A riesgo de que desde las filas del independentismo se me critique por traer el más hispanófilo de los poemas de Rubén Darío a Tamaimos, no me resisto a usar uno de sus versos en el título de esta entrada y ahora les explicaré por qué. De un tiempo para acá vengo observando, casi sin proponérmelo de burdo que es el asunto, la mayúscula tontería que tienen nuestros políticos con ponerle a todo el nombre en inglés. O en algo parecido al inglés, para ser más exacto. El otro día leía en el blog El puerto de Tazacorte acerca de los planes de convertir a la isla de La Palma en Smart Destination (destino inteligente). No creo que sea muy inteligente ponerle un nombre en inglés a una iniciativa que va dirigida a pequeños y medianos empresarios de la isla de La Palma, una isla en la que se habla español, según pude apreciar cuando estuve por allí. Bueno, y alemán en algunas zonas.
Ahora bien, el más claro aspirante a ingresar en la Orden de la Jarretera y ser nombrado Caballero del Imperio Británico, y de paso de la Solemne Pedantería, debe ser el alcalde de LPGC, Juan José Cardona. Por todos lados florece el inglés para bautizar cualquier iniciativa. ¿Que se organiza una carrera nocturna? Allá vamos con el LPA Night Run; ¿que se construyen unas instalaciones deportivas? Llámemoslas Go Fit Las Palmas; ¿que se trata de un festival de cine y gastronomía? Bautizado queda como Cine + Food. ¿En qué momento los redactores de Batata News se hicieron con el control del Ayuntamiento? En fin, supongo que aquí no acaban los ejemplos de cursilería con ínfulas de cosmopolitismo que destila ese afán de poner nombres en inglés a cosas que se podrían nombrar perfectamente en el idioma que hablamos todos.
Sin embargo, no es costumbre en Tamaimos criticar sin ofrecer alternativas. Puesto que la moda parece imparable me siento obligado a proponer algunos nombres que quizás sean del agrado de nuestros anglófilos gobernantes por si quisieran usarlos. Por ejemplo, a la Biblioteca del Estado que Soria autorizó, en uno de sus ejercicios de soberbia, y que previsiblemente habrá que derribar se la podría rebautizar como LPA Library ‘Bout to Crumble Down, un nombre con resonancias jazzísticas y vagamente emparentado con el British Museum que seguro que contará con el favor del Cardona’s Cabinet, que se reune en Lion and Castle St. La universal y cosmopolita Feria de Abril, que el LPA City Hall tanto apoya, podría llamarse April Cruellest Month Fair y le plantamos el eco de T.S.Elliot by the face. Seven Palms, The Bar at The Flintstones Beach, Doraemon Park, nuestro emblemático rascacielos o skyscraper: la Pussy House,… Por último, no quisiera yo olvidarme del famoso acuario que el filántropo Kiessling nos quiere poner en el muelle. ¿Qué mejor que llamarlo Fish ‘n’ Chips Crystal Pavillion? Ya casi puede uno ver los turistas bajándose del Queen Elizabeth II y sintiéndose como en casa, tras haber sido convenientemente recibidos con paella valenciana, faralaes, tartaneros vestidos de cordobeses,… en fin, todas esas cosas con las que los canarios demostramos normalmente nuestra hospitalidad. Aunque también podríamos sustituirlas rápidamente por flapjacks, hashbrowns, black pudding, ale,… Ya se sabe que la identidad es algo maleable, sobre todo la nuestra.
Aquí lo dejo. De momento. Dejaré que el bardo de Stratford-upon-Avon tome la palabra por mí: “They shall have wars and pay for their presumption». Si no lo entienden, pregúntenle a Cardona que él seguro que lo tiene clarito, clarito.