
Hace tiempo que lo vengo observando. En el día a día, en las relaciones cotidianas, en las relaciones afectivas. Todo parece impregnado por lo mismo, una mezcla de individualismo y egocentrismo que no deja espacio a la empatía, a la solidaridad, al compañerismo… Sí, ya sé que esto no es nada nuevo, pero es decepcionante que se esté convirtiendo en lo común.
En los tiempos que corren, la responsabilidad de los males de la sociedad recae con más incidencia si cabe sobre los individuos, no como grupos o colectividades, sino como seres individuales. Los fracasos no son del sistema, sino de cada individuo. Esta mecánica de funcionamiento propia del capitalismo, lejos de debilitarse, se fortalece y aparece como naturalizada. Quizás ésta sea una de las razones por las que las relaciones sociales son cada vez más interesadas, basadas en análisis de coste y beneficio. Relaciones fundadas en el individualismo y el egocentrismo.
El mundo de la política de partido, porque se puede hacer política de muchas maneras, no se escapa a este fenómeno. El individualismo se traduce en personalismos, y el egocentrismo en la incapacidad de mirar por las colectividades.
Estamos asistiendo a un proceso electoral donde lo que prima es el personalismo frente a las ideas o propuestas políticas. Hemos entrado en la era de la “futbolización” de la política. Ya no se habla de tal o cual partido que defiende tal o cual idea. Ahora se habla de fichajes estrella.
Ya no se configuran las listas electorales en elecciones primarias, partiendo de la cantera (de la base social de los partidos). Ya no se trata de jugar bien, sino de ganar la “Champions League”. Y en este proceder han caído partidos consolidados y emergentes, de derechas, de centro y de izquierda. Se ha pasado a los fichajes de abogados, juezas, altos cargos militares, élites ocupacionales, deportistas profesionales, pseudointelectuales, cantantes… Eso sí, a pocos se le reconoce algún tipo de experiencia en política de base, pero la mayoría comparte las ansias por tener su momento de gloria en la política institucional.
¡Ser político o política está de moda! Muchas harán por aquí y por allá lo que alguien les mande, pero poco aportarán a la política, solo vivirán de ella durante cuatro años si llegan, o quizás más si ven la posibilidad de lucrarse y enfilar alguna puerta giratoria.
La temporada de fichajes de invierno terminó, y ahora queda la puesta en escena, ¿rendirán? ¿lo darán todo en el campo? Por ahora, lo están dando todo en los medios de comunicación de masas en forma de farándula. Pseudoperiodistas que nos muestran las intimidades de los candidatos en sus casas, candidatos que llevan a sus hijos a los programas de radio, cantantes que invitan a su casa al presidente del gobierno… En fin, qué podemos esperar de procesos electores en los que la propaganda mediática amarillista parece que es más determinante que la formación, la capacidad y las propuestas políticas como criterio de elección.
¡Qué va! en la “Champions League” juegan muchas estrellitas, se mueve mucho dinero, pero faltan equipos. Lo bueno, es que hay elementos importantes como el compañerismo, la solidaridad, la cercanía, el sentimiento de colectividad…, que no los aporta el dinero; por eso me quedo con el deporte base. La otra buena noticia es que la “Champions” se juega en España, en Canarias estamos construyendo una liga propia y ya tenemos buenos equipos de base que están demostrando su buen hacer. En Canarias contamos con iniciativas políticas con sello canario y de calidad que están mostrando que se pueden hacer las cosas de otra manera, sin fichajes estrella y con la gente que participa en las bases, sin necesidad de poner el estatus por delante. Hay gente que se organiza en colectivo y que está en política porque cree que puede ser un medio para transformar.
Así que, frente a los personalismos, al individualismo político, a la política como vía para la adquisición de estatus, ¡ideas políticas y colectividad!
Carmela Mederos