
Que no existe la homogeneidad cultural en ninguna sociedad ya lo sabíamos. Que la heterogeneidad es norma no debe sorprendernos, al contrario. Ahí reside la riqueza de nuestras sociedades. Ahora bien, ¿en qué condiciones enfrenta Canarias la multiculturalidad como fenómeno intrínseco a la época en que nos tocó vivir? ¿Ha sabido construir la sociedad canaria suficientemente una cultura de acogida desde la que integrar las diferencias o simplemente languidecemos mientras nos desintegramos como cultura? ¿Podemos confiar en la escuela, los medios de comunicación, las políticas culturales,… a la hora de cimentar un cuerpo lo suficientemente sólido para no diluirnos? Abordar en profundidad una cuestión de este calibre excedería las pretensiones de este texto. Corresponde a los sociólogos de las universidades y centros de estudios canarios una tarea de esa envergadura. ¿Están en ello? Permítanme dudarlo, a tenor de lo que se viene publicando.
Leo en el Canarias 7 un artículo llamado “La Oliva, puzzle de nacionalidades”. En ese municipio majorero, conviven 92 nacionalidades, las cuales representan un 48’7% de la población, según el padrón del municipio. No dice el artículo cuántos del 51’3% restante son canarios pero creo que no es descabellado pensar que no todos. De la época de la bonanza quedarán seguramente muchos gallegos y andaluces, aquellos que los empresarios canarios y no canarios hacinaban en barracones, trabajando a destajo, cobrando en negro. Entonces, ¿cuántos serán los canarios de al menos una generación en La Oliva? ¿Cuáles serán los momentos, los hitos, las costumbres, las tradiciones,… vertebradores de esa nueva comunidad que se va gestando en La Oliva y en otros municipios de perfil similar en las islas? ¿Participaremos los canarios en la creación de esos nuevos elementos vertebradores o sólo seremos testigos de cómo la comida italiana y el surf pueblan el paisaje, relegando al canario una vez más al papel de extra en su propia tierra? ¿Sabremos compartir con los nuevos canarios que ya están naciendo un conjunto de elementos propios para que también los hagan suyos o nada de esto merece la pena y sólo queda sentirnos extranjeros? Me gustaría saber qué piensan los sociólogos canarios de todo esto.