La agricultura campesina desaparece en Canarias y con ella las posibilidades de soberanía alimentaria. Lógicamente su desaparición no obedece a ningún fenómeno natural sino al desarrollo de políticas concretas diseñadas para su desaparición.
En la actualidad, a nivel global existen dos grandes paradigmas en cuanto a la producción y la investigación agrícola, como señala Altieri: la agricultura campesina y la agricultura industrial. Dos modelos que no son compatibles.
El modelo agroindustrial
Un modelo capitalista de producción que únicamente persigue maximizar los beneficios de las multinacionales, sin tener en cuenta las necesidades alimentarias de los pueblos, y que provoca la degradación ecológica del planeta. Un sistema agroalimentario basado en los monocultivos y la dependencia del petróleo con un empleo intensivo de agroquímicos. Modelo que utiliza entre el 70 y el 80% del suelo agrario, produciendo el 30 – 40% de los alimentos.
El modelo campesino
Un modelo de producción familiar, con una gran biodiversidad agrícola, que utiliza técnicas y conocimientos agronómicos tradicionales. Sistemas en los que se fundamenta la Agroecología, que tiene en cuenta una perspectiva ecológica, agronómica, social, económica y política. Modelo que utilizando del 20 al 30% de la tierra arable produce en torno al 60 – 70% de la producción de alimentos mundial.
En Canarias este modelo ocupa normalmente una superficie menor de dos hectáreas. Las explotaciones se encuentran, principalmente en la zona de medianías de las islas, desde los 300 a los 1.000 metros sobre el nivel del mar, y suelen tener asociado algún tipo de ganadería, siendo el mercado local el destino final de la producción. Esta consideración nos parece fundamental, de cara a plantear cuales son las políticas agrarias a desarrollar en las islas y en esto insistiremos al hablar de la agricultura en Canarias.
1.- Una visión global del sistema agroalimentario
– Alrededor de 800 millones de personas (1 de cada 8 seres humanos) sufre hambre y subalimentación en el mundo.
– Según la FAO, la tasa de producción mundial de alimentos supera la del crecimiento de la población. La de cereales basta por sí sola para alimentar entre 10.000 y 12.000 millones de personas.
En la industria alimentaria
– Las 10 empresas más grandes de alimentos y bebidas controlan el 26% del mercado mundial. (ETC Group 2009).
– Las 100 mayores empresas controlan el 74% del total de ventas mundiales de comestibles empaquetados. (ETC Group 2009).
– En el comercio mundial de granos, 3 corporaciones (ADM, Cargill, Bunge) controlan el 90% del mercado. (Holt, 2008).
En el mercado de insumos para la industria agrícola
– En el mercado de agroquímicos, 6 empresas (Syngenta, Bayer, Basf, Dow, Monsanto y DuPont) controlan el 75% del mercado global de plaguicidas. (ETC Group 2013).
– En el mercado de semillas, siete firmas (Monsanto, DuPont, Syngenta, Limagrain, KWS, Dow y Bayer) controlan el 71% del mercado global de semillas. (ETC Group 2013).
– En el mercado de fertilizantes, las 10 principales empresas controlan el 55% del mercado mundial. (BD-EcoNexus 2013).
A partir de estos datos podemos evidenciar dos conclusiones:
1.- El hambre no es una fatalidad inevitable que afecte a determinados pueblos o comunidades. Las causas del hambre son políticas.
2.- El establecimiento de un orden agroalimentario globalizado en manos de las multinacionales que controlan toda la cadena alimentaria.
Este sistema agroalimentario, se ha ido gestando a partir de la aplicación de políticas concretas contenidas en los “Programas de ajuste estructural” llevados a cabo por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que han provocado la destrucción de la pequeña agricultura familiar capaz de sostener el abastecimiento local. Con ello, han provocado las crisis alimentarias de 2008 y 2011 y la vulnerabilidad continuada del sistema alimentario global. Estas políticas, unidas a los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio para eliminar las trabas al comercio internacional agroalimentario y a las ayudas de la Política Agraria Común en Europa o la Farm Bill en Estados Unidos, han generado un modelo de agricultura basado en el cultivo intensivo, la privatización de los recursos naturales y el libre comercio, al servicio de las corporaciones agroindustriales, en un sistema alimentario que genera hambre, pobreza y destrucción del medio a escala global.
