Este 2015 empezó calentito en Bélgica, donde una serie de atentados y amenazas dentro y fuera de sus fronteras (recordemos el ataque contra Charlie Hebdo) pusieron a los servicios de seguridad e inteligencia de las principales capitales europeas en alerta máxima. Estamos hablando de que se estaba intentando proteger a la población de estos países contra ataques terroristas que amenazaban la vida de civiles.
Con independencia de lo que uno pueda pensar sobre las causas primeras o sobre el caldo de cultivo de estos atentados, lo cierto es que existía un riesgo real. Quienes vivimos en Bélgica, cuando llevábamos a nuestros hijos al colegio, íbamos a nuestros trabajos o salíamos a hacer la compra éramos conscientes de que lo que había ocurrido una vez en Bruselas o París ( luego ocurriría en Copenhague) podía volver a repetirse.
La reacción del gobierno belga fue declarar la alerta máxima y desplegar el ejército por las calles. Muchos pensamos que aquello era exagerado, innecesario y contraproducente: ¿no estábamos acaso haciéndole el juego a los terroristas convirtiendo una capital en un campo de maniobras?
Gwendolyn Rutten, presidenta de Open VLD, el partido liberal flamenco y una de las fuerzas políticas más importantes en este país, dio voz a lo que muchos pensábamos: «Bélgica no es Kabul», dijo. «No podemos ceder al miedo», añadió.
Rememoro todo esto a cuenta de un mensaje que nos envía Manolo, un lector de Tamaimos, vía whatsapp:
Ayer [9 de junio] estuve en Puerto del Rosario con algo de tiempo libre y me fui a dar un paseo por las zonas donde hace tiempo habíamos gritado a favor de los trabajadores de las conserveras de pescado, donde habíamos invitado a la legión a que se fuera de Fuerteventura, donde nos echábamos las cervezas…. y cuál fue mi sorpresa al encontrarme un batallón, creo que de infantería o algo así, de maniobras por plena capital y armados con fusiles. Alucinante, en plena capital, armados y de marcha…. casi vuelvo a gritar: ¡Fuera la legión de Fuerteventura! O lo que sería más apropiado en la actualidad: ¡Fuera el ejército de Fuerteventura!
Manolo no gritó allí mismo a voz en cuello, pero hizo algo mucho más efectivo. Nos envió estas fotos y este texto con permiso para publicarlos. Su grito llegará ahora a mucha más gente. Dentro y fuera de las fronteras de la isla.
Leyendo este texto y viendo estas fotos no pude evitar recordar algo que me contara mi madre cuando aún no había abandonado el nido. Llegaba al final la década de los 60. Estando embarazada, salió un día a la calle y se encontró a un soldado rodilla en tierra apuntando desde la esquina hacia donde ella se encontraba. Con un susto de muerte alcanzó a volver a meterse en el zaguán mientras veía cómo pasaban corriendo soldados que más que gritar rugían. Se trataba -entonces también- de unas maniobras. Algunos parecían pensar que Fuerteventura sí era Kabul.
Esto ocurría a finales de los sesenta. Años más tarde, y tras la intercolonización del Sáhara, llegaría la legión. Serían dos largas décadas de ocupación, donde el miedo, los robos, los asaltos y hasta los asesinatos, se convertirían en moneda común para la población majorera. Fuerteventura se había vuelto a convertir por culpa de los dictados de la metrópoli en una suerte de Kabul.
¿Y ahora, veinte años después de la marcha de la legión, cuál es la situación?
- El campo de tiro de Pájara sigue siendo una cruda realidad, a pesar de la oposición de los vecinos y las instituciones de Pájara y de Fuerteventura.
- Continúa habiendo actos de glorificación del ejército español, acompañados de ejercicios militares en zonas civiles.
- Sigue sin haber un debate en el que participen la sociedad civil y las instituciones de Fuerteventura y de Canarias, y el Ministerio de Defensa español.
- El tomar decisiones de manera unilateral, sin consultas ni participación de la sociedad civil y las autoridades legítimas, sigue siendo la norma en las actuaciones del Ministerio de Defensa español en Fuerteventura.
- No hay canales de comunicación abiertos entre el gobierno español y el gobierno canario donde se puedan dirimir conflictos como el de la Montaña de la Muda. La insensibilidad es total. Fuerteventura es un territorio de uso militar, el «interés nacional» (español) todo lo justifica y el interés de la población local es algo de segundo o tercer grado, si es que es tenido en cuenta de alguna manera.
Como se aprecia claramente en las imágenes que nos envía nuestro lector, en las declaraciones del ministerio de defensa español y, sobre todo, en sus actuaciones Fuerteventura sigue siendo un territorio de España, que será utilizado para maniobras militares siempre que desde Madrid así se considere necesario. No se tendrá en cuenta la opinión de los majoreros, a través de sus asociaciones, instituciones locales o del gobierno de Canarias.
Para algunos Fuerteventura sí es Kabul. ¿Hasta cuándo lo seguiremos permitiendo?