Cae la tarde en Tunte. Un grupo de personas descansa en torno a la plaza. Vienen de hacer unos 20 kilómetros, desde el Pozo de las Nieves. El cansancio no es óbice para recordar mentalmente la belleza de los paisajes recorridos, el mismo Pozo de las Nieves, el Cañadón del Jierro, el Cañadón Sombrío… Las vistas son inmensas, los caminos de vértigo, la naturaleza exuberante. Ahora, en el reposo de la sombra, al cobijo del descanso, del bocadillo que te incorpora, al interés de la conversación sobre Canarias, sobre nuestra realidad, nuestra naturaleza, nuestro entorno y quiénes nos gobiernan, la alegría del camino realizado es mayor y el sentimiento mayoritario es de alegría. Los que vienen por primera vez están exhaustos pero contentos. Comentan que lo que vieron les vale como recompensa a la dureza de la orografía.
Unas horas después, tras la dispersión, se convoca nuevamente a los asistentes. Allí toma la palabra un artesano, un hombre de los nuestros, de los que quedan pocos. Se llama Ramón García, miembro de la Comisión de la Ruta de los Alzados y cuchillero de profesión. Una de las personas que hizo la ruta está lesionada del tobillo, pero su cara es de alegría. Entre varios asistentes y sobre todo miembros de la organización, le ayudaron en medio de la vereda. Dice que repetiría al día siguiente de recuperarse del tobillo. Ramón, con su habitual sapiencia, le aconseja a todos los asistentes que no economicen en calzado y que usen un zapato adecuado. Luego comienza a hablar de nuestro entorno, de nuestra naturaleza, de ese gran amor que le ha acompañado durante buena parte de su vida. La organización de la Ruta de los Alzados está poblada de personas que aman la tierra, la naturaleza, el medioambiente de este país, ese que algunos especuladores no aman tanto. Y su intención es sencilla: mostrarlo a un grupo de personas cada año, además enseñando elementos históricos y etnográficos que no nos enseñan en la escuela, como decía Taller Canario en la canción «Acerina».
Este año la Ruta de los Alzados, en su cuarta edición, llega a Artenara. Será este 9 y 10 de mayo, este mismo fin de semana. Unirá la cresta montañosa que enlaza la Cruz de Tejeda y Artenara, con paso por la Montaña de los Moriscos, límite geográfico natural de cinco municipios, Tejeda, Artenara, Moya, Gáldar y Valleseco. Todo ello atravesando la Degollá de Las Palomas y los yacimientos arqueológicos de las Cuevas de Caballero y Cueva del Candil, lugares únicos y emblemáticos de nuestra historia antigua. El punto de llegada el mismo sábado será Artenara.
El sábado por la tarde habrán talleres y charlas y el domingo estará dedicado a conocer el municipio, su cultura, historia y etnografía. Una oportunidad para conocer un municipio señero de Gran Canaria y de observar la naturaleza en su plenitud. Para inscribirse debe rellenar el formulario de inscripción de la página web. Tras rellenar el formulario es necesario ingresar los 15 euros de la actividad. La experiencia merece la pena.