Verde llanura
Aroma verde
(Oior a puro palmero)
Sol que marca anhelos de playa
Cuerpos que se mueven lentos
Bailes en azoteas
Besos entrecortados
En tensos regocijos eternos
Levantas la cabeza
Gilberto a lo lejos, se desmarca.
León corre la banda
Tonono mira severo
Castellano impávido marca.
-Un quiebro- Ganas metros.
Una pared con Guedes
Que es un ángel perfecto
El Sol. El Sol
El juego se hace y deshace
En seda verde terrestre
-Clama el estadio-
y en la retina de los niños
Grabas un virtuoso regate celeste
La ciudad está quieta
En los transistores juegan
Voces de tono sugerente
-Dios mío- Un puente
y … otro quiebro
¡La defensa deshecha!
-Sale el cancerbero-
Famoso, adusto, serio
¡lríbar, lríbar!
Negra muralla vasca
Impone como Polifemo
Atávico el nervio, atenaza a el pueblo
En último esfuerzo
Tocas el balón, lo mínimo
Lo elemental. Dejando al monstruo sagrado.
Desesperado, inerte, casi muerto.
Aturdido, erizado, aclamado
Apenas oyes el vocerío
Que en volanda te lleva
Como su dilecto hijo
Y se graba Germán
En la mente de un niño
Que así lo recuerda y cuenta
Junto al olor de puro palmero
De fútbol, niñas y azotea
De una tarde ya lejana
De un año que ya no recuerdo
Tasio Barrera (Las Palmas, 1953), poeta, autor de De lo íntimo a lo urbano y Ámbitos dispersos. Tomamos este poema, que apareció publicado en la desaparecida Revista Disenso (01/01/1996, p.60) como modesto homenaje al Maestro, esencia eterna del fútbol canario.