En ocasiones, la aldea global que es Internet, nos proporciona material universal, de ese que se entiende en cualquier lugar del mundo. Mecanismos de tolerancia que llegan de una punta a otra del globo. Me encontré con una de estas creaciones recientemente. Se trata del corto de animación de Jacob Frey, «The Present». Una creación alemana que Frey presentó como parte de su tesis para la Academia de Cine de Baden-Württemberg. En ella, un niño juega desesperadamente a videojuegos violentos. Su madre llega con un regalo en una caja. La sorpresa es un animal, un perro muy especial. Organismos como Gran Canaria Accesible lo han recomendado en redes sociales. Dura cuatro minutos, pero deja un rato pensando:
Hay dos maneras de afrontar una discapacidad (o cualquier situación que es vivida como una limitación :)Una es la…
Posted by Gran Canaria Accesible on martes, 2 de febrero de 2016
El cortometraje ha sido visto por más de 900.000 personas de todo el mundo y ha recibido numerosos premios en festivales. Varios medios de comunicación lo han reseñado por su valor educativo. El niño (a partir de aquí contiene algún spoiler) no quiere salir para evadirse de su propia realidad. Juega a viedojuegos violentos para aplacar sus miedos. Las cortinas cerradas reflejan el aislamiento. Hasta ahí el espectador solo ve un niño más enganchado a los viodeojuegos, con los problemas propios de su edad. Todavía no se puede ver más allá. Le llega una caja. El niño la abre y observa al perro. Al percatarse de que le falta una pata, lo rechaza. «¿Es una broma?», se pregunta en voz alta. Aún el espectador no sabe qué pasa.
El cachorro empieza a jugar, lo que provoca las primeras carcajadas del niño, que ha vuelto a encender la consola. La pelota de un lado a otro desplazada por el animal, provoca la cercanía de los dos nuevos amigos y actúa en sí como elemento de conciencia. El niño se levanta y decide ir a pasear con su nueva mascota. Al niño le falta una pierna, como a su nuevo amigo le falta una pata. El perro no ve nada diferente en el menor, algo que los seres humanos y la propia sociedad sí ven. El niño no aceptó su regalo en un primer momento porque tampoco acepta su propia diferencia. Además, actuó con el cachorro como la misma sociedad, los otros niños, actúan con él, con burla y desprecio. Pronto recapacita y deja atrás su dañina soledad y decide salir con su amigo.
El corto ha recorrido muros de redes sociales y medios digitales. En medio de esta eclosión, leo una noticia en Diario de Avisos. «25.000 canarios esperan 480 días el reconocimiento de su discapacidad». Patricia Hernández, vicepresidenta del Gobierno de Canarias, reconoce que 25.047 personas esperan para una primera valoración de su estado. Otras 12.269 esperan por una revisión del grado que les corresponde. El promedio de tiempo de respuesta en los últimos cinco años es de 480 días (16 meses), lo cual se agrava teniendo en cuenta que cualquier período que exceda los tres meses se considera silencio administrativo. Los sindicatos alegan que los empleados no tienen medios para atender tantas demandas, hecho que confirman CERMI Canarias y la Plataforma Tenerife Discapacidad. Mientras tanto, todas esas personas esperan un veredicto para sumarse a las 112.507 personas que tienen reconocido algún grado de diversidad funcional en Canarias. En ocasiones se trata de personas que no pueden ejercer su profesión, por lo que están discriminados en el mundo laboral.
Adecuar el lenguaje a la igualdad
La comunicación es una herramienta importante a la hora de fomentar el respeto hacia las personas con discapacidad. Para ello, existe la web sobre comunicación y discapacidad Disccionario. El proyecto pretende alejar de los medios de comunicación expresiones peyorativas o injustificadas a la hora de referirse a personas con diversidad funcional. En su sección de dudas frecuentes incluyen algunas recomendaciones básicas. Por ejemplo, es preferible “lengua de signos” a “lenguaje de signos”. Por otro lado, es mejor “personas con discapacidad” a “discapacitados” o “minusválidos”. Para referirse a personas con discapacidad, se prefiere “diversidad funcional” a “minusvalía” o “discapacidad”. En cuanto a verbos, se prefieren verbos neutros como “tener”, “presentar”, “manifestar” o “concurrir” a “sufrir” o “padecer”. Es más correcto la expresión “participación” a “integración” o “inclusión”, porque concuerda con el significado de la palabra «participación» según la RAE, que quiere decir “tomar parte en algo”. Además, señalan que la persona “sorda” no es “sordomuda” porque se comunica a través de otros mecanismos que no necesariamente debe ser la lengua hablada.
«The present» es solo un aspecto más para reivindicar una justa igualdad en todos los sentidos. Le tienen que acompañar un lenguaje apropiado en los medios de comunicación y mayores recursos en Políticas Sociales que se encarguen de las más de 25.000 demandas de discapacidad en Canarias. Quedarse en la retórica de la igualdad no es sino una huida hacia adelante, mientras siguen existiendo barreras arquitectónicas y mentales para los distintos tipos de diversidad funcional. Sobre todo es necesario atender a los menores, espacio de tiempo en el que más se sufre y más se tiende al encerramiento. Para que más niños digan «mamá, voy a estar fuera», y que lleve implícito expresiones como «soy fuerte, no me importa mi diferencia» y «la sociedad me acepta como soy».