El calor en Washington en verano es francamente insoportable. Uno de los alicientes de esa maravillosa ciudad es la de poder refugiarse en sus fantásticos museos gratuitos. Descubre ahí uno la mirada nueva, límpida de los primeros paisajistas americanos en su “descubrimiento” de América. No tuvimos los canarios esa experiencia fundacional en las artes plásticas. El verbo de Cairasco, luego Viana o incluso Silvestre de Balboa en Cuba, no encontró parangón entre los primeros colonos aficionados al arte. Todo lo importaban. Hasta la mirada. Sus hijos eran enviados a estudiar a España, puesto que ni se planteaban fundar universidades como las que sí fundaron en las colonias americanas. Canarias era para ellos frontera y lugar de paso. Pero volviendo a Washington, siempre recordaré la visita al Newseum, el interesantísimo museo de la prensa estadounidense -de pago, por cierto- que acaba resultando al fin un ameno paseo por la historia de aquel país. Va uno recorriendo los pasillos de aquel moderno edificio y redescubre las primeras imprentas -qué tarde llegaron a Canarias aquellos inventos tan necesarios para la conformación de un pensamiento propio- o se adentra uno en los intrincados laberintos del Watergate. Hasta la puerta de la habitación del hotel que diera nombre al famoso escándalo se encuentra expuesta tras un cristal de protección. Lo que se dice una exhibición bastante completa. Bueno, completa, no. Se dejaron algo atrás. Llama poderosamente la atención la total ausencia de la más mínima referencia al Red Scare o macartismo. La más fiera caza de brujas que haya habido en los Estados Unidos tras los episodios de Salem y que retratara magistralmente Arthur Miller en The Crucible, usando la técnica del neutral ground, no merece ni el más modesto recordatorio. Tal vez, el poco ejemplar papel de tantos durante aquellas fechas motive a más de uno a pasar página discretamente, llevándose así de paso injustamente el testimonio de tanta gente que sí dio la cara por la libertad de opinión y de expresión. Y, sin embargo, para eso es absolutamente necesaria una prensa fuerte e independiente, algo que, salvo honrosas excepciones, todavía estamos esperando en Canarias.