Pasó el Día de Canarias y las habituales entregas de los Premios Canarias 2016. Pepe Naranjo, la Asociación Pequeño Valiente y Luis Mateo López son, a mi juicio, más que dignos ganadores del galardón en sus distintas modalidades, por lo que debemos sentirnos orgullosos. El médico Luis López y el periodista José Naranjo Noble han desarrollado buena parte de su carrera en el continente africano y no podemos pasar por alto la importancia de su labor en dicho continente. Un espacio geográfico que vive enfrente nuestra, pero al que damos la espalda. África no es más que ese nicho de negocio para las Cámaras de Comercio, un lugar en el que los constructores canarios pueden construir lo que aquí no pueden hacer, el continente de la caridad o el territorio para el que, sin quererlo, actuamos como plataforma de agresión. Es el lugar desde donde vienen los problemas, llámese ébola o inmigración, en lo que el propio Naranjo llamó «diagnóstico racial».
Al respecto, recuerdo varias anécdotas en relación a aviones de la compañía TUI que venían de África. El aeronave realiza el trayecto Cabo Verde-Canarias-Alemania por las tardes, tras haberlo realizado por la mañana al revés. En Canarias hace el trasbordo de maletas en los dos casos. En pleno brote de ébola, en otoño de 2014, algunos de los empleados no dudaron en afirmar que no tocarían una maleta de esos aviones, ya que temían el letal virus. Cabo Verde no fue uno de los países afectados por el ébola, pero es África. Ahí vemos cómo actúa claramente el «diagnóstico racial». Ni falta hace asegurar que los muertos en África no valen nada. En Kenia pueden morir centenares de personas por un atentado, como así sucedió el pasado año, en Túnez pueden ser asesinadas varias decenas, pero todo el mundo hablará de los abatidos en París o Bruselas. Canarias está a 6.435 kilómetros de Kenia, a 2.585 de Túnez, a 2.775 de Francia y a 3.535 de Bélgica, por lo que la excusa de la cercanía no es válida, al menos no en todos los casos. Otra cosa es la dependencia informativa de Madrid, pero ese ya es otro tema.
Pepe Naranjo disertó sobre nuestras relaciones con África en el discurso pronunciado tras recibir el Premio Canarias de Comunicación 2016:
«Y sin embargo esto no es nuevo. En Canarias sabemos de esos miedos. Durante más de una década fuimos la puerta trasera de entrada a Europa para decenas de miles de jóvenes africanos. Aún recuerdo aquella agitación, aquellos titulares de prensa que hablaban de invasión, aquellos políticos que se tiraban las pateras a la cabeza, aquellas manifestaciones xenófobas. Fueron años oscuros.
Pero Canarias no es, no puede ser eso. Primero, por el lugar en donde estamos. Nos toca elegir. Valla o puente, seguir reaccionando atrapados en el miedo o recuperar una mirada más amplia de lo que somos, de lo que fuimos un día y de aquello en lo que nos queremos convertir. Viajamos en el mismo barco que nuestros vecinos del continente africano, sus cuitas también son las nuestras, lo que les pasa a ellos nos pasa a nosotros. En este mundo ya no hay compartimentos estancos.
Y, en segundo lugar, porque no podemos olvidar. Nuestros padres, nuestros abuelos y bisabuelos, nos han dejado toda una lección de vida. Ya fuera porque no había para comer o porque se les perseguía por pensar diferente, muchos se hicieron a la mar. Argentina, Uruguay, Cuba o Venezuela saben de nuestra firmeza, de nuestra determinación. Saben que los isleños, llegado el caso, estamos dispuestos a jugárnosla por encontrar un buen puerto donde arrimar el bote. La grandeza de este legado de esfuerzo y sacrificio es que nos hace exactamente iguales a los que hoy se hacinan en los campamentos de refugiados de Grecia o ayer se ahogaban bajo el alfeizar de nuestras ventanas en las playas de Gran Canaria, Tenerife o Fuerteventura».
Es imposible vivir en un Archipiélago como Canarias, cuyo continente más cercano es África, y vivir ignorando lo que pasa allí. Primero por solidaridad, que no caridad. Dice el proverbio chino: «regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida». Eso mismo se aplica en Mozambique gracias a un médico canario, Luis López. Indica Naranjo en su alocución de agradecimiento por el Premio Canarias que «como dice el propio Luis López, con el mismo dinero con el que se hubiera enviado a tres médicos europeos a África durante cuatro años han conseguido formar a 60 médicos locales. Ahí radica la diferencia». Sí, ahí está la diferencia entre la caridad y la solidaridad. Hablando de solidaridad, acaba de morir Mohamed Abdelaziz, presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, ese vecino tan olvidado y tan vapuleado por la comunidad internacional. Programas de Vacaciones en Paz, mediación en el conflicto, ayuda logística y apoyo institucional puede ser un paso para mejorar la denigrante y dantesca situación del vecino saharaui.
En segundo lugar, no podemos ignorar África porque somos África. «La llevamos en el pelo, en las uñas, en el alma», que escribiera Pedro Lezcano. A veces la calima nos despierta de un sueño europeo tan vacío como impuesto. La geografía y la cercanía a África nos lo confirma. Nadie duda de la africanidad de Madagascar y el punto más cercano está a 416 km. Fuerteventura tiene su punto más cercano a unos 100. «De Tuineje a Berbería se sale de noche y se llega de día», dice un antiguo dicho popular. En el documental «Alzados: Historia del nacionalismo e independentismo canario», el historiador Juan Francisco Santana destaca la africanidad de Canarias. La intervención de Santana es, bajo mi punto de vista, la más brillante de toda la producción. Recalca este parecer en su muro de Facebook, a colación del Día de Canarias:
«Siento que pertenezco a ese continente al que estamos unidos por la cercanía geográfica y por el poblamiento que llegó del norte de ese territorio unos seiscientos años antes de nuestra era, me siento allí como en mi propia casa. Sobre todo en cualquier lugar del norte de África me siento como si estuviera junto a los míos y algo me dice que mis orígenes se encuentran allí. Eso no quiere decir, repito, que no me encuentre muy bien en otros lugares pero lo especial, con lo que me identifico plenamente, cuando estoy fuera de Canarias, sólo se da en ese lugar. No sólo tenemos las pruebas históricas y científicas que demuestran nuestra africanidad sino que en nuestra toponimia, o nombre de lugares, tenemos palabras de ascendencia bereber o tamazight como pueden ser Tamaraceit, Tinajo, Tenoya, Argana o Tegueste por poner sólo unos ejemplos».
Por último, es justo volver a pedir que Canarias sea declarada plataforma de paz. ¿Por qué debemos ser parte activa de agresiones militares al continente africano? ¿En qué situación de inseguridad nos colocaríamos ante la toma de partido en conflictos de las potencias imperialistas con países africanos? Si atacas a tu vecino estás siendo hostil con él. Canarias es como una casa situada en una calle, pero que se quiere asemejar y pertenecer a otra. No hay nada que nos interese como pueblo en tomar parte de conflictos ajenos, por más que los medios de masas promocionen el militarismo en sus páginas, como forma de acercar esa retórica a la opinión pública. La conclusión más evidente de todas es que no conocemos a nuestro vecino más inmediato porque siempre tenemos la cabeza en las calles de atrás.