La primera vez que vi en acción a Gregorio Rodríguez me quedé asombrado.Tendría yo unos once años cuando descubrí a aquel luchador capaz de arquear la espalda hasta el punto de voltear en el aire al contrario. Aquella maña era impresionante; daba igual las veces que se la viera ejecutar, uno no salía de su asombro. Gregorio Rodríguez El Volquete se convirtió así en un ídolo de la infancia, un icono de aquellas jornadas de lucha, para mí ya inolvidables.
Andaba yo acordándome de aquel luchador legendario a cuenta de estas elecciones. Al final a las llamadas fuerzas emergentes les faltó la fuerza y la maña del Volquete para darle al panorama político el vuelco que algunos vaticinaban. El vuelco no fue y el tripartito autóctono seguirá dirigiendo las Islas sin muchos sobresaltos, más allá de los puramente escenificados, tal y como viene ocurriendo hace décadas.
Dicho esto, los resultados de las fuerzas de nuevo cuño son impresionantes: Podemos logra siete diputados al Parlamento, lo cual es muchísimo teniendo en cuenta lo difícil que pone las cosas la ley electoral; en el nivel municipal las marcas electorales en que participó Podemos también cosecharon algunos buenos resultados, como por ejemplo en la ciudad de Las Palmas, o incluso en La Laguna. Pero, como digo, la visión de conjunto no cambia demasiado, todo queda muy lejos del pretendido vuelco. Diré más: incluso con una victoria electoral, opino que las formaciones políticas emergentes hubieran sido incapaces de generar, orientar o pilotar ese vuelco en Canarias. Las razones se han expuesto en esta web repetidas veces: por el momento carecen de proyecto claro para Canarias, reciben indicaciones directamente de centrales radicadas en el exterior y por tanto no tienen las manos libres para hacer propuestas. No pisan suelo firme. En cualquier caso, habrá que esperar sus acciones, desde la oposición en el caso del Parlamento.
Y sin embargo estas elecciones sí nos han dejado un vuelco espectacular: el que dieron formaciones que no gozan del favor de los medios, lo que hace sus resultados más valiosos y esperanzadores. En Lanzarote tenemos que felicitarnos por los magníficos resultados de Somos Lanzarote, una formación canarista, autocentrada, de izquierdas, surgida de la sociedad civil lanzaroteña y que en sus primeros comicios consigue representación en el Cabildo y el Ayuntamiento de Arrecife. He ahí un diamante en bruto que ha de servir de espejo a otras islas y que tanto para el éxito como para el fracaso depende única y exclusivamente de sí mismo. En Gran Canaria tenemos la victoria sonada y rotunda de Antonio Morales al Cabildo, en lo que puede ser un antes y un después en la isla si Morales logra ir extrapolando su labor de décadas en Agüimes a Gran Canaria. Es ahí donde hay que ver el verdadero inicio de un cambio, que ahora habrá que regar y cuidar para que crezca lento, pero sano y fecundo, y no en los fogonazos de titulares «a nivel nacional» ni en visitas relámpago de quienes saben de Canarias que hay que cambiar la hora.
Experiencias como estas son las que vienen preñadas del germen del desarrollo propio, del crecimiento sólido y autónomo del país, de la emancipación y del aprovechamiento de nuestro verdadero potencial en favor de todos. Son estas experiencias y no las otras las que a mí, personalmente, me hacen acordarme del Volquete.