Yo no sé por qué hay gente que se extraña de la posible alianza entre Unidos por Gran Canaria y Coalición Canaria. Es cierto que Unidos por Gran Canaria puso como excusa para su formación “la defensa a ultranza de Gran Canaria”. También Manuel Hermoso, no más fue elegido presidente del Gobierno de todos los canarios, exclamó: “Ha llegado la hora de Tenerife”. ¡Qué gran nacionalista! ¿Qué hay de extraordinario en que todos los insularistas quieran estar juntos? En esa imperfecta caja de resonancia que es Coalición Canaria pueden perfectamente encontrarse dos proyectos históricos por contradictorio que parezca. De un lado, la sempiterna voluntad de la oligarquía tinerfeña por hegemonizar el archipiélago. Tenerife y sus seis satélites, el sueño anhelado. De otro lado, las libertades económicas y comerciales de Gran Canaria sin cortapisas algunas de Madrid o Tenerife. El resto que se las componga. Acaso extender el dominio grancanario a Lanzarote y Fuerteventura. Nada más. La construcción nacional canaria, siempre postergada. Ahí pueden encontrarse las oligarquías insulares, despejando así el panorama para el resto. Sólo el Partido Popular tiene algo que temer, no sea que la cosa cuaje y pierda en Gran Canaria algo de su tradicional apoyo. De fondo, una supuesta segunda transición española que, a decir de Bravo de Laguna merecería una presencia canaria fuerte en Madrid, entendiendo ésta como representación de los intereses de las diferentes oligarquías isleñas. Yo no me creo nada, no soy tan ingenuo, salvo que todo esto es perfectamente posible, entre otras cosas, porque ya lo fue en el pasado. En aquellos momentos, tuvo el invento una pata de izquierdas que le daba al asunto un cierto equilibrio interclasista que se vio recompensando con el éxito electoral. No parecen ir por ahí los tiros ahora. Nueva Canarias coquetea con una vía a lo Euskadiko Eskerra que a mí se me antoja una mala noticia, como lo es cualquier paso hacia el sucursalismo. ¡Como si el PSOE canario inspirara ninguna confianza! Canarias necesita construir sus propias fuerzas políticas, experiencias de todo tipo, sin subordinaciones. El proyecto del PSC-PSOE es España, al igual que el de Podemos. ¿Cuál será el de Nueva Canarias en ese invento? Ceder la exclusiva del nacionalismo canario al centro-derecha es irse voluntariamente al rincón, dejando al contendiente el centro del ring. Hay movimientos en política que te dan protagonismo y otros que te relegan a un plano secundario. Creo que lo de Unidos por Gran Canaria es un ejemplo de lo primero mientras que lo de Nueva Canarias, de lo segundo. Veremos.