Tal vez el fútbol no tenga que ser necesariamente el escenario donde los descerebrados de Gran Canaria y Tenerife ponen su tenique para el apuntalamiento del pleito insular. Quizás todavía haya posibilidades de que el fútbol sea como cualquier otro deporte y contribuya a sembrar valores positivos entre nuestros chinijos, entre los que no está obviamente el odio a la isla de enfrente. A mí me parece que todavía hay esperanza y que noticias como la de la presentación de la Escuela de Fútbol de la Unión Deportiva Las Palmas en el Llano del Moro, municipio de Santa Cruz de Tenerife, son un homenaje a la sensatez, a la cordura y al fair play, que tantas veces tanto falta en las gradas. Un centenar de pibes chicharreros visten ahora los colores y el escudo de la Unión Deportiva gracias a la sabia política de la directiva amarilla, que no hace sino ser fiel a la eterna vocación del equipo grancanario: representar a toda Canarias como manda su escudo, su historia y su palmarés. Y todo ello desde el respeto y la sana rivalidad con el Club Deportivo Tenerife. A ver si al final más de uno va a tener que ir al fútbol para aprender cuatro lecciones elementales de canariedad.