La inusual cercanía de las elecciones españolas hace de este septiembre un mes también inusualmente activo en cuanto a cuitas y asechanzas políticas. Olvídense ustedes de idus de marzo y crueles abriles. Ya perdí la cuenta de las crisis, minicrisis, cierres en falso, etc. que habrían afectado a nuestro Gobierno, desde Lanzarote hasta El Hierro. Seguirán dándose, con toda seguridad. Los partidos también arrancan motores, siendo especialmente llamativa, en mi opinión, la posibilidad de un pacto PSOE-NC para dichas elecciones. No sé qué cuentas habrán echado en las filas de los Romanov, si ya está hecho o, como se suele afirmar, “se tiene que discutir en los órganos”, que no es necesariamente contradictorio. Pareciera más útil mantener en estos momentos una personalidad propia, como fuerza política diferenciada frente a la socialdemocracia españolista y el sucursalismo español de nuevo cuño que representa Podemos. Ésa es precisamente la principal fortaleza de Nueva Canarias junto con su fiel electorado. A no ser que teman por la posibilidad de que Pedro Quevedo -previsible candidato- no resulte elegido y hubiera que usar de banderín de enganche al PSOE. Tampoco están nada claras cuáles serían las ventajas que los socialistas obtendrían de un pacto así. Ningún voto de más les va a venir por pactar con un partido nacionalista de izquierda. Si lo hacen por molestar a sus socios de Coalición, habría que objetar que éstos están en otra cosa, antes que en ninguna hipotética unidad nacionalista. Están, primero que nada, en garantizar que no se quedan sin representación en el Congreso español, gran mérito éste de ATI y sus secuaces. También están en tratar de garantizar algún tipo de entente cordiale con el Partido Popular para quitarse al PSOE de encima a las primeras de cambio. Allá, en España, la ola indignada de izquierda y derecha empieza a intuirse serenita, mansa, arribando a la orilla de la estabilidad política, el bipartidismo mayoritario y la moderación de las mayorías. Ya no se habla de Grecia, salvo en la cinematográfica Santa Cruz. En Canarias, más allá de las putaditas habituales de “no te nombro a tus cargos de confianza”, la cosa es seria y no es más seria porque las cuentas no salen. Si en el país se consolida una especie de UPN “de facto” entre el PP, ATI y API, digo, entonces sí que vamos a ver cuitas y asechanzas. Por eso este septiembre viene preñadito de mañas y contras para el que las sabe entender. Porque la política no es sólo ya “el arte de lo posible”, sino también “el arte de hacer posible lo imposible”, de decir una cosa y hacer la contraria, de pactar a la vez con tu amigo y con tu enemigo. Y en todo esto, este archipiélago maldito está dando ejemplos de magistral sutileza.