El otro día hablaba con un compañero sobre su país, República Dominicana. Bajo el mandato de Danilo Medina, me comenta esta persona, el país caribeño está avanzando mucho a nivel social. Cada vez hay más y mejores medios de transporte, se construyen hospitales públicos de mucha calidad y se entregan viviendas sociales a los más necesitados. Empieza a aparecer la clase media, esa clase social que no existía en un país con una brecha inmensa. Un clase media que, a la vez que asoma la cabeza en esos países, comienza a menguar en los territorios que pertenecen a la Unión Europea, Regiones Ultraperiféricas incluidas.
Siendo francos, la bonanza que disfrutamos en Canarias no fue sino un ave de paso, efímera y asociada a determinados sectores. La construcción generó una burbuja, y no solo inmobiliaria, de mentira y que no fue sino una consecuencia de una economía débil y autodestructiva. Cuando la crisis llegó, cuando los indicadores mostraban desconfianza, cuando nadie invertía, todo se mostró como era: una tremenda imposición con fecha de caducidad, en la que, paradójicamente seguimos insistiendo. Unido a ello, y dejando de lado anécdotas de pibes de 20 y pocos años que ganaban 1.500 euros de peón de albañil e incluso alguno llegó a comprarse una moto de agua, la abundancia en Canarias no ha sido como en otros lugares. En esos momentos habían familias que sufrían, existía la explotación laboral y los semiesclavos asociados al sector turístico, rebusquen en su entorno y encontrarán ejemplos. Si no le valen, lean el estudio del Doctor en Sociología de la ULL, José Sartunino Martínez García, que afirma que el precariado existe en Canarias desde antes de 2008.
Ayer mismo podíamos leer en prensa que el paro baja en Canarias. 825 parados menos en abril (no lo olvidemos, el mes de la Semana Santa), o lo que es lo mismo un 0,34% menos. La mayoría son contratos temporales, algunos por días e incluso por horas. Otros, cansados de buscar trabajo ya no renuevan el paro y así no molestan en las cifras oficiales. Para más inri, ahora que está activa la campaña de la Renta, a algunos parados les sale a pagar porque el trabajo que realizaron con ETT tenía una retención muy baja y como el sistema les obliga a trabajar para varias empresas, están obligados a presentar declaración. Una tremenda injusticia que haya que pagar a Hacienda por 10.000 euros en muchas ocasiones y meses después de estar en situación de desempleo.
Con este panorama, hablemos de la otra cara de la moneda. Me encuentro un artículo de opinión en ABC que se titula «Convirtamos Canarias en paraíso fiscal». El autor, en medio del escándalo mundial por las empresas offshore en Panamá, no se le ocurre otra cosa que defender cosas como ésta: «estos lugares, más conocidos como paraísos fiscales, frente a lo que piensan algunos, promueven el crecimiento económico, la calidad institucional y una menor tributación global gracias a la competencia fiscal que ejercen. Además, sirven para que personas que sufren persecución política, económica o religiosa puedan asegurar sus ahorros». Prosigue con una sucesión de quejas, desde una perspectiva eminentemente clasista, sobre el sistema económico en Canarias. Concluye que «esta situación (no ser paraíso fiscal, se comprende) está llevando a los canarios a la pobreza, y la prueba de ello es que hoy tenemos un 26% de paro, es decir, 285.000 personas que no consiguen trabajo ni lo podrán encontrar por culpa de haber nacido en un infierno fiscal y no poder escapar de él».
Creo que no hace falta explicar el impacto sobre una economía de los paraísos fiscales, una herramienta, por cierto, que solo sirve a los poderosos. Para entenderlo, bastan los datos: 7.300 millones de euros en 9 paraísos fiscales contabiliza la Agencia Tributaria, datos de 2015. Canarias no está exenta, Sorias y Martinón aparte: inversiones de más de 92 millones de euros procedentes de paraísos fiscales entre 2008 y 2012. Curiosamente en este período estas inversiones son el doble que en la coyuntura 2001-2007, justamente mientas nos decían que empezaba la crisis. Como anécdota, el hijo de Jordi Pujol, Oleguer Pujol, compró un hotel en Canarias con dinero procedente de Islas Vírgenes.
Pero no es que el columnista de ABC sea pionero, la idea de convertir Canarias en un paraíso fiscal viene de lejos. En los Presupuestos Generales de 1984 se establecía que se iniciarían los trámites para convertir Canarias en una Zona Libre Bancaria, algo que nunca prosperó. Se encontró con la oposición de tecnócratas europeos como Mario Monti, por considerar que se trataba de instalar un sistema de ventajas financieras en Canarias que contradecía los criterios de la Unión Europea. Sin embargo lugares como Trieste, Madeira (hasta 2010) o Shannon, tienen ventajas en este sentido. La iniciativa se quedó en nada, pero mediante la RIC muchas empresas han conseguido bonificaciones de hasta un 90% y provocaron una grave crisis del ladrillo. Con instrumentos como el REF y el REA, juguetitos de los poderosos, algunos hacían y siguen haciendo negocio, empero nunca es suficiente.
Esta es la Canarias de las dos velocidades, la que sufre las políticas y que debe cumplir sus compromisos fiscales por imperativo, frente a la que huye a paraísos fiscales o los pide. Entretanto, otros no se molestan y directamente defraudan. La Canarias de las dos marchas, a ralentí y a toda velocidad, atropellando a todo el que se ponga delante. Cuando tengas que hacer la declaración de la renta recuerda a los que esconden su dinero en paraísos fiscales y a los que defraudan. Cuando te ofrezcan un contrato basura, ten la certeza de que alguien se está aprovechando de tu fuerza de trabajo. El 1 de mayo, efeméride que acaba de pasar, no se festeja por el intercambio de rosas, si no seguiríamos con las condiciones del siglo XIX.