Nacieron como estrategia de supervivencia del campesino canario ante la descarada utilización del mercado canario como último recurso para el vino barato español: Tío Pepe, Montilla-Moriles, etc. Era la época del Mando Económico y había que sacarle algún partido a la colonia canaria, pensarían los golpistas franquistas, puesto que ya no sería plaza internacional. La clase importadora parasitaria canaria en seguida acudió en su ayuda. ¿Cómo hacer entonces para que el vino del país tuviera entonces salida? El canario tuvo que pensar rápido. Eso, o emigrar. Nada mejor entonces que crear estos lugares donde el paisanaje pudiera degustar tres o cuatro platos de la gastronomía del país amén de la cuarta de vino correspondiente. El canario siempre supo hacer de la necesidad, virtud. Es una de sus mayores cualidades y de sus mayores defectos. Llegaron hasta hoy envueltos en la fama de templos culinarios populares. Los hay gloriosos y, justo es reconocerlo, también los hay infinitamente sobrevalorados. Los tinerfeños se sienten íntimamente orgullosos de ellos: es un orgullo que no da para invitar al foráneo, se queda entre nosotros. Si viene alguien de fuera, entonces se le invita a otro tipo de establecimiento. Algunos son restaurantes encubiertos y las iniciativas encaminadas a su regulación parecen tropezar con la desconfianza tradicional en nuestro medio rural y unas ventajas no demasiado claras. Ahora, además, una empresa catalana registra el canarismo guachinche, que viene de bochinche y a su vez de buche, quién sabe con qué intenciones. Nada nuevo. ¿O acaso no suelen sucumbir nuestras iniciativas más originales ante las malas artes de algún espabilado, en medio de la desidia y la abulia de tantos paisanos? ¿No nos cambiamos el nombre rápidamente para contentar al otro? ¿No allanamos inmediatamente el camino para que el foráneo no encuentre obstáculos, asignándonos nosotros mismos el papel de secundario en nuestro propio drama y cediendo el papel estelar al advenedizo? Yo creo que esto ha sido y es así históricamente pero si quieren, lo discutimos algún día en un guachinche genial que conozco…