
Corren tiempos extraños. La percepción es que cada vez existe más interés por conocer a dónde va a parar el dinero público, el de todos. A su vez, la sensación es que hay espacios, situaciones o ámbitos que son inviolables. No hay un debate público por la integridad del destino de los fondos, a veces la discusión se queda en las moquetas de los coches oficiales o las comidas. Dantesca es la situación que se está dando en la sanidad canaria, uno de los espacios que englobaría el grupo de los recortables. Mientras se teme el ajuste en esta materia, insuficientemente financiada, Clavijo garantiza el pago de facturas. En cualquier caso, otra vez la sanidad tiene problemas presupuestarios, lo que alarga el problema de las listas de espera y la calidad del servicio, ante lo cual los sindicatos no descartan movilizaciones. Mientras, el presidente sigue empeñado en el cumplimiento del déficit, un cumplimiento todavía no definido en números, que Canarias siempre cumple, y pese a cuyo cumplimiento, el Estado lo agradece financiando a Canarias por debajo de la media.
Los trabajadores de la sanidad pública saben que se favorece, con el rabillo del ojo, a los amigos de la sanidad privada. Su lucha por una sanidad pública es encomiable y cualquier tipo de movilización cuenta con la legitimidad de buscar el bien de todos. No me muestro timorato a la hora de defender los derechos de los trabajadores, así lo he escrito muchas veces en Tamaimos y lo he pronunciado en otros espacios. El derecho a huelga, el derecho a defender lo que le corresponde al trabajador y el derecho a la negociación colectiva, no son cartas otorgadas, son cuestiones que se libran en las batallas laborales del día a día. Cuando no hay acuerdo en la negociación, solo queda la huelga. Me parece deplorable la criminalización de la protesta social y las movilizaciones trabajadoras de la que hacen gala según qué medios de comunicación, atendiendo a los intereses de la empresa informativa, presiones, etc.
Ese derecho de huelga lo han ejercido las últimas semanas los músicos de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Denuncian «incumplimientos del convenio colectivo». Unos «incumplimientos» que se reducen a la petición de despido de una violinista, hija de una concertino. Esta chica superó las dos pruebas iniciales de forma magistral, pero no la tercera, la que corresponde evaluar a los miembros de la Filarmónica. La abogada de la artista califica el proceso como «opaco» e «ilegal». El Cabildo, institución que gestiona la Orquesta, decide otorgar la plaza a esta persona, para evitar un posible trato discriminatorio dentro de la OFGC. Es cuanto menos llamativo que una huelga tenga como punto principal el despido de una trabajadora, pero lo cierto es que la misma se convoca. Primera consecuencia, se suspenden los dos conciertos del espectáculo «Morera Sinfónico».
La Secretaría General de Podemos en Canarias apoya la huelga. Dice el partido en un comunicado que «este conflicto se enmarca en la visión elitista de la cultura que permanece en las instituciones canarias». Podemos también gobierna en coalición en el Cabildo grancanario, pero ya conocen las luchas de poder que ni siquiera se disimulan en la formación. Salvador Mir García, miembro de la OFGC, destaca en un artículo: «Es descorazonador constatar como nuestro consejero Carlos Ruiz y nuestro gerente Juan Mendoza repiten como loros las estrafalarias ideas de Don Guillermo (García-Alcalde) acerca del método de selección de los músicos de la OFGC, que consiste en afirmar que los profesores de la OFGC tenemos un gen que nos convierte en deshonestos por naturaleza por lo que mejor que sean otros, o solamente los músicos genuflexos partidarios de la voz de su amo, los que juzguen a los nuevos candidatos». David Lacruz, vicepresidente y portavoz del comité de empresa, describe la primera fase del proceso de selección en una entrevista: «hay siete personas. Cuatro músicos de la Orquesta, el director, un músico invitado, y un coordinador artístico o gerente, si tiene capacidad musical». Da la casualidad que en la primera fase se evalúa el talento sin saber quién es la intérprete. Vanesa Gherman, la violinista en litigio, superó las dos primeras pruebas de manera magistral.
