Seguro que muchos lectores recuerdan las canciones que cantábamos cuando éramos chicos e íbamos de excursión en una guagua. Entre el “que toque la pita”, que precedía al canto de “el chófer es cojonudo”, cuando el pobre hombre accedía a la perreta infantil, y los elefantes que se balanceaban en la tela de una araña, siempre cantábamos el extraño suceso que se dio en un zapato: “una sardina, dos sardinas, tres sardinas y un gato, apostaron la manera de meterse en un zapato”. Otro insólito hecho lleva sucediendo en Canarias desde marzo de 2012. El zapato del movimiento contrario a las prospecciones lo comparten desde entonces ecologistas, militantes de organizaciones sociales, la comunidad científica e instituciones como el Gobierno de Canarias o los Cabildos de Lanzarote y Fuerteventura. Ahí las instituciones, en especial el Gobierno de Canarias, ejercen el papel de gato entre un montón de sardinas.
El gato de este zapato, el Gobierno de Canarias, ha hecho defensa, por lo menos formalmente, de los intereses de la mayoría de la sociedad canaria en contra de los sondeos petrolíferos. Una implicación ecologista que sin embargo echamos en falta en otros temas donde toca defender la biodiversidad canaria y el “modelo medioambiental” tan cacareado. “A chi, chi, chi, chi, guagua, a guagua, guagua, chi, chi. Que lo repita, Domingo Berriel”, actual Consejero de Obras Públicas, Transportes y Política Territorial y Consejero de Ordenación Territorial y Medio Ambiente cuando se aprobó el nuevo Catálogo de Especies Protegidas para posibilitar la ejecución del Puerto de Granadilla. Berriel destacó en su momento que la infraestructura era necesaria para el Archipiélago y en el Gobierno no escucharon una Iniciativa Legislativa Popular y multitudinarias manifestaciones en contra de esta construcción. Como ahora hace el Gobierno español, actitud que el presidente Rivero califica de colonial. Eso sí, sigue defendiendo el Puerto de Granadilla como “imprescindible para el desarrollo económico canario”. De justicia es recordar que la zona donde se hará el Puerto es muy ventosa y según el antiguo Presidente de la Autoridad Portuaria de Tenerife, Pedro Anatanael Meneses, el puerto apenas se podrá usar por esta razón. Pero es “imprescindible”, según aseguran desde el gobierno autonómico.
“A chi, chi, chi, chi, guagua, a guagua, guagua, chi, chi. Que lo repita, Mario Cabrera”, presidente del Cabildo de Fuerteventura, contrario a las prospecciones petrolíferas en Canarias y defensor a ultranza del agujero que planeó hacer Chillida en Tindaya. Mario Cabrera ha apoyado al movimiento ciudadano de Fuerteventura contrario a los sondeos, pero muchos lo echaron en falta cuando hubo que defender la montaña de Tindaya. Es más, a los que se oponían a la perforación de la Montaña los cifró en “cuatro gatos”, los mismos a los que Eduardo Chillida llamó en 1999 “gamberros” e “incultos” por según él, no saber de arte. Pero esto para Cabrera, para Rivero y todos sus compinches no es actitud colonial. Ahora Mario Cabrera luce una pegatina contra las prospecciones en su ordenador portátil, pero seguro que los que diseñaron esa pegatina también querrían que luciera una en la ponga “Tindaya no se toca”.
Enfrascados en la lucha contra las prospecciones, para muchos pasó desapercibido el hecho de que el Gobierno canario aprobó el pasado 13 de noviembre un decreto para delimitar el yacimiento en Tindaya, lo que facilitaría la puesta en marcha del proyecto mil veces parado, mil veces recuperado y mil veces pagado, nada menos que se habla de 25 millones de euros tirados a la basura. En Change.org la ciudadanía ha reaccionado con rapidez y la petición propuesta por el Doctor en Arqueología, José Farrujia, ya cuenta con 60.000 firmas. Todos esperamos que el TSJC suspenda las prospecciones, pero también queremos que los despóticos escuchen al pueblo cuando se hable de petróleo, de montañas o de atentados ecológicos varios. Cuando los veas hablar en nombre del pueblo, no olvides que son gatos entre un montón de sardinas y que son ellos los que se han colado en el zapato.