La vida cambia como el viento. Hace un año tal día como ayer, estábamos pendientes de nuestro mar, donde el Rowan Renaissance comenzaba las prospecciones petrolíferas en Canarias. La sensación era realmente amarga; no solo ponían en riesgo nuestro medioambiente, sino que ni siquiera nos dejaron pronunciarnos. Ha tenido que pasar un año, unas Elecciones Municipales y Autonómicas y una iniciativa vecinal, para que la palabra referéndum dejara de ser tabú en Canarias. Las Palmas de Gran Canaria planteó el martes la primera consulta de la historia de la ciudad. Los ciudadanos pudieron votar abiertamente qué querían hacer con un solar anexo al Castillo de La Luz y sobre todo, si deseaban cambiar el nombre de la calle Juan Rejón, en La Isleta, por el anterior de La Carretera. Ya en sí la noticia de la votación es más que positiva, la democracia nunca sobra. «El viento viene, el viento se va, por la carretera» que cantaría Manu Chao en su canción «El Viento», y el viento llevó la democracia a Las Palmas.
Se esgrimía un argumento de peso para el cambio de nombre de la calle; la memoria histórica. Hemos redundado en Tamaimos sobre la cuestión en los últimos días. La memoria histórica canaria no se puede limitar al período de la Guerra Civil, sino que debe integrar todos los períodos históricos. Atendiendo a este principio lógico, es tan genocida un conquistador llámese Pedro de Vera, Juan Rejón, Alonso Fernández de Lugo o Hernán Peraza como el dictador Francisco Franco. Aunque la historia la hayan escrito los vencedores, sus mismas crónicas reconocen las matanzas de los mercenarios de los Reyes Católicos. Por lo tanto, parece una sin razón atender a una memoria y no a otra. En este sentido, Sergio Millares Cantero considera que las calles de Las Palmas deben llevar nombres de «personas ejemplares», requisito que por supuesto no cumple Rejón.
La votación la ganó el sí al cambio de calle con 429 votos a favor por 393 en contra. 833 personas acudieron a depositar su voto. El primer referéndum celebrado en la ciudad merece titulares anecdóticos y en pequeños caracteres en La Provincia y Canarias 7, principales periódicos impresos de la isla. Ya en su edición digital, Canarias 7 destaca la participación. La Provincia titula que la consulta «echa» a Juan Rejón del callejero. En el cuerpo señala que los resultados contrastan con su encuesta digital, en la que Juan Rejón ganaba con un 77%. Canarias Ahora encabeza con un «Adios Juan Rejón, volvemos a La Carretera». Durante los días previos a la consulta, algunos medios, tertulianos y columnistas han criticado la retirada del nombre del «fundador», con los argumentos de siempre, que valen también para las calles con nombres franquistas: «no es el momento», «hay cosas más importantes», «la historia no se puede borrar», «los trámites serán costosos y liosos», etc.
Los representantes públicos de la ciudad no tardaron demasiado en valorar los resultados. Tanto el alcalde Augusto Hidalgo como Sergio Millares, Concejal de Participación Ciudadana, agradecieron la participación, pero se apresuraron a aclarar que el referéndum «no era vinculante». Queda la duda de la reacción municipal si el resultado hubiera sido inverso. El sentido común dice que aceptarán la voluntad popular salida de las urnas, si no su credibilidad podría quedar seriamente dañada. En primer lugar, porque han ido con el eslogan de la participación ciudadana real, de la democracia directa, de la implicación de las y los ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria. ¿Qué imagen darían obviando la propuesta que ha sido votada por la mayoría, además en la primera cita? En segundo lugar, porque si la ciudad quiere revisar su callejero e incluir a personas cuyo nombre esté limpio de atrocidades, no puede pasar por alto el personaje de Juan Rejón. Un argumento agrava el peso del otro.
El proceso de puesta en marcha de la consulta ha sido algo extraño. El mismo partido que presentó la iniciativa vecinal, Unidos por Gran Canaria, se ha abstenido de tomar partido. Según su concejala Rita Durán, ellos solo querían posibilitar el proceso. Realmente fue la misma ciudadanía la que se movilizó en un sentido o en otro. En el lado de los «rejonistas», muchos argumentos fueron prestados de la opinión publicada y de las grandes empresas de comunicación. En cualquier caso, la voluntad mayoritaria del casi millar de personas que acudieron a votar abre una vereda pocas veces transitada. Prácticamente por primera vez en nuestra historia empezamos a tomar conciencia de que tenemos historia propia, que aquí los procesos de conquista no se llevaron a cabo con un intercambio de flores y sobre todo, que nuestra gente cree que para encarar el futuro debe eliminar los homenajes que desentonan con un carácter renovador y librepensador en una ciudad moderna. Que la querencia mayoritaria no sea coartada por decisiones políticas que creen que la participación es solo una buena estrategia de marketing. Que no tiren la democracia «por la carretera», con el nombre impuesto en el franquismo de Juan Rejón.