Pero este artículo no pretende resaltar la valía de la violinista, algo reservado para quien conozca los entresijos legales y musicales. Tampoco quiero entrar en el tema del Gerente, a quien también se está poniendo en tela de juicio, como, dicho sea de paso, se pusieron a varios de los anteriores. Por supuesto, mucho menos deseo discutir el derecho a la huelga de los músicos de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, cuya legitimidad les asiste de pleno. Sin embargo, son destacables dos hechos. Por un lado, el coste de la OFGC. 7 millones de euros, un tercio del presupuesto de Cultura. Cuando una institución pública, con dinero de todos, destina un tercio del presupuesto a una Filarmónica, debe, al menos, exigir que cumplan con su programa e intervenir en favor de una trabajadora que ha podido sufrir discriminación, si así lo considera. Ni siquiera me opongo a que se destine este dinero, pero los trabajadores deberían tener esa vocación de servicio público, cobran muy por encima de la media de los canarios, y lo hacen del erario. Por otro lado, el bajo número de canarios, que no llegan al 30%. En los 20 últimos años han entrado 25 nuevos músicos de los cuales 12 son canarios, 4 de ellos solistas. Los datos los ofrece Mir García, a quien el número de canarios le parece suficiente y hasta mayor que en otras orquestas. Sin entrar en el debate esteril de nativos vs. fuereños, la OFGC pertence al pueblo grancanario y debiera ser reflejo del talento que existe en las islas. Si no, no tiene sentido. De hecho la Orquesta tiene una Academia que forma músicos y ese debería ser el sustento principal de nuevos músicos. La financia también el Cabildo, por cierto. De otra forma, ¿tiene sentido el aporte de tal cantidad de dinero? ¿Qué tipo de cultura estamos financiando?
Sobre la cuestión de la «identidad» de la Filarmónica, destaco este extracto de Salvador Mir García, con cierta soberbia a mi juicio: «debieran tener ustedes más respeto por gente que cuando nadie quería venir a trabajar en esta orquesta por sus precarias condiciones laborales, estuvieron dando el callo y sacando una temporada de conciertos y de ópera adelante para su disfrute y que a lo largo de estos años se han ido adaptando a una mayor exigencia con gran esfuerzo y entrega. Es de bien nacidos ser agradecidos». Gracias por venir a deleitarnos con tu música a pesar de las condiciones precarias, condiciones que pagamos nosotros y que están muy por encima de la media. Sobre talento canario, apunta La Provincia en un Editorial del pasado 17 de septiembre: «respetando las calidades de quienes las tengan, se entiende la extrañeza social ante las titularidades vitalicias que no se abren a la confrontación de méritos con los muchos canarios que ocupan atriles en grandes orquestas españolas y extranjeras, ni siquiera a los jóvenes instrumentistas supuestamente formados en la Academia de la Filarmónica (también sostenida por el Cabildo)». ¿Todos se han ido para ampliar horizontes? ¿Cuántos no hubieran preferido quedarse en una orquesta que debiera ser espejo de la calidad musical, mucha o poca, de los canarios?
El derecho a la huelga de los músicos, reitero, es inalienable. De hecho fue respaldada por 68 de los 84 trabajadores. Sin embargo, hablamos de un modelo de cultura, que no deja de ser «elitista», como definió Podemos, pero aplicado a la OFGC. A este respecto, asociado al Festival de Música de Canarias, se está debatiendo sobre un nuevo modelo de Festival de Música de Canarias. Este enfoque sería más popular, más pegado al pueblo y la creación canaria, y dejaría de lado los artificios de una minoría, que incluye el prisma actual. Este debate debería llegar a la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, para que, más pegados al pueblo que la sostiene, éste se sienta orgulloso de entregar 7 millones de euros a fomentar la creatividad canaria. Mientras tanto, la huelga se desconvocorá de manera inminente, quizá hoy mismo. El objetivo, comenzar la temporada de abonados mañana viernes 23 de septiembre. Y luego reto, poco a poco, a acercar el instrumento al pueblo, no entregar los recursos del pueblo al instrumento. La melodía desafinada de los que se creen dueños de lo público, los que extorsionan y los que lo usan políticamente, lo dejamos para el capítulo habitual de los dislates.