoridades en fiestas y actividades, para que su ego quede consolado por varios meses y a veces años, según el perfil del autor del selfie. Aquí vamos agrupando dos sectores, uno que podría ser crítico y ha dejado de serlo por ponerse precio y otro que nunca lo ha sido porque se conforma con bien poco, ya que ésta en la línea editorial del gobernante. Estos dos sectores suponen un gran sector de la población.
Luego están aquellos que sólo duermen dentro de los lindes del territorio, que con un certificado de residencia o empadronamiento o dos o tres cada legislatura, es el único contacto que mantiene con sus administradores y no sufren ni se inquietan lo más mínimo por los problemas de la comunidad. Seguimos sumando. Después estamos aquellos que estamos un día sí otro también creyendo en un romanticismo participativo, transparencia pública… que los políticos en sus decisiones cuenten con la población para así compartir éxitos o fracasos, esos somos unos cuantos, bien pocos, pero aquí estamos y estaremos porque a pesar de lo duro del sistema nuestra presencia se hace divertida, irónica y en algunos casos necesaria para con pequeñas cosas. Seguir soñando con una municipalidad más comprometida con el empoderamiento vecinal.
Se me olvidaba soy arafero y miembro de la Asociación Pro Social Mi Barrio El Carmen que tiene como filosofía recuperar la dignidad colectiva.
Creando Canarias.