Pues sí, lo admito: a mí también me sorprendieron las declaraciones de Fernando Clavijo en el diario El País. Estaremos de acuerdo en que no pasa todos los días que el presidente del Gobierno no ya mente la bicha, sino que reviente directamente uno de los tabúes máximos que tenemos por estas ínsulas. Y que lo haga encima en un periódico de Madrid, a nivel “nacional”, como les gusta decir a ellos. ¡Lo nunca visto!
Reconozcamos que hace falta gandinga para decir en público que hay que limitar el número de turistas en las Islas. De repente empieza a parecerme más simpático Clavijo. Con sólo pensar en la calentura de Fernando Fraile, el presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Las Palmas, ya me cae mejor el nuevo presidente del Gobierno. Fraile representa a esos mismos empresarios que no generan riqueza, esos encantados de someterse a lo que les manden turoperadores extranjeros, los mismos incapaces de innovar, los mismos incapaces de cambiar de modelo, los mismos incapaces de crear empleo aun con la maquinaria a toda mecha, los mismos que andan llorando por las esquinas para poder seguir entullando barrancos, seguir construyendo como sea. Todo lo que ellos perciban como negativo para su trasnochada (falta de) visión de las cosas debe ser motivo de alegría.
¡Y qué poco dura la alegría en casa del pobre! Porque el propio Clavijo se encarga de encharcarla en la misma entrevista. Lo del límite de turistas le quedó bien: el medio ambiente, la capacidad de carga del territorio… Y también estuvo buena la crítica al todo incluido, que no le deja perras sino a los cuatro de siempre. Todo fetén si no fuera por la falta de concreción, que lo deja todo en palabras que se lleva el alisio, y por ir tan a favor de la corriente en estos tiempos tan preñados de cambio, al decir de algunos. Y es que Clavijo se nos quiere presentar como un renovador.
Pero la madre de la baifa viene después: también dice el presidente que para que la renovación turística por fin se materialice «hay que desbloquear y simplificar la gestión del suelo»; “vamos a simplificar la gestión urbanística y con ello llegarán los incentivos [a la inversión turística]”. No sé a ustedes. A mí desbloquear y simplificar la gestión del suelo me suena mucho a poner nuevo suelo a disposición de los constructores. También los cantos continuos a la calidad de la oferta me hacen pensar en la nueva legislación turística, que ya permite construir nuevos hoteles “si cumplen determinados estándares de calidad”.
Al final, la sorpresa Clavijo no era para tanto. Mucha mención a la capacidad de carga, al medio ambiente, a la sostenibilidad, todo muy estudiado y adaptado al aire de los tiempos. Pero al final no creo que Fernando Fraile tenga que preocuparse por lo suyo, porque Fernando Clavijo parece saber perfectamente cuáles son las cabras que guarda. Me lo explicó el otro día un amigo con una frase que le oyó a un técnico: «en Canarias nuestro negocio no es el turismo, ese es el negocio de los turoperadores, que lo controlan. Nuestro negocio es la construcción».