Fernando Clavijo estuvo esta semana por Bruselas. En 2004, hace once años, publiqué en el Blog Trapera, el texto que aparece abajo sobre el nuevo encaje de Canarias en la entonces recién aprobada Constitución Europea. Sobre cuánto ha cambiado (o no) la política del Gobierno de Canarias en lo que se refiere a las relaciones institucionales con la Unión Europea podrán juzgar ustedes mismos tras la lectura del texto.
Los mendigos más elegantes de Europa
No pude evitarlo. Fue el 19 de junio. Al abrir ese día CanariasAhora y encontrarme con un sonriente Adán Martín exultante de alegría por los logros consolidados gracias a los negociadores canarios y españoles en la Constitución de la Unión Europea sentí vergüenza. Nos habían convertido en los mendigos más elegantes de Europa con carta de naturaleza constitucional.
Me ha costado algo más de dos décadas entender eso del estatus canario, de las singularidades canarias, primero en el Estado Español y ahora en la Unión Europa. Ahora, quizá para mi desgracia, lo entiendo perfectamente. Trataré de explicarme.
Gozar de ayudas (llámense Fondos Estructurales o llámense como se llamen) me había parecido siempre justo en el caso de Canarias, pues pensaba que se trataba de lograr mayores niveles de competitividad en el marco de la nueva economía globalizada. Bueno, en realidad nueva para la Europa continental, porque Canarias siempre ha vivido, al menos desde la ley de puertos francos en un entorno de libre comercio que, si acaso, se ha visto constreñido en el nuevo marco europeo. En cualquier caso, creía yo que se trataba de sentar las bases de la igualdad en la competencia. Craso error. La sonrisa de Adán Martín me dio la clave definitiva.
La élite político-económica del archipiélago -con escasas excepciones- ha adoptado la posición de eterna intermediaria entre las necesidades europeas (ahora vendemos sol, antes cochinilla y en medio otros tantos monocultivos) y las posibilidades de explotación del territorio canario. Esto lo supo ver antes que nadie César Manrique que alertaba sobre el deterioro medioambiental -en algunos casos, irreversible- de nuestro país. No se trataba antes y tampoco ahora de mejorar las condiciones de vida de los canarios y canarias (ni las materiales, ni ninguna otra): esto ha venido por añadidura. Se trataba -se trata- de ofrecer las mejores posibilidades de inversión al capital foráneo para que los intermediarios (las UTEs político-empresariales que tan bien ha descrito y retratado José Agustín Alemán en sus magistrales columnas periodísticas) también se lleven su tajada.
Y aquí es donde entran las famosas subvenciones. No importa generar nuevas actividades económicas o incentivar la participación canaria en las ya existentes, de tal modo que, con ayuda de la investigación, Canarias pueda entrar en el juego del libre comercio en condiciones de igualdad. No. Se trata de llorar (ahora también en la Constitución Europea, ¡qué gran logro de los políticos de CC, PP y PSC!) donde haga falta, haciendo saber que estamos muy lejos, que estamos fragmentados (esto lo hacen muy bien los nacional-insularistas, por cierto), que no tenemos materias primas Felicidades señores negociadores, gracias a ustedes ahora todo el mundo sabe que los canarios entramos en la cuota de los discapacitados de la Unión Europea.
Que nadie se lleve a engaño. No estoy en contra de las subvenciones concretas para realidades concretas y con unos fines concretos. De lo que estoy en contra es de que estos señores que dicen representarnos hagan política (perdón por la ironía) basándose exclusivamente en unas subvenciones que definitivamente todos sabemos no sirven a los fines declarados.
Vayamos a los hechos. ¿Qué se ha hecho desde el Gobierno de Canarias en los últimos 20 años para impulsar un mayor potencial económico del Archipiélago en el contexto comunitario y mundial? ¿Cuántos operadores turísticos canarios han nacido auspiciados por nuestros gobernantes? ¿Cuántas líneas aéreas? ¿Qué se ha hecho para potenciar de veras el consumo de productos canarios entre los millones de turistas que cada año nos visitan? ¿O eso no es un mercado? ¿Nos van a salir una vez más con la martingala de la falta de formación? ¿A quién se creen que engañan?
¿Aún no se lo creen? Vayamos, entonces, a lo social: Miles de millones de las antiguas pesetas han llovido hacia Canarias desde Bruselas. ¿Para cuándo un hospital en el Norte de Tenerife? ¿Para cuándo bibliotecas y centros de reunión para los barrios olvidados de la capital grancanaria? ¿Para cuándo una salida profesional digna para los jóvenes de la Gomera? ¿Para cuándo residencias en condiciones para los mayores de toda Canarias? ¿Para cuándo ?
Me temo que la respuesta a estas preguntas dependerá casi exclusivamente de los que, como nosotros, estamos pensando Canarias en este momento. Otros han decidido que nuestro futuro ha de ser la eterna subvención sin objetivos concretos. O, mejor dicho, con un objetivo muy claro. La eterna dependencia y el enriquecimiento de unos pocos.
¿Hasta cuándo ?