Es evidente que los conflictos y las contradicciones son factores de cambio, que han sido relegados a través de la política del miedo al plano de los hechos sociales a evitar, ocultar, normalizar y todos los -ar que se nos puedan ocurrir en esta línea.
Todo conflicto es producto de la acción social, aparece vinculado a las relaciones sociales entre personas, desde las que mantenemos con nuestra familia-pareja hasta las que se desarrollan en la esfera internacional entre estados. Se podría afirmar que el conflicto forma parte de la cotidianidad y es necesario para adaptarnos a las nuevas situaciones que se van presentando. Todo conflicto aparece ligado a la contradicción, casi de forma inevitable, aunque no tengo claro si aparecen a la par o una precede a la otra. Quién no ha estado alguna vez contrariada, la vida misma es una contradicción enlazada a conflictos.
Las contradicciones en sí no son negativas, aunque nos hayan socializado para que las temamos pero, si nos han educado así, por algo será. Alguien decía «el motor de la historia es la lucha de clases», la contradicción; así que no, no tenemos que temer al conflicto, a las contradicciones. Tampoco tendríamos que temer al hecho de no tener soluciones perfectas para esas contradicciones y conflictos, realmente a lo que tenemos que temer es a la incapacidad de enfrentarnos a las incertidumbres. Cuando abordamos una contradicción podemos obtener un resultado u otro, más acorde o menos a nuestras expectativas o intereses; sin embargo, lo importante es no achicarse ante éstas y hacer como que no existen. Quién no se ha planteado dejar a un novio o novia, y lo primero que te dicen para meterte el miedo en el cuerpo es: “¡Por favor! Si estás muy estable” Aquí el problema es que el simple hecho de planteártelo ya está mal visto, vivir en pareja es una de las metas que nos marca el orden social en el que vivimos. Me pregunto, ¿no sería más constructivo que hubiese más permisividad social y que normalizáramos el hablar de estas cosas? finalmente podríamos dejar a la pareja, incluso ir más allá de la dicotomía de quedarnos con el novio o dejarlo, podríamos encontrar una tercera o cuarta alternativa y desbordar el orden social establecido. Lo mismo nos sucede cuando hablamos del modelo de país canario que queremos. Pero no, este tipo de reflexiones no son útiles al sistema, nos harían demasiado independientes, soberanas, libres y eso no interesa.
En nuestra sociedad la contradicción se ha reducido a un planteamiento dicotómico, o esto o lo otro, y eso nos paraliza, nos genera un temor enorme, no nos deja pensar que puede que al abordar la contradicción la respuesta no sea ni sí ni no, sino otra cosa. Quizás sea el momento de dejar de temer a las contradicciones y comenzar a abordarlas con el corazón y con la razón, nos podemos equivocar, generar una consecuencia no esperada o deseada pero no estaremos pasivas ante la realidad, estaremos “haciendo”, que en los tiempos que corren es toda una revolución.
Ante la contradicción, la actitud de no hacer nada, o quedarse en el “no sé”, solo nos avoca al empobrecimiento, al reduccionismo, al conformismo, a legitimar desigualdades, injusticias.
La política del miedo nos paraliza ante las contradicciones, ante los conflictos, lo que hacemos y justificamos agarrándonos a eso que llamamos “sentido común”, es quedarnos con lo que conocemos, lo cómodo entre comillas. Así, tenemos más PP, más derecha, más España, más parejas por comodidad, más amistades interesadas, más trabajo precario… Y así nos han ido convirtiendo en personas, grupos, sociedades individualistas y egoístas. En lugar de abrazar la contradicción para crecer, le damos la espalda, nos escondemos de ella. Así ganan ellos, quienes utilizan el miedo como instrumento para mantener el poder, para que las cosas no cambien, aunque estemos sufriendo por ello, pero como dice la gente por estas tierras “tu calladita, que más vale pájaro en mano que cien volando”. Pues a mí me gusta más ver a los pájaros volando en su relativa libertad.
[1] Luna, R. (2005). Sociología del miedo. Un estudio sobre las ánimas, diablos y elementos naturales. México: Universidad de Guadalajara. p. 26.
Yurena González/ Creando Canarias