Ese niño hoy por fin se siente guapa y se quiere, y todo gracias a conseguir no clasificarse en ninguna de las dos opciones dadas.
Sólo quería amar y ser amado, ése era su verbo preferido.
(Ningún hecho que incluya este vocablo puede considerarse pecado, ni siquiera en la más aberrante religión).
Hacía lo que quería y había dejado de ser violento y retraída.
¡Era libre!
En la escuela le decían que no concordaba con el sustantivo, pero, ¿de qué servía eso si ya había concordado con la acción?