Dos modelos parecen abocados a enfrentarse en las próximas elecciones al Cabildo de Gran Canaria. Aunque todavía estamos en momento de quinielas, poco a poco, las posturas van definiéndose, en algunos casos en el sentido que todo apuntaba desde hace ya algunos meses. Ejemplo de esto último, la más que probable candidatura de Antonio Morales por Nueva Canarias. Se veía venir, era un clamor dentro y fuera del partido nacionalista. Maniobra marrullera de última hora, el desembarco de Australia Navarro en la plancha insular del PP, producto de la enésima asechanza de Soria y sus secuaces, en su política efectiva de eliminar cualquier atisbo, no ya de disidencia, que eso es impensable en una dictadura, sino de pluralidad, como la que podía representar Bravo de Laguna. Ya ustedes ven: a algunos los avala Pablo Iglesias y a otros los avala RIU.
Así las cosas, el panorama se va aclarando y el ciudadano de la isla de Gran Canaria puede ir haciéndose una idea del margen de elección real. En mi opinión, estaremos ante una disyuntiva clásica –tertium non datur– en la que se enfrentarán dos modelos de entender no sólo la política sino también la isla, el archipiélago y sus ciudadanos. Habrá más actores, pero no serán protagonistas.
De un lado, tendremos el sobrecogedor modelo representado por el Partido Popular, protagonista de sonados escándalos en la isla (Canódromo, Biblioteca, privatizaciones, recortes sociales,…) por no hablar de su apoyo constante a Repsol en su intentona de hacerse el bisne con los supuestos recursos de todos los canarios. Ha sido el PP -también en el Cabildo- una fuerza dañina, incapaz de mostrar la más mínima independencia frente a Soria en asuntos tan graves como, por ejemplo, la carretera de La Aldea. Antes la disciplina interna que el deber con el ciudadano, antes la obediencia a Madrid, que el servicio a Canarias: ése parece haber sido el lema. Sólo la política de revalorización y difusión del patrimonio indígena canario se salva del paso del PP por el Cabildo. Importante, pero poca cosa para una institución que debe ser el Gobierno insular, el de todos los grancanarios, más allá de mantener poses arrogantes y plantones ficticios ante el Gobierno de Canarias porque éste no se pliega a Soria y porque es mejor seguir utilizando el pleito insular como excusa para ocultar tu inutilidad.
De otro lado, estará el modelo progresista encarnado por Antonio Morales, alcalde de Agüimes por Roque Aguayro, fuerza coaligada a Nueva Canarias. Se trata de un modelo que ha basado su éxito en los mejores pilares del municipalismo: honestidad, eficiencia, cercanía, participación… La Comarca del Sureste de Gran Canaria, que integra además a los municipios de Ingenio y Santa Lucía, es todo un ejemplo para nuestro país de desarrollo sostenible, servicios sociales universales y de calidad, política cultural canaria de alcance y no sólo de lucimiento… en fin, de calidad de vida. Lo que antaño se llamaba “el triángulo de la pobreza” es hoy una comarca de prosperidad que tiene en el fomento de las energías renovables una atalaya desde la que atisbar otra isla posible. Cruza uno el límite con Santa Lucía -no necesariamente en tren- y percibe la continuidad del modelo con matices. ¿Por qué no aspirar a extenderlo al resto de la isla?
Se habla ahora de cambio con una inusitada viveza. Esto es muy positivo. Ahora, ¿en qué se concreta realmente la posibilidad de cambio en un contexto como el de la isla de Gran Canaria, que poco tiene que ver con lo que ocurra en la Puerta del Sol? Desde mi punto de vista, ésa es la reflexión. Yo parto de la base de compartir una aspiración clara: hay que echar al PP de todas las instituciones en las que gobierne, como el Cabildo de Gran Canaria. Esto es lo prioritario para la mayoría social de Gran Canaria. Todo lo demás es ruido, vaguedades, inconcreciones, discursos y consignas huecos que de poco servirán para lo que interesa ahora.
Entonces, ¿qué es lo más efectivo para concretar esta voluntad política de cambio real? A mi juicio, apoyar mayoritariamente el modelo progresista, canarista, no sucursalista y autocentrado representado por Antonio Morales. Respetando a todas las demás fuerzas, el cambio no va a venir por que éstas logren uno o dos consejeros en el Cabildo. Esfuerzo vano. Como bien dice Íñigo Errejón, “hay que ganar”. No basta con tumbar a algún luchador de la cola. Hay que ganar. Y para ganar, nada tan efectivo como concentrar todos los votos que apuesten por el cambio de modelo en la misma lista: centrarse en las coincidencias, que son muchas, y solventar las diferencias desde el debate sin fisuras. No hay otra posibilidad más certera a la hora de derribar al PP. Todo lo demás es encomiable pero al final sólo el PP saldrá beneficiado de ello. Definitivamente, un apoyo crítico, responsable y constructivo a la candidatura de Antonio Morales sería la mejor apuesta por el cambio definitivo de modelo en la isla de Gran Canaria.