En el libro “Entender Canarias”, el periodista José A. Alemán hace un recorrido por la historia del pleito insular. Entre los años 1874 y 1903 Gran Canaria lucha por la hegemonía económica, aparcando así la División Provincial, que fue derogada en 1854 por presiones de los estamentos de poder de Tenerife. Sin embargo en 1903 Carlos Navarro Ruiz funda el Partido Local Canario, que recupera la idea de la división entre provincias. El partido nace de postulados conservadores y acaba siendo apoyado por Fernando León y Castillo a partir de 1910. En 1908 el liberal José Perojo solicitó en el Congreso de Madrid la creación de la provincia de Las Palmas, donde se incluyeran las tres islas orientales. Además, Perojo pidió el nombramiento de un subgobernador para cada una de estas islas, en función de delegado del Gobernador. Defendiendo estas propuestas, José Perojo murió repentinamente en su escaño el 17 de octubre de 1908. La División Provincial sería una realidad el 21 de septiembre de 1927. José A. Alemán destaca que esta separación sirvió a las clases dominantes de las islas capitalinas para dominar al resto.
En la entrevista que le hace Juan García Luján para el libro “De un tiempo, de un país”, Alemán admite que la estrategia puede estar orquestada desde Madrid, pero principalmente es una lucha de poder, en la que las burguesías de las islas relacionan sus intereses particulares con los de toda la isla. Siguiendo con el periodista Pepe Alemán, que ha teorizado bastante sobre las luchas insulares, en uno de sus últimos artículos compara a Bravo con el que fuera alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, López Botas, cuyo lema era “Todo por Gran Canaria”.
José Miguel Bravo de Laguna presentó el pasado sábado la coalición que liderará para presentarse nuevamente al Cabildo grancanario, llamada Unidos por Gran Canaria y que integra además a Compromiso por Gran Canaria, CIUCA (Ciudadanos para el Cambio) y el Partido Demócrata y Progresista. En su programa de presentación fijan entre sus objetivos políticos defender a Gran Canaria “ante cualquier Gobierno o Administración que perjudique a la isla”. Pareciera que lo que está haciendo Bravo de Laguna es una simple e inocente defensa de la isla de Gran Canaria, pero como hemos visto en líneas anteriores, esas palabras nos traen antiguos recuerdos.
Las encuestas dicen que el veterano político es el más valorado en la isla y ese tirón no lo quería desaprovechar. Su legislatura ha estado marcada por el enfrentamiento con el Gobierno de Canarias y eso le ha conferido, a tenor de las encuestas, un respaldo que para Soria no ha contado a la hora de elegirlo como candidato. El pasado noviembre el todavía presidente del Cabildo presentó los “agravios” a Gran Canaria. Afirmó que su intención era “empatar el partido, ni siquiera ganarlo”, a la vez que solicitó voluntarios para «defender la isla». Principalmente se ha quejado, con apoyo de los empresarios grancanarios, de que el Gobierno de Canarias no dejara construir hoteles de cuatro estrellas en suelo nuevo. Recalco, con el apoyo y añado, la presión de los empresarios hoteleros grancanarios. ¿Nos empezamos a entender? La misma lucha de poder decimonónica que identifica los intereses de una gran minoría a los de toda una isla.
Incoherente sería Bravo si luchara por la División Autonómica, que la provincial ya es una realidad. Además de lo residual de la idea, porque en su momento él fue uno de los firmantes de que la Presidencia del Gobierno de Canarias estuviera en Tenerife y la Delegación del Gobierno en Las Palmas de Gran Canaria, porque ni él mismo creía en esa autonomía. Pero no adelentemos acontecimientos, ya sabemos que algunos tienen alergia a todo lo que sea canario de todas las islas. El insularismo de esta formación es principalmente económico. Bravo se pinta de novedoso, afirmando que Unidos por Gran Canaria no es ni de izquierdas ni de derechas, sino de Gran Canaria y alabando el proyecto de Podemos, ya que “canaliza el descontento de mucha gente”. Vivir para ver…
La estrategia es conocida, ante una demanda de los poderosos de la isla, una corriente política se presta al juego insularista, aunque Bravo rechace ese término porque sabe la carga peyorativa que tiene. Y si las encuestas le conceden popularidad, más de veras para luchar por su trozo de tarta. Sin embargo, quedan preguntas en el aire: ¿será capaz de pactar con el Partido Popular para gobernar en el Cabildo si le hace falta? La lucha solo es de egos y no ideológica, de hecho el veterano político dijo que no haría nada contra el Partido Popular. Por otro lado, la política del Cabildo grancanario en esta legislatura ha sido de enfrentamiento constante con el Gobierno de Canarias por presunto perjuicio. Bravo de Laguna afirmó en rueda de prensa que cree que el pacto de Coalición Canaria y Partido Popular para el ejecutivo canario, es una realidad. La pregunta es, ¿si se diera ese gobierno, la política de Bravo sería de frentismo con el PP de por medio?
Las incoherencias están ahí. Algunos fervientes defensores de la praxis de Maquiavelo en “El Príncipe”, dirán que en política todo vale. Unidos por Gran Canaria redunda en una idea añeja, anquilosada en el tiempo, que intenta asimilar los intereses de una minoría de empresarios a los de toda una isla. Claro, en este caso pocos serán los que los acusen de populismo, porque es populismo del antiguo, del histórico, aunque los valedores no tengan ni idea de Navarro Ruiz, Perojo o León y Castillo. Nihil novum sub sole, frase atribuida al Rey Salomón en la Biblia, que significa «nada nuevo bajo el sol». O si lo quiere en grancanario, señor Bravo de Laguna, “memoria les pido”, que diría ese gran poeta de Artenara, Yeray Rodríguez. Porque solo la memoria nos puede recordar que ya conocemos el percal.