Los canarios no andamos mal. Contrariamente a lo que la mayoría de los canarios suelen creer, nuestra forma de andar es tan correcta como la del español medio, por poner un ejemplo. Cierto es que la escuela y muchas generaciones de maestros acomplejados se han esforzado durante décadas en lanzar ese mensaje a los niños canarios: “tienes que andar así, no andes como tus padres que son unos maúros, mira cómo ando yo, mira cómo anda aquel señor de Ponferrada”. Esto ha logrado instalar una extendida baja autoestima en muchos canarios en cuanto a su manera de andar. No son pocos los que se sienten inseguros frente a un andante castellano, por ejemplo, y torpemente intentan imitar sus movimientos. El resultado no puede ser más penoso. Ve uno a esos canarios titubeando, errando a la hora de desplazarse, concentrados como están en imitar al que consideran un andarín superior. Ha habido casos de locutores que han tenido que cambiar su forma de andar para acceder o conservar sus puestos de trabajo. Los hay que, en el mundo de la publicidad, para anunciar la arepera del barrio cambian su manera de andar, pero luego, en el día a día, andan como siempre. Luego, cuando uno les pregunta por qué hacen eso, empiezan a inventar todo tipo de excusas: que si hay que usar una forma de andar neutra para la publicidad, que si andar neutralmente es lo mejor para que llegue el mensaje, que andar como se anda en Neutrolandia ha sido lo mejor que les ha podido pasar… Por eso, algo que no ocurre en ningún lugar del mundo, la Academia Canaria del Andar ha organizado unas jornadas para decirles a los canarios que no, que no andan mal, que nuestra forma de andar es tan correcta como cualquier otra. Que las peculiaridades de nuestros andares son precisamente el secreto de su riqueza y que debemos conservarlas como el tesoro que son para las nuevas generaciones de canarios y para todos los andarines del mundo. Que nadie es más que nadie por andar de una determinada forma. Que nadie debe sentirse menos que nadie por su forma de andar. Que en nuestros medios de comunicación se debe andar como andamos los canarios: en la radio, en la tele, en los dibujos animados, en el cine, en la novela,… Que reírse de nuestra forma de andar no es buen humor, ni siquiera humor, es complejo y autolesión. Que nuestros niños merecen poder andar en el colegio igual que andan en casa. Y quien dice andar, dice hablar.