Decía Manuel Alemán en su ensayo fundamental, Psicología del Hombre Canario, que “El mimetismo como actitud imitativa del exterior es otra constante en el estilo comportamental del hombre canario”. Se refería a esa actitud reverencial con la que los canarios veneran casi todo lo foráneo y minusvaloran lo propio. El siguiente paso es la imitación, que tiene como perversa consecuencia el no haber realizado la tarea propia, sea ésta un análisis, una lectura, un proyecto, un colectivo… Ahí es cuando aparecen los carteles importados, los nombres alterados a gusto y conveniencia del imitado, la ventriloquia, el pensamiento descentrado. En paralelo, en combate dialéctico, la enorme capacidad creativa y expresiva del pueblo canario, que también se ha materializado tantas veces a lo largo de nuestra Historia.
Sin embargo, lo del Ayuntamiento de La Laguna no es tan elaborado, no llega tan allá. Hay que situarlo más bien en el terreno de la chapuza, de la copiadera barata de los alumnos gandules. O si no, ¿cómo clasificar a la “campaña” de Paramilalaguna.es? Como seguramente sabrán, el Ayuntamiento de La Laguna pagó ocho mil euros a la agencia Factoría 360 por realizar una campaña de promoción que ya se había realizado hacía tres años en Zaragoza. Hasta los mensajes de las pizarras los copiaron, por lo visto. Eso, con ser grave, no es para mí lo peor ni lo más ridículo sino la siguiente cuestión: ¿acaso a ninguno de los “responsables” en esta materia se le ocurrió en las fases iniciales del proceso usar algún buscador tipo Google y ver si ya se había hecho algo así antes? ¿Tan alegremente se gasta el dinero del contribuyente? No creo que sea exagerado pedir responsabilidades políticas como hace el Partido Popular en este asunto, porque las hay.
Da entre risa y pena leer cómo el Director de Factoría 360, José Manuel Mencía, se justifica torpemente aludiendo a otras iniciativas como “la Noche en Blanco o la Ruta de la Tapa”. Risa, porque se da uno cuenta de que lo cogieron con la mano en la masa y trata de salir por dónde puede. Pena, porque no puede uno dejar de admitir que no le falta razón. Podría haber añadido la Feria de Abril en tantos lugares de Canarias: Las Palmas de Gran Canaria, La Laguna, San Bartolomé, Los Llanos, Santa Cruz de Tenerife con el patrocinio de Diario de Avisos,… La misma Aguere va camino de convertirse en un parque temático de la franquicia gracias a las muy cuestionables políticas de preservación del patrimonio -es un decir- de Coalición Canaria. Otro ejemplo: ¿Cómo no recordar los tartaneros de LPGC vestidos de cordobeses hasta que la polémica estalló y la razón se impuso?
Efectivamente, el plagio, la falta de originalidad, la incapacidad de construir referentes propios sin acudir a los ajenos -normalmente españoles- ha sido y es una tónica habitual en las políticas culturales, y otras, en muchos municipios de las islas. También en otros aspectos de la vida social canaria. Es el cáncer de un pueblo que no está acostumbrado a articular un discurso propio, a vivir una personalidad propia y acude entonces a la actitud imitativa, cuando no a chapuzas como ésta. Aquí el enorme caudal creativo y expresivo del canario al que aludía al principio de esta entrada, cede paso a la mediocridad del torpe alumno que copia y el profesor mentecato que no se entera. Decía César Manrique que “No tenemos que copiar a nadie. Que vengan a copiarnos a nosotros.” Y lo dijo gratis, no por ocho mil euros.