
Esta medida ya se aplicó en Barcelona en el año 2013, cuando se cobraba entre 2,5 y 0,5 euros por noche a los turistas que pernoctaran en alojamientos de la capital; más recientemente, Lisboa ha iniciado la aplicación de 1 euro como tasa turística por visitante a partir de enero del presente año, y el Gobierno de las Islas Baleares ha aprobado un proyecto de Ley del Impuesto Turístico, con el que se cobrará una tasa diaria de entre 0,25 y 2 euros por noche a los turistas que se alojen en establecimientos reglados.
Es decir, no se trata de ninguna novelería, ni de una temeridad, puesto que otras ciudades y comunidades lo han aplicado o lo aplican, sin que por ello la afluencia de turistas de un bajón ni mucho menos.
En una coyuntura como la actual en Canarias, en la que hemos conocido que el 70% de los turistas que llegan lo hacen en el modo de “todo incluido”, es decir, que pagan a empresas multinacionales el coste total de su viaje y estancia a nuestras Islas, se hace cuando menos incomprensible el hecho de no querer cobrar un mísero euro por turista que llega a las islas (y digo por turista que llega, ni siquiera digo que se haga por noche de permanencia).
El turista que nos visita consume energía, produce basuras y genera aguas grises y negras, que luego, cuando se van, nosotros tenemos que encargarnos de gestionar. Esta gestión, que suele ser mancomunada o incluso insular, se paga con los impuestos de los que aquí residimos. Por tanto, no cabe entender por qué unos sí debemos pagar por nuestras basuras y consumo energético, y otros no.
En este asunto, el Gobierno de Canarias y casi todos los Cabildos Insulares, normalmente gestionados por Coalición Canaria, PP y PsoE, hacen un frente común junto a la patronal hotelera, para rechazar la medida, propuesta muchas veces desde los partidos de la oposición, asociaciones ecologistas y sectores profesionales diversos.
Decir no a esa tasa supone rechazar una recaudación de al menos 14 millones de euros, que podrían invertirse en mejorar las paupérrimas condiciones de los vertederos insulares, por poner un ejemplo, o en mejorar las instalaciones de tratamiento de aguas negras, para evitar vertidos al mar en malas condiciones.
Quien haya visitado los Complejos Medioambientales, como se denomina ahora a lo que antes llamábamos Plantas Insulares de Tratamiento de Residuos, o simplemente, vertederos, entenderá enseguida por qué es tan necesaria esta tasa “ecológica” al turista.
Nuestros vertederos llevan consumiendo suelo desde los años 80 del s.XX, cada vez a un ritmo más acelerado. Igualmente, las plantas de tratamiento de las aguas residuales urbanas, se van quedando chicas para el volumen de líquido que les llega, en aumento cada año.
Y es que hemos creado un monstruo llamado “turismo de masas”, que consume de todo, pero deja poca riqueza entre nuestros paisanos. Y nuestra clase política sigue ciega ante esta realidad, alegando que aplicar una tasa ecológica al turista supondría espantar a muchos visitantes.
Sin embargo, yo pienso, y creo que no soy la única persona que piensa así, que lo que puede espantar al turista será la incapacidad de poder dar un tratamiento adecuado a las aguas negras, que finalmente acabarán afectando a la calidad de las aguas en las que se bañan esos mismos turistas; también les puede afectar más que el simbólico euro, el hecho de que el Ayuntamiento del municipio en el que se alojan se vea incapacitado para poder enviar las basuras que ellos generan a una planta insular saturada, o imposibilitada para reciclar los deshechos por falta de modernización.
Nuestros políticos viven en los años 70 del s.XX, pero los guiris que nos visitan son 4 o 5 veces más que en aquella época, algo que parecen ignorar estos gobernantes.
Si a ello unimos una política suicida en el aprovechamiento energético de las fuentes renovables que tenemos alrededor, especialmente sol, viento y oleaje, llegaremos a la conclusión de que esos gobernantes no trabajan para el bien de la colectividad, sino en defensa de los intereses empresariales de multinacionales del turismo.
Es hora ya de que empecemos a meterles presión a estos gobernantes, a echarles en la cara las cifras reales que ellos quieren ocultar, y a exigirles soluciones a corto plazo.
De lo contrario, el filón del turismo empezará a menguar, precisamente por la falta de medidas que hoy no han querido aplicar nuestros gobernantes insulares.
Rafael González/ Creando Canarias