Cuando escribo estas líneas todavía faltan unas horas para saber los resultados de las elecciones primarias en Podemos-Canarias. No es relevante conocerlos ni para este artículo ni para muchas otras cosas. En cualquier caso, una noticia sí nos interesa. Me refiero a la capacidad de iniciativa que está demostrando Alternativa Ciudadana 25 de Mayo a la hora de aglutinar fuerzas en aras de la construcción de una verdadera unidad popular en Lanzarote.
Esta iniciativa no es algo impostado, que se haya dado por puro cálculo político. A mi juicio, responde a la propia tradición insular conejera, heredera de un potente movimiento social en defensa del medioambiente, y que conoció históricas manifestaciones a finales del siglo pasado y principios del presente. De aquellas experiencias, quedó un poso de rebeldía organizativa que ha venido sosteniendo Alternativa Ciudadana 25 de Mayo, prácticamente en solitario, no sin tropiezos y desaciertos pero, sobre todo, con un bagaje de honestidad y coherencia más que meritorio. Su presencia en las instituciones lanzaroteñas ha constituido un pilar de la protesta ciudadana que, contrariamente a lo esperado, no ha cesado sino que crece y se reinventa hasta llegar a las recientes movilizaciones contra las prospecciones y Repsol: en términos relativos, las más numerosas de Canarias.
Así las cosas, no parece de recibo que, en el camino de la construcción de la unidad popular, sean los recién creados círculos de Podemos, por ejemplo, el polo de atracción de esta rica tradición contestataria: por respeto y por sentido común. En Lanzarote, no como en otras islas, están siendo las fuerzas del país las aglutinantes y no las aglutinadas. Esta semana conocíamos el principio de acuerdo entre Alternativa y el Partido Verde Canario. Más tarde, se sumaban al acuerdo Alternativa Nacionalista Canaria (ANC) y Alternativa Democrática de Haría.
Desconozco hasta dónde llegará la unidad popular promovida por Alternativa Ciudadana 25 de Mayo. No sé si finalmente incluirá a Izquierda Unida Canaria y/o a Podemos, o preferirán protagonizar como en tantos otros lugares el teatrillo de las marcas y los avales. Sin embargo, desde ya mismo, sí sé que la vía conejera aparece como la más fiel a lo que ha venido siendo la protesta ciudadana en este país. Su aval, el mejor que pueden tener: el del pueblo lanzaroteño. ¡Ojalá en todas las islas fuera así!