
Tras una larga semana de calor, que fuera viernes ya sonaba a esperanza. Agota mucho gestionar ofertas de empleo para personas con discapacidad de este estilo.
– Se busca personal para limpieza, 40 horas semanales, turnos rotativos de lunes a domingo, 645€ brutos mensuales.
Con estos sueldos ser mileurista sería la bomba.
Falta muy poco para salir de la oficina y me pongo a leer las noticias. Me estremezco por una nueva muerte machista en Canarias. Le cuento a mis compañeras los detalles del fuego y la gasolina.
Yurena sabe lo que duele eso y nos empieza a relatar su vida.
Ardió a los 6 años mientras trataba de prender una hoguera. Su vestido de nylon sirvió como antorcha y un señor logró apagarla revolcándola contra la tierra.
– Todo fue muy duro, aunque ahora incluso me río de algunas cosas. Relata mientras nos enseña sus brazos consumidos por el fuego.
Su madre la acompañó en todo momento dándole fuerzas en el dolor de las curas y después del crecimiento. Ella murió tras darle consejos esenciales cuando venía llorando del colegio por los insultos dolorosos de compañeros.
– No llores más Yurena, se acabó. Vas a ser fuerte, vas a salir adelante. No llores más.
Pero Yurena se quedó sin su madre sostén y acabó con un padre que le daba unas palizas tremendas. Ella decidió escaparse, hacía las tareas en casa de sus amigas y después (sin que nadie lo supiera) iba a dormir a sus azoteas. Escondía su situación a todo el mundo al igual que mentía sobre los regalos que le habían hecho en los reyes magos o la cena tan rica de la noche buena. Sobrevivió así hasta que ella misma se presentó a los servicios sociales con una libreta contando su situación.
Nunca dejó de ir al colegio, nunca dejó de lavarse, de hacer las sumas o las multiplicaciones… Fue una niña que vio con lucidez la vida, que supo la salida estando en la mierda. Estudia, trabaja, sé gente primero, allí estaba su salvación.
– Después me enamoré de un maltratador, con el que viví cosas peores de las que había vivido. Sí, mi vida es una novela (dice sonriendo).
Yurena ha sufrido todo tipo de violencias, la de mi padre es un hijo de puta, la de mis compañeros de colegio me odian, la de estoy en la calle pero nadie se entera, la de no tener nada ni nadie, la de mi novio me pega…
Pero hoy la tengo en frente y veo a una mujer bella que muestra sus manos minimizadas por el fuego sin pudor, sin miedo a que las acaricien.
– Estoy en la mejor etapa de mi vida, Yaiza. Soy feliz.
Hoy es su último día de contrato y está emocionada, a pesar de la despedida sigue reafirmando su felicidad, nos abraza a todas.
Cada vez me gustan más sus manos, pienso para adentro. Son el relato de una vida dura que culmina en sonrisa.