No se porqué me dan estas ventiladas, pero el caso es que por mi profesión siempre estoy pensando en la cifras: Más de dos millones de habitantes y más de doce millones de turistas, ocho islas transitadas por un montón de gente, unos residentes y otros visitantes.
El caso es que otra de mis aficiones, aparte de las cifras, es observar a mi alrededor. En esta habitual, cotidiana y sosegada observación, me imagino cómo un turista que llega a Canarias ve nuestro entorno, cómo nos ve a nosotras.
Este último ejercicio me resulta, además, divertido. Siempre que uno viaja fuera, previamente proyecta un imaginario de lo que se encontrará, luego cuando llevas un par de días en el lugar te das cuenta de que las cosas son diferentes, y este acaba superando nuestras proyecciones.
Es casi imposible que un visitante, llámese turista, que llega a Canarias no haya proyectado previamente lo que se va a encontrar en el nuevo entorno. El problema aparece cuando los que estamos aquí nos encargamos de manipular la realidad y hacerla coincidir con lo que creemos que el visitante quiere ver. Sé que es algo complicado de entender, pero les voy a poner algunos ejemplos.
Tenía que trabajar en Gran Canaria y me tocaba desplazarme desde Tenerife. Para no tener que levantarme tempranísimo, me dio por quedarme a dormir en Las Palmas. Elegí un sitio que me pareció adecuado, limpio y a un buen precio. ¿A qué no saben quién me recibió en la recepción? Pues un estudiante americano que, el pobre, no sabía hablar español. Me quedé un tanto estupefacto, pero me dije: “En fin, ¿qué se le va a hacer? Ya aprenderá”. Me acosté y comencé a reflexionar, ¿cómo que aprenderá? ¿En qué lugar se encuentra el americano? ¿A quién recibe el americano?. Evidentemente, a muchos canarios no. Yo no era un turista, estaba en un lugar imaginado, artificial, en un lugar turístico donde te reciben en el idioma “oficial” del turismo, y donde el lugar ha sido ninguneado.
Un nuevo ejemplo me pasó en otro viaje de trabajo a La Palma. Me quedaba margen una de las mañanas para hacer un pateíto, dar una vuelta en bici… y me decanté por esto último. Consulté la información turística y encontré una empresa que me pareció adecuada, limpia y a un buen precio. Llamé para hacer una reserva y me contestaron con un perfecto guten Morgen. Como ya estaba entrenado de lo que me sucedió en Las Palmas, empecé a hablar en inglés, pero al otro lado del hilo pronto, la interlocutora, me dijo: “Espere señor, paso con chico”. Bueno, chico se podrán imaginar quién era, un canario que amablemente me atendió. Me explicó los pormenores de la ruta en bici, precio, etc. “Un único detalle, la guía de ruta es de Alemania” me dijo. “¿Cómo? ¿De dónde?”. “Sí, es que el resto del grupo es alemán, pero bueno, habla inglés y conoce bien el recorrido”. De nuevo, estaba exponiéndome demasiado, hacer turismo guiado por una persona que no conoce ciertas claves del lugar. Para nada te metes Adrián.
Total, que alquilé la bici y me fui por mi cuenta de rutita por los altos de La Palma. Hubiese preferido que el producto turístico fuera más auténtico, con identidad. En relación a esto, me viene a la cabeza un último ejemplo, que cuando lo escuché me pareció surrealista. Oí a un conferenciante español comentar: “Imagínense ustedes que me voy a Ohau en el archipiélago de Hawaii, y que quiero aprender a hacer surfing y me dice el hawaiano que me atiende: ‘My friend he is a civilian (paisano) of you, from your country’, y, de repente, me veo haciendo una clase de surfing con uno de Cáceres, porque sabe mi idioma. Pues no, a mí me hubiera gustado hacer la clase con el hawaiano aunque hubiera sido por señas”.
En conclusión, con estos ejemplos quiero incidir en que tenemos que poner en valor nuestra noción de lugar, nuestra cotidianeidad, la forma de entender nuestra realidad isleña… De lo contrario, la máquina de los números turísticos se seguirá dotando de intérpretes ajenos que “de todo saben y todo hacen” para crear artificios de acuerdo a lo que se cree que aquellos que nos visitan quieren encontrar. El idioma no puede ser el único criterio que de aptitud para guiar al visitante en nuestro archipiélago.
La noción de lugar es elemento de análisis del Grupo de Investigación sobre Estudios Culturales del Departamento de Sociología de la Universidad de La Laguna. En Naturaleza y postdesarrollo : estudio sobre la Sierra Gorda de Querétaro (México), los autores disertan sobre el mismo.
Adrián García Perdigón / Creando Canarias