Un país en guerra. Un peligro inminente para la vida. Una vida que se desmorona, que se tuerce, que no vale nada. Tal vez seas un perseguido político, quizá vives en una ciudad destruida. Miras las posibilidades de escape. Las fronteras están ahí. Tienes piernas, no raíces ancladas al suelo. Decides poner rumbo a Europa, un continente en paz, una nueva oportunidad para empezar de cero. El continente europeo cuenta con un tratado, el Tratado Schengen. El documento reconoce la libre circulación por Europa. Sin embargo empiezan a existir algunas fronteras interiores en previsión de la llegada de refugiados. La Europa solidaria, sin fronteras, la Europa Premio Nóbel de la Paz en 2012 «por su contribución al avance de la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa», recibe a estas personas con concertinas, controles militares, gases lacrimógenos o manifestaciones racistas en centros de refugiados. Pero todo esto son minucias comparado con la guerra, las ejecuciones masivas, la miseria o el terror del ISIS.
«Por su contribución al avance de la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa». Hablemos de Derechos Humanos. El Artículo 14 reconoce el derecho a recibir asilo en caso de persecución. Los derechos de los refugiados están presentes en varias declaraciones de derechos a nivel internacional, entre ellas algunas leyes propias de la Unión Europea. Hasta el momento más de 400.000 personas han solicitado asilo en Europa y se esperan que al final de año sean 800.000. Si se cumplen los pronósticos serán las cifras más elevadas desde la IIª Guerra Mundial. De los 400.000 que han solicitado asilo, casi la mitad son sirios. Siria es un país en guerra, donde el terror del ISIS está haciendo estragos. Otros países con importante número de peticiones son Kosovo (101.350) o Afganistán (82.350). Todo ello según datos extraídos por el periodista canario Raúl Sánchez en Desalambre de Eldiario.es.
La Europa que ellos ofrecen es la Europa de los alambres, de la vuelta a las fronteras. En ocasiones ellos mismos están apoyando la guerra, son parte de la misma, son cómplices o son los vendedores de las armas con las que se está masacrando a la población. Pero no existe remordimiento de conciencia. Los refugiados siguen muriendo en las aguas cuando intentan la vía marítima, asfixiados en trenes que compraron a mafias ilegales, por culpa de las concertinas o desnutridos, mientras Europa solo piensa en cómo librarse del problema, mientras se pelea por la cuota de refugiados que le corresponde a cada estado. No cabe en las grandes cabezas pensantes de la Unión Europea la forma de solucionar la vida a estas personas. «¿Qué más da unos cientos de muertes más si así se va atajando la crisis?», deben pensar en Bruselas. Entretanto las mafias campan a sus anchas, aprovechando la desesperación de seres humanos en busca de una vida digna.
Canarias y la inmigración
Canarias era un lugar del mundo eminentemente de emigrantes. La pobreza, la falta de oportunidades, los monocultivos o el tributo de sangre, eran los motivos por los cuales los canarios emigraban. La historia migratoria del Archipiélago cambió un 28 de agosto de 1994. Ese día llegó a las costas de Salinas del Carmen (Fuerteventura) una patera con dos jóvenes saharauis. Los números de llegada de emigrantes a Canarias alcanza las 400 personas en 1998. En julio de 1999 se produce el primer naufragio en Morro Jable. Los inmigrantes no vienen solos. El viaje se contrata en su propio país. El precio suele rondar los 420 euros, con lo que prácticamente hipotecan todo lo que tienen. Es un fenómeno que se da mayoritariamente en Canarias y que en España les cuesta entender. Así da que pensar un extracto del libro «Cayucos», del periodista canario José Naranjo, en la página número 15:
“En enero de 2002, una zodiac desembarcó a cuarenta africanos en las costas gaditanas en medio de un intenso temporal de levante. Hacía meses que no llegaba ninguna a la Península. Un periodista informó a través de Radio Nacional: «A pesar del fuerte temporal, las pateras vuelven a arribar a las costas españolas cargadas de inmigrantes». Por esas fechas, en Fuerteventura prácticamente no había noche sin patera, la mayoría de las veces de dos en dos o de tres en tres. Un inevitable sentimiento de abandono cundió entre los canarios y se extendió durante esos doce años, hasta que los cayucos hicieron saltar todas las alarmas”
Entretanto, los de siempre dando la nota. Domingo González Arroyo, alcalde de La Oliva por aquel entonces (ahora vuelve a gobernar en minoría), dijo que la policía debería instalar radares para detectar la madera de las pateras. Añadió que «con la Legión en Fuerteventura no pasaba esto» y que la invasión no había hecho más que empezar. Dantesca fue la situación provocada en 1999. Ese año llegaron a congregarse 800 inmigrantes en la antigua terminal del Aeropuerto de Fuerteventura, pendientes de su expulsión. Vivían hacinados, en condiciones precarias de higiene y contraían enfermedades. El ministro de interior de la época, el actual presidente español Mariano Rajoy, dijo que el recinto era “idóneo” y con ello zanjó la polémica. Organismos internacionales no pensaban lo mismo.
En el año 2000, muchos inmigrantes son trasladados de Fuerteventura a Gran Canaria. Allí empiezan a deambular por el Parque Santa Catalina y el centro de la ciudad. Al amparo de la cadena de televisión local Canal 25, afín a sectores de la derecha, se creó una plataforma ciudadana en contra de los inmigrantes africanos, que organizó una manifestación “contra la inmigración” en Santa Catalina, en uno de los episodios más vergonzosos de la historia reciente de nuestro Archipiélago. En noviembre de 2001 el entonces alcalde la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, José Manuel Soria, traslada doscientos inmigrantes a Madrid en avión.
Todavía llegan pateras a Canarias de cuando en cuando. Las mafias siguen actuando para traer a personas que quieren mejorar su vida, esclavos laborales que requiere el sistema o refugiados que vienen huyendo de sus respectivos conflictos, como sucede en Europa. Uno de los últimos episodios fue el atropello de una patrullera de la Guardia Civil a una patera en 2013. En cualquier caso las migraciones son un fenómeno creciente, que ni mucho menos va a remitir. Máxime cuando se juntan de por medio la guerra, la persecución política y la falta de opciones de vida. Ante esto es necesario una mejor legislación que regule todo el proceso, no como está haciendo Europa, que por el contrario los reprime y les impide el paso. Sería necesario recordarles que ellos también fueron refugiados hace no tanto tiempo. Esta «Europa que tú me ofreces/ te puedes quedar con ella/ que no es que yo la desprecie/ es que no nace quererla», que escribiera el poeta canario Francisco Tarajano.