Si algo tiene de interesante la convocatoria de elecciones en esta colonia es la apertura por parte de los partidos, sean de franquicias o no. Realizan castings, donde se eligen a los candidatos sean o no los más guapos o guapas, sino todos aquellos donde se practica el oportunismo más puro. Se postulan ávidos de ocupar un buen sillón de despacho (la llamada poltrona), con la intención de aportar un buen currículo y guión que contenga la mayor cantidad posible de dádivas y promesas, y que este guión lo pueda o puedan interpretar de forma atrayente para el votante.
En este contexto, dejando las pertinentes inauguraciones aparte que siempre tienen lugar en este período de castings, vemos desde los maridajes múltiples de partidos o cómo se practica el transfuguismo de un partido a otro. También se crean partidos nuevos, con el único objetivo de conseguir un buen sillón de despacho que les garantice un oneroso sueldo para los próximos cuatro años. Esto del transfuguismo tiene en algunos casos caracteres traumáticos con desencuentros familiares entre padre e hijo, cada uno por su lado, en esa lucha por la conquista de sillones de despachos con las prebendas que puedan representar la obtención de los mismos.
Una vez realizado los castings y elegidos los actores que tendrán que ser aprobados por la matriz, esté esta en Madrid o en cualquiera de las islas, se levantará el telón en mítines al aire libre, en lugares cubiertos o en la pantalla de televisión y la ciudadanía procederá, después de su visionado, a elegir entre los seleccionados. Actores viejos, curtidos por años de experiencias, o nuevos con propuestas «novedosas», pero siempre alejadas de la territorialidad de Canarias y de su realidad colonial. Siempre con las pertinentes escasas excepciones, que al no contar con el beneplácito de los poderes coloniales, se ven arrinconadas a un quinto plano en las ofertas electorales, que para algo fueron otros quiénes implantaron la «democrática» Ley Electoral Canaria.
Una vez realizadas las elecciones y conocidos todos los elegidos, sólo nos queda ver la programación de los episodios y como deambulan los actores elegidos durante cuatro años. Una vez conseguido sus objetivos, acudimos al disfrute de su fama como estrella, el logro del «reconocimiento social» y lo bien que han realizado su papel de actores para intervenir en ese largo metraje. Solo nos queda esperar a que nos caigamos del guindo de una vez.
* El artículo está firmado por Rafael Delgado Perera. El autor remitió el texto por correo electrónico para su publicación en Tamaimos.