Ante este panorama son numerosas las voces (organizaciones campesinas, ong, sindicatos, grupos de consumidores) que consideran que la agricultura no es sólo una mercancía. Y proponen un modelo alternativo, el de la Soberanía Alimentaria. Así, para transformar el injusto orden alimentario actual, Eric Holt Gimenez, director de “Food First”, entre otras medidas, plantea la necesidad de “romper con el modelo de producción alimentaria que nos ha dado el orden alimentario de las multinacionales y que es extremadamente dependiente de las energías fósiles, ya que no debemos olvidar que las empresas que venden los pesticidas y los abonos químicos son también las que controlan el comercio mundial de alimentos. Hay que promover la agroecología para que los campesinos y las comunidades rurales puedan controlar su producción alimentaria y escapar de las garras de las multinacionales. En otras palabras, necesitamos unas leyes y marcos reglamentarios que promuevan la soberanía alimentaria basada en una democratización de toda la cadena, lo cual va completamente en contra de las políticas impuestas desde hace décadas por el FMI y el Banco Mundial”.
Y en un archipiélago como Canarias, en el que el grado de autoabastecimiento alimentario está en torno al 10%, debería ser una prioridad el desarrollo de políticas para la Soberanía Alimentaria.
2.- La agricultura en Canarias
Carácter dual: agricultura de exportación y agricultura destinada al mercado local
Cuando hablamos de agricultura en Canarias, a lo largo de la historia, o al menos a partir del siglo XVI, se distinguen claramente dos tipos de agricultura: una agricultura de subsistencia o destinada al mercado local y una agricultura destinada a la exportación. Desde la incorporación de Canarias al comercio internacional, la agricultura de exportación ha sido un continuo a lo largo de su historia (primero la caña de azúcar, s. XVI, continuando el vino, la cochinilla y el plátano) con importantes consecuencias en la estructura social del archipiélago. Esta dualidad del sector existe hasta la actualidad.
Agricultura de exportación
Desde sus inicios, la agricultura de exportación, ha estado en manos de la burguesía (terrateniente-burguesía comercial), hasta hoy en día. A partir del siglo XX, con la llegada de capital procedente de la emigración, principalmente a Cuba y Venezuela, es cuando se produce una incipiente “democratización” de las explotaciones dedicadas al cultivo de exportación. Pero aún en la actualidad una parte importante de la agricultura de exportación sigue estando concentrada en grandes propietarios, como refleja la publicación de los pagos de las ayudas del POSEI.
Agricultura destinada al mercado local
La agricultura destinada al mercado interior, a lo largo de la historia ha caracterizado muchos elementos de la vida de estas islas. Además de alimentarnos, ha contribuido a definir nuestra cultura, y ha creado un rico patrimonio paisajístico que caracteriza a los distintos municipios de las islas, jugando un papel importante en la conservación medioambiental y en la promoción turística.
En la actualidad, en las islas se está realizando un proceso de industrialización de la poca agricultura destinada al mercado local y la desaparición de la agricultura campesina. Proceso favorecido por el marco de ayudas a la agricultura en Canarias, la Política Agraria Común y las políticas de “libre comercio”. Con una continua reducción de la superficie cultivada, una balanza agroalimentaria en detrimento de la producción local y la reducción del número de explotaciones.
Balanza agroalimentaria
Un estudio de Juan Nuez y Manolo Redondo (Revista Hacienda Canaria, 2008), pone de manifiesto la pérdida de mercado de la producción local de alimentos frente a la importación, estableciendo una comparativa entre los promedios de años 1990-1992 y 2004-2006. Para el periodo 2004-2006, la oferta de la producción local frente a la importación era la siguiente:
Producción | Porcentaje de la producción local en el mercado |
---|---|
Hortalizas y legumbres | 60,86 % |
Frutas | 34,85 % |
Cereales | 0,56 % |
Vino (embotellado) | 19,11 % |
Carne | 18 % |
Leche | 7,63 % |
Huevos | 76,63% |
Miel | 36,27% |
Para las frutas y hortalizas, sector de los alimentos que mayor grado de autoabastecimiento tiene en las islas, si atendemos a las estadísticas de producción de la Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias y a las estadísticas de comercio exterior de Canarias. Observamos una tendencia continuada de pérdida de cuota de mercado de la producción local frente a la importación, ocupando la producción local de frutas y hortalizas un 53% de la oferta disponible en 2010.
Número de explotaciones. Censo agrícola del INE.
Censo – Año | Número de explotaciones |
---|---|
Censo 1982 | 75.143 |
Censo 1989 | 74.486 |
Censo 1999 | 37.290 |
Censo 2009 | 13.442 |
Eduardo J. Pérez Hernández / Creando Canarias